La remolacha pertenece a la misma familia que las acelgas y las espinacas. Por eso, esta planta comparte con ellas unas cuantas características nutricionales y estéticas. La diferencia es que, en lugar de comernos sus hojas, nos comemos su raíz. Pero esto no fue siempre así. En origen, esta raíz solo se empleaba con fines medicinales. El uso gastronómico de la remolacha es más reciente (del siglo XVI) y constituye un exquisito legado que le debemos a las cocinas inglesas y alemanas. A continuación listamos otras siete curiosidades sobre este tubérculo que no todo el mundo conoce.
1. La remolacha contiene nutrientes muy importantes para la salud
Buena fuente de fibra dietética y ácido fólico (fundamental durante el embarazo), nos aporta proteínas, fósforo, sodio y casi tanto potasio como los plátanos. Pese a su contenido en carbohidratos, es muy poco calórica.
2. Casi el 7 % de una remolacha es azúcar
Esto explica su dulce sabor y la convierte en la principal materia prima para elaborar el azúcar de mesa que se produce y consume en España. Los cultivos de remolacha azucarera se extienden, sobre todo, por Castilla y León, aunque también los encontramos en Andalucía, País Vasco y La Rioja.
3. Su intenso color rojo se debe a la presencia de betalaínas
En especial, de betanina, un compuesto que la industria utiliza como colorante natural (es el E-162) capaz de teñir otros alimentos y materiales. Uno de los ejemplos más famosos de su efectividad lo hallamos en el fraude del atún rojo que se destapó hace un par de años y que consistía en teñir piezas de atún normal y venderlas como si perteneciesen a esta especie marina más cara.
4. ¡Ojo con las manchas!
Los pigmentos de la remolacha, además de intensos, son persistentes. Para quitar sus manchas, puedes usar agua caliente y zumo de limón, aunque este truco no siempre funciona. El mejor consejo para manipular remolachas es utilizar guantes y un mandil, además de lavar bien la vajilla y utensilios que hayan estado en contacto con ellas.
5. Se puede comer cruda o cocida.
Cruda resulta más dura, pero conserva intactas sus propiedades nutricionales. Para consumirla así, lo más práctico es rallarla o cortarla en pequeños daditos y añadirla a las ensaladas. Cocida es más blanda y fácil de digerir, y admite múltiples preparaciones (sola, en sopa, en ensalada, como paté para untar…). Emplea unas pocas gotas de zumo de remolacha para teñir salsas, como la mayonesa, o masas para pasta, pan o pizza.
6. Cuidado con las propuestas detox
Las remolachas crudas contienen ácido oxálico. Su ingesta excesiva (por ejemplo, en los famosos batidos detox) puede generar cálculos renales, igual que las espinacas, que pertenecen a la misma familia.
7. Si quieres comerla cocida, pero no quieres hervirla en casa, cómprala lista para consumir
Un formato muy práctico y a buen precio es el que presenta la remolacha envasada al vacío. Lo que gastas de más en la tienda lo ahorras en tiempo y energía.