El consumo de bebidas energéticas está en auge. A día de hoy, las toman el 70 % de los adolescentes, y la mitad de ellos las mezcla con alcohol. Sin embargo, predomina el desconocimiento sobre un producto que contiene cafeína y, sobre todo, azúcar, en importantes cantidades; una bebida que genera dependencia, como señala el investigador José Manuel López Nicolás, y cuyo consumo no está exento de riesgos. En el siguiente artículo contamos siete curiosidades sobre estas bebidas que, quizás, desconocía.
1. ¿Son novedosas?
No. Una de las primeras bebidas energéticas, el Lipovitan D, comenzó a venderse en Japón en 1962. Contenía taurina y cafeína. Se popularizó en la década de los 80, al promocionarse como «combustible» para rendir más en el trabajo. A día de hoy, y con decenas de marcas y sabores, Japón es el paraíso de las bebidas energizantes o dorinku-zai, un éxito que muchas veces se vincula al desenfrenado ritmo laboral del país.
2. ¿Qué contienen?
Taurina, L-Carnitina, ginseng, guaraná… Los ingredientes exóticos de estas bebidas varían de una marca a otra, pero hay tres elementos presentes en todas: cafeína, vitaminas del grupo B y azúcar. Con excepción de las versiones light, que llevan edulcorantes, estos ingredientes son los verdaderos estimulantes. Las vitaminas del grupo B (B6, B12, ácido pantoténico o niacina) sí han demostrado su eficacia ante el cansancio. La cafeína es una molécula que estimula nuestro sistema nervioso y nos mantiene alertas.
- «Las bebidas energéticas generan dependencia»
3. ¿Son lo mismo que las bebidas isotónicas?
No, son dos productos distintos. Si bien ambos tienen elementos comunes (como una importante cantidad de azúcar), las bebidas isotónicas no contienen cafeína ni taurina o guaraná. Las «bebidas deportivas» están diseñadas para reponer las sales minerales que pierde el cuerpo al hacer ejercicio, así que, además de azúcar, contienen potasio, magnesio, fósforo y sodio (sal).
4. ¿A qué equivale una lata?
Hay distintos tamaños, que van de los 250 ml a los 500 ml. Incluso existen botellas de un litro. Sin embargo, una de las medidas más populares es la de 473 ml (16 onzas). Ingerir esa cantidad de bebida energética equivale a tomar entre dos y tres tazas de café (más de 150 mg de cafeína). En cuanto al azúcar, beber una lata es como comerse un paquete de galletas de mantequilla, unos 8 o 10 petit suisse o una porción generosa de tarta de chocolate.
5. ¿Qué provocan?
Excitación y reducción temporal del cansancio. Al beber una lata estándar, nuestro cuerpo recibe entre 50 y 75 g de azúcar (entre 7 y 10 sobres), más del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para todo el día. A los 20 minutos, se disparan los niveles de azúcar en sangre y, también, la producción de insulina. Entre 30 y 60 minutos después de haber tomado una bebida energética, la cafeína produce su máximo efecto. Se dilatan las pupilas, aumentan los niveles de alerta. El cuerpo empieza a producir dopamina, que estimula las zonas de placer del cerebro. Eso sí, al subidón causado por el azúcar y la cafeína, le sigue el bajón de ambas sustancias.
6. ¿Cuánto tarda el cuerpo en eliminar la cafeína?
Horas. La cafeína no desaparece de nuestro cuerpo con facilidad. Al cabo de cinco horas, aún tendremos en nuestro organismo la mitad de la que hayamos ingerido. El tiempo que se necesita para eliminarla por completo depende de factores como la edad o el estado de salud. Puede tardar hasta 10 horas.
7. ¿Por qué es peligroso mezclarlas con alcohol?
Las bebidas alcohólicas son depresoras, mientras que las bebidas energéticas son estimulantes. La cafeína de las bebidas energéticas disimula los efectos del alcohol y nos da una falsa sensación de sobriedad. Esto fomenta un mayor consumo de alcohol (más del que tomaríamos en condiciones normales) hasta superar, incluso, los límites máximos de tolerancia de nuestro cuerpo. Las personas que mezclan alcohol con estas bebidas (la mitad de los adultos y los adolescentes, según distintos estudios) son tres veces más propensas a beber en exceso, lo que aumenta las posibilidades de sufrir una intoxicación etílica. Esto es un riesgo para cualquiera y, muy en especial, para quienes tienen afecciones cardiovasculares. Además del alcohol, el exceso de cafeína puede provocar alteraciones de la tensión arterial, palpitaciones cardíacas, náuseas, vómitos o incluso convulsiones.