Un estudio revela que las embarazadas que consumen marisco y pescado dan a luz niños con un mayor índice de inteligencia verbal. El consumo de este alimento constituye en la dieta el mayor aporte de ácidos omega 3, responsables del mayor desarrollo neurológico del feto. Con estos resultados, la medida oficial de desaconsejar ciertas cantidades de pescado durante el embarazo podría ponerse en duda.
El grupo de investigación ALSPAC (Avon Longitudinal Study of Parents and Children) lleva más de una década realizando estudios con el objetivo de identificar estrategias para optimizar la salud y el desarrollo de los niños. Joseph Hibbeln, del Instituto Nacional de la Salud de Bethesda de los Estados Unidos, es el director de un nuevo estudio de este grupo que constata que el consumo de menos de 340 g semanales de productos del mar se asocia con el potencial riesgo de un desarrollo verbal más lento, así como un desarrollo social, comunicativo y motor por debajo de los estándares óptimos.
El estudio fue publicado recientemente en la revista The Lancet. El ALSPAC consiguió reunir datos alimentarios de 11.875 mujeres embarazadas del Reino Unido para discernir el papel de la dieta de la gestante en el desarrollo y el crecimiento de los hijos. En los resultados, se asegura que la clave está en 340 g por semana: «en las mujeres que consumieron menos de esa cantidad no se apreció beneficio alguno, pero las que consumieron más de 340 g de frutos del mar por semana en sus dietas durante el embarazo dieron a luz niños significativamente más inteligentes».
Si Hibbeln tomó como punto de corte en la ingestión semanal de pescado los 340 g fue porque esa es la cantidad fijada como máxima por las autoridades sanitarias del país, a fin de evitar una exposición del feto a contaminantes marinos almacenados en los tejidos de pescados y mariscos como metil-mercurio, dioxinas y bifenoles policlorados (PCB). «Curiosamente, las mujeres que consumieron más de 340 g semanales de pescados o mariscos no registraron mayores niveles de contaminantes en sangre fetal que las que comieron menos. Además, sus hijos hicieron gala de una mayor función cognitiva en exámenes realizados a los seis meses y a los ocho años del parto».
Una fuente importante de omega 3
Para que se aprecien los beneficios del marisco en el desarrollo del feto, el consumo ideal es de 340 g semanales
Otro dato significativo al que apunta el estudio es que las mujeres embarazadas que consumen mayor cantidad de pescado son también las que mantienen hábitos más saludables (dieta y ejercicio). Hibbeln critica la medida oficial de desaconsejar el consumo de pescado durante el embarazo y subraya que los frutos del mar son la principal fuente de ácidos grasos omega 3 en la dieta, y que a ellos se debe un desarrollo neurológico óptimo del hijo.
Estadounidense de origen, Hibbeln reconoce que los niveles de metil-mercurio en sangre de su país están por debajo de la media detectada en el estudio, pero reconoce que los beneficios que aportan los ácidos grasos omega 3 del pescado están muy por encima del posible riesgo de contaminación.
Al hilo de estos datos, la industria alimentaria inglesa ha puesto en marcha distintas investigaciones encaminadas a obtener ácidos grasos de fuentes no contaminadas ni contaminantes, incluyendo el cultivo de algas transgénicas. No hay duda de que los omega 3 marcan una tendencia de consumo cada vez mayor a medida que la ciencia les otorga nuevos beneficios. De acuerdo con la agencia consultora Frost and Sullivan, los alimentos de consumo enriquecidos con ácidos grasos omega 3 facturaron en el 2004 la friolera de 160 millones de euros en todo el viejo continente, y se espera que de aquí al 2010 experimenten un crecimiento anual del 8%.
Beneficios que apuntan al cerebro
Los omega 3 reducen hasta 2,6 veces el riesgo de hipertensión asociada al embarazo y mejoran las funciones psicomotoras de los bebés prematuros. Asimismo, ácidos grasos poliinsaturados como los omega 3 incorporan fosfolípidos a las membranas celulares e intervienen directamente en la estructuración de la red neuronal del recién nacido.
En última instancia, los resultados apuntados en el ALSPAC invitan a pensar que los efectos de una alimentación rica en ácidos omega 3 sobre el desarrollo fetal cerebral pueden ser más importantes que lo supuesto. El contenido graso del cerebro humano supera el 60% de su peso total, y una tercera parte de este contenido es atribuible a grasas esenciales como los omega 3. El cerebro de un feto en plena gestación necesita ácidos grasos, pero no puede sintetizarlos si no es a través de los nutrientes aportados por la madre.
Otra estructura que contiene gran cantidad de ácidos grasos omega 3 es la retina, cuyas células contienen un 60% de DHA, un omega 3 de cadena muy larga que se forman principalmente a partir del tercer trimestre del embarazo y también durante el primer año de vida.
La fuente más rica de omega 3 son los frutos del mar. Pero el hecho de que toda la basura generada por la actividad humana acabe ensuciando ríos y mares añade una pega al asunto, ya que cuanto mayor sea la presa capturada, mayor será también el índice de contaminantes acumulados en sus tejidos. El agotamiento de los bancos de peces en mares de todo el mundo obliga a ser muy restrictivos con el tamaño de las capturas, y los peces de menor tamaño (los menos contaminados) se han vuelto inasequibles.
Para complicar más las cosas, la creciente identificación de parásitos en los tejidos de peces y mariscos obliga a las autoridades a desaconsejar el consumo de pescado crudo o poco hecho, a la vez que investigaciones recientes demuestran que al someter los frutos del mar a muy alta temperatura sus ácidos grasos se degradan.
¿Pescado sí, o pescado no? Los científicos se decantan por el sí. Se trata de un alimento fácil de preparar, rico en proteínas y nutrientes y bajo en grasas perjudiciales para el torrente sanguíneo. Se considera que a la mujer embarazada le basta con tomar ciertas precauciones para obtener los beneficios del pescado y reducir los riesgos de salud de sus posibles contaminantes. Las especies a evitar son las de mayor tamaño como atunes, emperadores o tiburones. Por la parte baja de la tabla, los frutos del mar que acreditan menor concentración de contaminantes son los crustáceos, el salmón, el bacalao, la sardina y el bagre. Sumado a estos aspectos, conviene que todo el pescado consumido durante el embarazo esté bien cocido, es decir, calentado hasta adquirir un aspecto opaco y una textura fácilmente desmenuzable con un tenedor.