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Una dieta saludable
Los alimentos, según la FAO, deberían representar diversidad, nutrición, asequibilidad, accesibilidad e inocuidad. Las dietas saludables son diversas, equilibradas en el aporte energético, adecuadas para satisfacer las necesidades de nutrientes y moderadas en el consumo de alimentos no saludables.
«Los sistemas agroalimentarios pueden y deben permitir que todas las personas consuman dietas saludables ahora, y en el futuro, para la salud de las personas, y del planeta», señala esta organización. Sin embargo, muchas personas padecen hambre y no tienen los recursos necesarios para llevar una alimentación equilibrada.
«Hasta 733 millones de personas se enfrentan al hambre debido a los conflictos, las repetidas crisis climáticas y las recesiones económicas. Esto repercute de manera más grave en los hogares pobres y vulnerables, muchos de los cuales son agrícolas, lo que refleja desigualdades cada vez mayores entre los países y dentro de ellos mismos», subraya la FAO en el Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre.
La paradoja de la malnutrición
«Los agricultores del mundo producen alimentos suficientes para alimentar a más personas de la población mundial existente; sin embargo, el hambre persiste», apunta la organización. Y esta es la paradoja: mientras que, en unos países, el hambre es la realidad cotidiana, en otros se desperdician enormes cantidades de alimentos. Los Estados europeos, incluida España, son un ejemplo de esto último. De ahí los esfuerzos legislativos para frenar las pérdidas y el despilfarro de comida.
Pero también hay realidades diferentes dentro de un mismo país. Como apunta la FAO, «las personas más vulnerables a menudo se ven obligadas a depender de alimentos baratos, que pueden ser poco saludables, mientras que otras sufren por la falta de disponibilidad de alimentos frescos o variados, carecen de la información que necesitan para elegir una dieta saludable o simplemente optan por la comodidad».
La abundancia de productos malsanos y prácticos, sumada a la desinformación y a las condiciones de precariedad en las que viven muchas familias, provoca unas elecciones alimentarias peores. Y esto, a su vez, tiene consecuencias en la salud de la población, como hemos visto en nuestro informe especial sobre obesidad infantil y como seguimos viendo en informes y datos posteriores.
Hoy, más de la mitad de la población mundial no consume niveles suficientes de 15 micronutrientes esenciales, como calcio, hierro y vitaminas C y E, fundamentales para la salud. En España, la mayoría de los escolares hace una merienda poco saludable y, si bien la tasa de sobrepeso y obesidad infantil ha bajado en un 4,5 %, se mantiene igual en las familias con menor nivel de renta.
Qué se puede hacer para mejorar el panorama
Mejorar esta situación no es tarea sencilla ni tampoco individual. Involucra a todos los sectores, desde el político y el productivo hasta la propia sociedad. No obstante, la FAO sí da algunas pautas para las personas de a pie. Estas son algunas cosas que, según los expertos, podríamos hacer:
✅ Elegir alimentos locales y de temporada
Incorpora a diario una gran cantidad de verduras y frutas frescas, preferiblemente de temporada, y busca maneras de añadir más legumbres, nueces y granos integrales a tu alimentación. Las legumbres y las nueces son excelentes fuentes de proteínas vegetales. Además, su producción es más sostenible, ya que requiere menos agua y contribuye a mejorar la fertilidad del suelo.
✅ Adoptar (y transmitir) hábitos saludables
Fomenta una alimentación saludable entre tus amigos y familiares, adoptando hábitos nutritivos y motivando a otros a seguir el mismo camino. Al elegir opciones saludables y crear conciencia, contribuyes al bienestar de quienes te rodean y al fortalecimiento de la salud pública en general.
Conocer las guías alimentarias del país donde se vive es clave. Estas guías proporcionan consejos sobre cómo asegurarse de obtener suficientes nutrientes para estar saludable y prevenir las enfermedades crónicas. En España, la más reciente es la publicada por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) en 2022.
✅ Aprender a leer las etiquetas alimentarias
Familiarízate con la lectura de las etiquetas y listas de ingredientes de los productos para escoger opciones nutritivas que promuevan una dieta equilibrada y saludable. Esto incluye prestar atención al valor energético (calorías) y a nutrientes importantes como la sal, el azúcar y las grasas.
Las etiquetas también son clave para garantizar la seguridad alimentaria. En algunos casos, los productos siguen siendo aptos para el consumo después de la fecha de «consumo preferente», mientras que la fecha de «caducidad» indica cuando ya no es seguro ingerirlos. Entender esta diferencia ayuda a reducir el desperdicio de alimentos.
✅ Cuidar la seguridad alimentaria en casa
Aplica medidas de seguridad alimentaria en tu rutina diaria. Al comprar o almacenar alimentos, separa la carne fresca, las aves, el marisco y sus jugos de otros productos para prevenir la contaminación cruzada. Adopta el hábito de lavarte cuidadosamente las manos con agua y jabón antes de manipular cualquier alimento, y asegúrate de cocinarlos de forma adecuada para eliminar los patógenos y organismos dañinos presentes en los alimentos crudos.
✅ Reducir el desperdicio de alimentos
Puedes demostrar respeto por la naturaleza, los agricultores y nuestros sistemas agroalimentarios tomando medidas sencillas como planificar las comidas de modo correcto, utilizar recetas creativas para minimizar el desperdicio de alimentos o el compostaje de materia orgánica en lugar de tirarla a los vertederos.