En nuestro país la almeja más fina y cara es la popular «almeja gallega», que posee una concha de color gris claro y que se localiza en las costas del noroeste. Otra especie, la almeja francesa, procedente de Nomandía, Bretaña y Vendée, presenta un color más oscuro y un sabor más pronunciado. La chirla o almeja del Mediterráneo es más pequeña, pero muy sabrosa.
En verano, un buen puñado de almejas frescas, enriquecen el sabor de cualquier plato; y combinan con más alimentos de los que uno puede imaginar: arroz, pasta, verduras, legumbres, pescado e incluso carne. La clave está en que el marisco sea muy fresco. Y las maneras de degustar las almejas son incontables; cada región, cada zona, sea o no costera, tiene una receta característica en la que las almejas son las protagonistas.
Las almejas resultan deliciosas cocinadas al vapor y aderezadas con un poco de perejil y limón. Y dado que su carne es suave, se prestan a numerosas combinaciones; algunas más tradicionales como la sopa de cebolla con almejas; los tallarines, el arroz o la merluza con almejas, las almejas a la marinera; hasta otras recetas más originales y novedosas, como las almejas en salsa de almendras, almejas a la parmesana o una ensalada templada con alcachofas y almejas. Todas estas recetas y muchas más pueden encontrar en el recetario que les sugerimos a continuación.