Alergia a los frutos secos. Intolerancia a la leche. Y daños intestinales causados por el gluten (celiaquía). Las patologías relacionadas con lo que comemos se multiplican en España. Pero sufrirlas o no va más allá de los genes que portemos: nuestro estilo de vida e incluso el cambio climático podría estar alterando nuestra tolerancia a lo que metemos en el plato.
Intolerancias y alergias alimentarias se sitúan a la cabeza del ranking de patologías íntimamente relacionadas no solo con la herencia genética, sino con el estilo de vida. También se vinculan con las consecuencias del cambio climático que afectan a la cadena alimentaria, la zona geográfica en la que se vive, el tipo de alimentación o el procesamiento de los alimentos industriales. Cada vez escuchamos más aquello de «soy alérgico a tal o cual alimento» y los datos oficiales reflejan este aumento.
Según recoge el informe Alergológica 2015, elaborado por la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, en España se ha triplicado la proporción de personas afectadas por este tipo de trastornos en dos décadas: del 3,6% en 1992 al 11,4% en 2015. Actualmente, uno de cada 10 españoles ya padece algún tipo de alergia alimenta
La celiaquía, la que más crece
El dato más destacado es el aumento del número de individuos con intolerancia al gluten. De hecho, la cifra de diagnósticos se incrementa un 15% cada año en España, donde ya superan los 400.000 afectados.
No es de extrañar que la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) haya lanzado en 2018 un Manual de la Enfermedad Celiaca para guiar la dieta de aquellas personas que no pueden «ni oler» el gluten. Presente en el trigo, la cebada, el centeno y la espelta, principalmente, este compuesto se encarga de aportar volumen, esponjosidad y elasticidad a las masas.
¿Alergia, intolerancia o celiaquía? No son iguales
Las alergias y las intolerancias tienen puntos en común, pero no son iguales. «La primera es una respuesta inmunológica alterada a los alimentos que generan algunas personas, pues al tomarlos sufren reacciones adversas», explica la médica alergóloga Montserrat Fernández Ribas.
Las intolerancias, por su parte, se parecen a las alergias en que afectan solamente a un número reducido de individuos y en que se originan como una respuesta particular a un alimento determinado. En este caso la reacción no viene a través de un mecanismo inmunológico, sino que normalmente son debidas a alteraciones en la digestión o el metabolismo de los alimentos, generalmente por déficits enzimáticos o por una susceptibilidad particular de algunas personas frente a ciertos componentes.
«El ejemplo más notable de diferencia entre alergia e intolerancia lo encontramos con la leche», explica la especialista. Hay personas que presentan alergia a la leche porque su sistema inmunitario ha generado anticuerpos IgE (los responsables de las alergias) frente a determinadas proteínas de los lácteos. Los intolerantes, por su parte, carecen de la lactasa intestinal, la enzima que digiere la lactosa, de manera que al tomar leche este azúcar no es adecuadamente metabolizado por las células del epitelio intestinal y aparecen reacciones adversas en el organismo, típicamente digestivas.
La celiaquía, por su parte, «es una patología del sistema autoinmune que consiste en una intolerancia a las proteínas del gluten, que causan una atrofia severa de la mucosa del intestino delgado superior e impide la absorción de nutrientes», afirma Sergio Ferrais, especialista en el aparato digestivo de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Un problema que puede causar desde diarreas continuas, hasta colon irritable, malas digestiones, aerofagia e incluso anemias, osteoporosis, fatiga crónica, abortos de repetición, úlceras gástricas, artritis reumatoide, ansiedad, depresión y, a la larga, linfoma intestinal.
Dime dónde vives…
…Y te diré a qué alergias e intolerancias tienes mayor predisposición. Según la doctora Fernández Ribas, los alimentos que con mayor frecuencia inducen reacciones alérgicas son: la leche, el huevo, los frutos secos, las frutas, el pescado, el marisco, la soja, el trigo y las legumbres. «La importancia relativa de estos alimentos varía ampliamente con la edad de los pacientes y el área geográfica, lo que viene determinado por las costumbres alimentarias y la aerobiología de la zona (presencia de ácaros y pólenes que se asocian con algunas alergias alimentarias)», afirma.
La leche de vaca y el huevo son los alimentos que más alergias provocan en los niños en todos los países occidentales, debido a su gran consumo en este grupo de edad. «Sin embargo, la mayoría desarrolla tolerancia a lo largo de la infancia, por lo que estos dos alimentos raramente provocan reacciones alérgicas en los adultos», aclara la experta.