Si el consumo de agua es vital para cualquier persona, en el caso de los mayores se convierte en la regla de oro para evitar la deshidratación. Las altas temperaturas del verano y la consiguiente pérdida de líquidos requieren consumir entre un litro y medio y dos litros diarios de agua, que pueden ser sustituidos o completados por zumos y caldos. Además, la época estival se convierte en el mejor momento para ser fiel a la dieta mediterránea, apuntarse a la moda de las ensaladas y llenar la cesta de la compra con las frutas más típicas y frescas de la temporada. En el caso de las personas que viven solas, es muy importante que controlen la ingesta de líquidos y se obliguen a beber antes de tener sed porque esta sensación suele aparecer cuando ya están deshidratadas. Por otro lado, el consumo de frutas y verduras debe ser casi diario, ya que se unen las cualidades diuréticas, que ayudan a evitar trastornos como la obesidad, y alimenticias al tener gran cantidad de vitaminas y minerales.
Agua: base de la dieta
Las necesidades de agua de las personas mayores son similares a las del resto: entre un litro y medio y dos litros diarios. Sin embargo, en su caso, esta recomendación de beber agua se convierte en obligación porque con la edad se debilita el mecanismo que regula la sensación de sed y ésta es menor, apareciendo generalmente una vez que ya se ha producido la deshidratación.
Los expertos aconsejan forzar la ingesta de líquidos en las personas mayores y no esperar a que ellos los pidan, puesto que el umbral de sed es más alto y requiere una pérdida mayor de líquido para tener la sensación de sed. En este sentido, el secretario general de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Javier Gómez Pavón, advierte de que “hay que tener especial cuidado con las personas dependientes y con trastornos cognitivos, así como con las que están tomando fármacos antidepresivos o diuréticos para controlar la hipertensión, puesto que estas medicinas alteran el centro de regulación de la sed”.
Por ello anima a consumir “a lo largo del día” el líquido necesario en forma de agua o de zumos, y evitar las bebidas carbonatadas. “Además, es muy importante ofrecerle los líquidos al anciano de forma regular, cada dos horas, porque generalmente no los va a pedir”, apunta.
No obstante, para los que tengan dificultades a la hora de tragar, bien sea por problemas en la boca, estar recibiendo quimioterapia o presentar algún problema de demencia o trombosis cerebral, resultan muy eficaces los productos que solidifican el agua y las gelatinas de diferentes sabores. El verano es la época propicia para aprovecharse de las frutas y verduras típicas de la temporada, como el melón o la sandía, muy ricos en líquido.
En total, el agua constituye las dos terceras partes del peso de una persona, si bien su contenido es mayor en los hombres que en las mujeres, con una clara tendencia a disminuir con el paso de los años como consecuencia del incremento de la grasa corporal. “Las personas de edad avanzada deben tomar al menos ocho vasos de agua cada día
Las personas de edad avanzada deben tomar al menos ocho vasos de agua cada día
Se calcula que un hombre adulto tiene aproximadamente un 60% de agua y una mujer, cerca de un 50%. En este sentido, un estudio realizado por el Grupo de trabajo “Salud Pública” de la Sociedad Española de Nutrición (SEN) reconoce, además, que “una persona puede vivir meses sin ingerir alimentos, dependiendo de sus reservas corporales, pero sin el aporte de agua el periodo de supervivencia es tan sólo de unos días”.
Por otro lado, en el informe se recuerda que el agua puede ser considerada por sí misma como un verdadero nutriente para las personas mayores, puesto que “no hay otra sustancia tan ampliamente involucrada en funciones tan diversas”, al servir como transportador de nutrientes y vehículo para excretar productos de desecho, además de para lubricar y proporcionar soporte estructural a tejidos y articulaciones. “Pero quizás -prosigue el estudio- una de sus funciones más importantes está relacionada con la termorregulación. La evaporación del agua a través de la sudoración y transpiración constituye un mecanismo termorregulador muy eficiente, evitando variaciones de temperatura que podrían ser fatales. La vida sin agua sería imposible”.
Así las cosas, resulta imprescindible incluir el agua en la dieta diaria y perder el miedo a que su ingesta incremente el riesgo de incontinencia urinaria, puesto que las consecuencias de no tomar líquidos son mucho más graves que las del segundo caso, según explica Gómez Pavón.
Productos antioxidantes
Hay alimentos con propiedades antioxidantes que pueden ayudar al mejor En verano conviene aumentar el consumo de vegetales de colores saturados, así como los vegetales de color verde oscuro, que ayudan a reducir el riesgo de contraer cáncer
“Por ello -explica Carmen Cuadrado-, es muy importante comer ensaladas, frutas y verduras que, en caso de no tener dentadura y presentar mayor dificultad para masticar, se pueden cocinar, aunque se pierdan algunas vitaminas. Hay que buscar alimentación de fácil masticación como el gazpacho, que puede ser la comida estrella”.
Sobre los complejos vitamínicos y los denominados productos antiaging (suplementos alimenticios), el secretario de la SEGG recuerda que se deben recetar “sólo para las personas que necesitan hierro, magnesio o vitamina B12, pero no se puede generalizar”. “No existe la llave de la eterna juventud, lo que sí detiene el envejecimiento es la práctica del ejercicio continuado, como andar media hora cada día a paso ligero. Hay un gran marketing y publicidad detrás de los productos antiaging, pero en la práctica no se ha demostrado que su uso disminuya o retrase el envejecimiento. Además, tener más exceso de vitamina E o A es nocivo para la salud y produce complicaciones”, asegura.
Evitar la desnutrición
La desnutrición se define como el desequilibrio negativo entre el aporte de uno o más nutrientes y las necesidades de estos, es decir, se produce cuando se consume una menor cantidad de nutrientes de los que el organismo requiere. Se da en aproximadamente cinco de cada cien personas y los principales afectados son las personas mayores, sobre todo, las que están hospitalizadas o viven solas. La principal recomendación para evitar la desnutrición es seguir una dieta equilibrada y rica en frutas y verduras
La principal recomendación para evitar la desnutrición es seguir una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras
Una medida que se puede poner en práctica para facilitar el consumo de todo tipo de alimentos es la modificación de estos hacia una textura blanda, de manera que se consuman cocidos o en purés. En este caso, se puede recurrir a la leche para dar forma a todo tipo de batidos de frutas o, cuando se trate de pescado, triturarlo. Por su parte, las verduras no presentan dificultad a su tratamiento en un pasapurés y su gusto puede realzarse con un buen chorrito de aceite.
Asimismo, los alimentos deben cocinarse de una forma u otra según la estación del año en que nos encontremos y presentarlos con la temperatura más adecuada a cada época. En esta línea, el estudio realizado por la SEN recomienda que en verano se recurra más a una ensalada de lentejas que al estofado típico del invierno, mientras que aconseja cocinar los pescados con tomate y cebolla, en lugar de hacerlo con salsas más densas. Como postre, la mejor opción es siempre la fruta. “Si seguimos estos consejos, podemos vivir más y mejor, acercarnos a nuestro máximo de vida, que se sitúa entre noventa y cien años, y con nuestra máxima función”, considera Javier Gómez Pavón, quien apuesta por evitar el exceso de grasas y dar preferencia al aceite de oliva: “Cocinar bien es un arte que colabora a una mejor nutrición“.
De hecho, los alimentos que se consumen determinan la calidad de vida de las personas mayores, también influida por problemas bucales y dentales, que dificultan el consumo de algunos alimentos más duros, o el bajo poder adquisitivo y la reducida movilidad de quienes viven solos y ven más complicada su posibilidad de salir a comprar, así como la adquisición de algunos productos más caros. “Todas estas situaciones son las que favorecen también un cuadro de desnutrición en el anciano y es necesario evitar”, advierte el secretario de la SEGG.