Las fiestas navideñas están relacionadas con las celebraciones alrededor de una mesa. Cada una de estas citas supone el consumo de gran cantidad de alimentos y bebidas, lo que implica un exceso de energía ingerida y un incremento importante del número de casos de gastroenteritis. Muchas de ellas no tienen una base en un microorganismo patógeno o en una intoxicación, sino en la ingestión de una cantidad excesiva de energía, especialmente de algunas proteínas y lípidos.
Todos los excesos llevan a que el organismo reaccione rechazando la gran cantidad de nutrientes y aparezca un cuadro conocido vulgarmente como empacho. Eso supone que perderemos el apetito y reaccionaremos con vómitos, dolor de cabeza e incluso diarrea, si intentamos comer más de lo que nuestro organismo se puede permitir. Por ello, adecuar la dieta a nuestras posibilidades nos va a poder ahorrar muchos quebraderos de cabeza.
Una cena de noche buena típica, por ejemplo, incluye diversos entrantes, entre los que el rey es el langostino, normalmente acompañado de cierta cantidad de salsa mayonesa y pan. Puede acompañarse además de algo de pescado o de salmón ahumado, para continuar con pavo o besugo u otros. Todo ello, regado con vinos blancos o tintos o los dos. Finalmente no pueden faltar los turrones y los polvorones, dulces muy apreciados y sabrosos, acompañados de cava o sidra.
Comida y más comida
Un exceso de energía continuado implica la aparición de sobrepeso
Este conjunto puede suponer una ingesta superior a las 1.000 Kcal en una persona media, lo que supone entre el 30% y el 50% de las necesidades diarias. Para compensarlo, se tendría que incrementar la actividad física para poder reducir el impacto de este exceso. Sin embargo, después de cenar, el ejercicio habitual puede ser cantar algún villancico o hacer una tertulia, para finalmente irnos a la cama, levantarnos y volver a comer de forma opípara al día siguiente. Ello nos lleva a agravar el problema. Si nos fijamos en el problema que ha supuesto la salida al mercado de una famosa hamburguesa con unas 900 Kcal de aporte energético, en nuestras navidades es como si tomásemos este producto en cada comida y cada cena durante varios días.
Hiperalimentación y salud
Las consecuencias de este aumento en el consumo de comida se traduce en una aumento de peso de entorno a unos dos kilos, o lo que es lo mismo, unas 18.000 Kcal extras en 15 días. En realidad, el aumento de peso no es en sí el problema, puesto que es una cuestión meramente estética, pero sí lo son los problemas de salud a los que va asociado. Actualmente tanto la comunidad científica como las autoridades sanitarias e incluso los consumidores aceptan que el exceso de energía lleva a problemas de sanitarios tan importantes como los accidentes cerebro-vasculares, el ictus, el infarto de miocardio o la diabetes.
Este peligro, afortunadamente, no se produce por un exceso puntual en los días navideños, sino por una dieta inadecuada que se produce de forma continuada durante años. Un exceso de energía continuado implica la aparición de sobrepeso, que puede evolucionar hacia obesidad. Esto es el desencadenante de otros problemas como la diabetes ya que el exceso de energía ingerida, especialmente de aquellos alimentos muy hidrocarbonados, implica el desarrollo de una intolerancia a la glucosa o una falta de respuesta adecuada a la insulina.
Además, esta situación induce a un incremento de la cantidad de grasa circulante por la sangre, lo que es un claro inductor a la presentación de elevados niveles de colesterol, que junto a la hipertensión arterial, son claros desencadenadores de los problemas de arterioesclerosis.
Cuando el exceso es puntual, el peligro es menor, pero puede aparecer la indigestión. El empacho no es otra cosa que un síndrome que se presenta cuando la ingestión ha sido claramente excesiva, y cursa con un cuadro que podríamos clasificar como agudo. Normalmente aparece una sensación de pesadez y dolor de estómago, lengua seca, falta de ganas de comer, estreñimiento o diarrea, vómitos, acidez de estomago, gases en el abdomen, distensión del abdomen, cansancio, debilidad, dolor de cabeza y dolor de piernas.
Las causas más comunes son comer alimentos grasos, frituras, carnes, sin un ritmo normal, demasiado rápido o demasiado lento, tomar café y fumar, alcohol, acostarse tarde, entre otros. Para prevenirlo lo más eficaz es no comer grandes cantidades de comida, así como masticar bien los alimentos y tomarnos nuestro tiempo para comer. A su vez, se debe evitar aumentar todas las actividades que favorecen tragar aire, como son fumar, masticar chicle, comer rápido o las bebidas gaseosas. Esto es debido a que se aumenta la presión en el interior de nuestro digestivo, lo que aumenta la sensación de pesadez, y por tanto, el malestar es mucho mayor. En caso contrario, tenemos muchas posibilidades de sufrir este problema y estropear parte de nuestras vacaciones navideñas.