La mitad de los adultos en España tiene alto el colesterol. Así lo resumen la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y el más reciente Estudio de Nutrición y Riesgo Cardiovascular de España (ENRICA), publicado en 2012. Ni siquiera en vacaciones hay tregua para olvidarse del colesterol. El hecho de estar ocioso y relajado invita a concederse caprichos, pero cuando se padece una condición permanente o de alto riesgo de hipercolesterolemia, no conviene bajar la guardia. En verano y en vacaciones se deben identificar las costumbres insanas repetidas que alteran las cifras de colesterol, para controlarlas y no cometer excesos sin sentido. Este artículo lista cinco conductas de riesgo y sus alternativas más sanas.
Verano y colesterol: cinco conductas de riesgo
La sociedad española consume una «dieta mediterránea evolucionada», con un exceso de carne y otros productos con mucha grasa de origen animal, según desvela ENRICA, el mayor estudio de nutrición y riesgo cardiovascular realizado en nuestro país, que ha obtenido muestras biológicas en 12.000 adultos españoles mayores de 18 años. Un detallado artículo de la revista científica Elsevier arroja cifras y tendencias similares. Solo un pequeño porcentaje de la población alcanza los consumos recomendados de verduras y hortalizas, frutas, leches y derivados.
En verano y durante las vacaciones, cada uno debe hacer examen de conciencia e identificar las prácticas alimentarias y costumbres propias de la temporada que son insanas para su salud cardiovascular. El plan puede ir desde analizar la selección de los alimentos que componen el desayuno de buffet libre, hasta proponer barbacoas más sanas o privarse de los helados diarios.
- 1. Los desayunos de buffet libre. Para quienes se reprimen de forma habitual para no comer un huevo frito, bacón entre pan y pan, unas lonchas de embutido, unos tacos de queso o cruasanes y demás bollería, el buffet libre del desayuno de los hoteles resulta una tentación difícil de resistir. Pero empezar el día con un desayuno hipercalórico, cargado de grasa y de colesterol, es una oferta que hay que rechazar como norma. Uno puede darse un capricho, comedido, el primer día y el último, y el resto disfrutar de sabrosas propuestas como jamón ibérico, queso fresco, cereales de todo tipo, yogures desnatados, gran surtido de frutas frescas de temporada y amplia gama de infusiones variadas.
- 2. Las barbacoas. Algunas son una auténtica «exaltación» al colesterol. Chorizo fresco, chistorra, panceta, morcillas, salchichas y costillas de cordero son alimentos protagonistas de las barbacoas veraniegas. La abundancia en grasa saturada y colesterol de todos ellos, y su condición de empeorar las cifras ya elevadas de colesterol plasmático, obligan a pensar en asar otro tipo de alimentos a la parrilla. Los muslos de pollo sin piel, las pechugas de pollo o tacos de conejo embadurnados de adobos diferentes para que resulten jugosas o los lomos de bonito son una alternativa sana para el colesterol.
- 3. Los helados de nata. El paseo vespertino por la playa o el postre de la comida, a menudo, son momentos reservados para disfrutar de un dulce helado. Si contienen nata no son los más indicados, porque suman una buena dosis de calorías a diario, además de grasas saturadas y colesterol propios de este producto. Un té helado, una horchata bien fría, un granizado o un sorbete sin alcohol son opciones refrescantes y más sanas.
- 4. Comidas improvisadas en la piscina, en la playa o en el campo. Los bocadillos con embutidos, patés y quesos, las pizzas con quesos grasientos o las ensaladillas embadurnadas de mayonesa y salsas grasas similares son otros enemigos de la dieta de quienes tienen el colesterol alto. De la misma manera que cuando se trabaja, también en vacaciones conviene planificar las comidas y cenas. Las improvisadas serán una excepción y no la costumbre que impere varios días por semana.
- 5. Demasiados cafés al día. En vacaciones, la sensación de no tener prisa por acostarse ni por levantarse lleva a que los aficionados al café tomen más cantidad de lo conveniente, hasta 2 o 3 tazas diarias de café o equivalentes en bebidas con cafeína. Al café habitual del desayuno se suma el refresco de cola de media mañana, el cortado de después de comer, un café solo con hielo refrescante a media tarde o el té de la cena. Las estatinas son los medicamentos más eficaces para reducir el colesterol. Varias investigaciones han demostrado que la cafeína es antagonista de los receptores de adenosina, necesarios para que actúen las estatinas. Por ello, beber café, y más aún abusar de él, es un inconveniente, si se toman medicamentos para reducir el colesterol.
La Fundación Española del Corazón advierte de que las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 mg/dl tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que quienes alcanzan cifras de 200 mg/dl. Los niveles normales de colesterol aceptados por consenso por las sociedades científicas nacionales e internacionales son: colesterol total máximo 200 mg/dl; colesterol LDL inferior a 100-130 mg/dl; y colesterol HDL superior a 35 mg/dl en varones y 40 mg/dl en mujeres.
En el estudio ENRICA se alerta de que la mayoría de los españoles conoce varios síntomas de ataque al corazón y de ictus, pero el 60% no sabe que “sentirse débil, con sudor frío o náuseas” puede ser un síntoma de ataque al corazón. Además, el 40% desconoce que un ictus puede manifestarse como “dolor de cabeza fuerte y repentino, sin causa justificada” o la “pérdida repentina de visión en uno o ambos ojos”.