En mayor o menor medida todos cometemos algún exceso culinario en las fechas navideñas. Copiosas comidas elaboradas con alimentos hipercalóricos, postres azucarados, mayor ingesta de bebidas alcohólicas… Y luego queremos contrarrestar ese exceso “depurando” nuestro cuerpo. Pero nuestro organismo no acumula toxinas. Los riñones y el hígado son los principales órganos encargados de procesar y eliminar los compuestos de desecho y, para esta tarea, no requieren de ayuda externa. Consumir alimentos o productos depurativos para agilizar estas funciones, además de no valer para nada, puede poner en riesgo nuestra salud.
La suma de los consumos desmedidos suele reflejarse en la báscula. Para bajar de peso la mayoría de las personas incorporan el ejercicio a su rutina diaria —apuntarse al gimnasio forma parte de los tradicionales propósitos al comenzar un nuevo año— al tiempo que controlan su alimentación escogiendo alternativas más saludables. Sin embargo, otras optan por consumir alimentos y productos a los que llaman detox (desintoxicantes) y con los que pretenden acabar con los kilos acumulados en un tiempo récord y depurar su organismo de toxinas.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) lleva tiempo advirtiendo de los posibles efectos nocivos que tienen estos alimentos y productos para la salud. Hace una década, la Comisión Europea pidió a la Comisión Técnica de Productos Dietéticos, Nutrición y Alergias que emitiese un dictamen científico sobre las teóricas propiedades saludables que obraban sobre el organismo.
La conclusión fue rotunda: “No solo no tenían ningún fundamento, sino que la EFSA dejó claro que no había evidencia científica alguna. Por ser una declaración de salud sin evidencia contrastada, en la Unión Europea no puede hacerse dicha mención sobre ningún alimento ni complemento. La mención detox o cualquiera similar se considera una declaración de propiedad saludable y no está aceptada por la EFSA, por lo que no puede hacerse”, informa la dietista-nutricionista Beatriz Robles.
No obstante, y a pesar de su demostrada ineficacia, los alimentos y productos detox son mucho más populares de lo que médicos y especialistas en nutrición desearían.
Qué son los alimentos detox
Cúrcuma, piña, alcachofa, té verde, fresa, kale, algas, kiwi, alfalfa, espirulina, espinacas, limón, coles de Bruselas, apio, ajo… La lista de alimentos a los que se les atribuye este apellido es extensa (y no para de crecer). Son frutas y verduras con presumibles propiedades para depurar el organismo de las toxinas acumuladas por hábitos de vida poco saludables.
Los prescriptores de este tipo de dieta indican que, para que sean efectivos, estos alimentos deben consumirse crudos, directamente o en forma de preparados como zumos, smoothies, batidos, infusiones o aguas. “Son populares porque tienen una premisa atractiva –mejorar la salud–, a partir de una práctica aparentemente sencilla, tomar determinados batidos o alimentos, lo que resulta mucho más sencillo que implementar hábitos realmente saludables, como cambios permanentes en la dieta, ejercicio físico o dejar el alcohol o el tabaco”, opina Robles.
En 2016, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria incluyó estos alimentos en su lista de riesgos emergentes a vigilar por tres motivos:
- El primer riesgo es la alta concentración de oxalato, un compuesto que aparece en alimentos vegetales que, si se toma en grandes cantidades, puede interferir en la absorción de minerales. “En sí, no supone un problema si los vegetales se consumen en ensaladas o platos convencionales, pero sí en batido, porque se ingieren crudos, en ayunas y en mucha más cantidad”, explica Robles.
- El segundo riesgo son los nitratos, presentes de forma natural en las verduras de hojas verdes como las acelgas y las espinacas y que, en altas concentraciones, pueden ser la causa de una enfermedad de la sangre conocida como metahemoglobinemia, sobre todo en los niños más pequeños.
- El tercer riesgo hace relación a la contaminación microbiana, “especialmente los preparados caseros que se hacen con verduras crudas”, puntualiza.
En palabras de la dietista-nutricionista, detrás de los alimentos detox hay exclusivamente un interés comercial. “Todo lo que nos suene a exótico y novedoso capta nuestra atención. Si, además, se reviste de un halo de salud, es fácil que nos convenzan. Estamos buscando todo el tiempo el producto milagro que nos ayude a resolver problemas para los que, a veces, la ciencia no nos da solución o la que nos da, como los cambios de hábitos, es difícil de adoptar por mil circunstancias, entre ellas condicionantes sociales como renta, educación, tipo de empleo, vida familiar…”, analiza Robles.
Productos con muchos riesgos
Imagen: Marijana
De los alimentos que se utilizan para hacer batidos caseros se ha pasado a preparados depurativos, que se venden con esa premisa. Son productos que prometen facilitar la eliminación de toxinas del organismo. Estas son sus características:
- Se presentan en forma de zumos y batidos elaborados, infusiones, ampollas, jarabes, cápsulas y complementos alimenticios.
- En su formulación combinan distintos ingredientes vegetales como la cola de caballo, el diente de león, el abedul, el jarabe de arce, la ortiga verde, el romero, el jengibre e, incluso, el carbón activado.
- Estos productos aseguran poseer propiedades diuréticas, remineralizantes, antioxidantes, colagogas (facilitan la expulsión de la bilis retenida en la vesícula biliar) o quelantes de toxinas (transportan y excretan toxinas del cuerpo).
Según advierte Esther Samper, médico, máster en Biotecnología Biomédica y doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular, aunque en general estos productos son seguros, no han de considerarse inocuos: “Pueden provocar graves problemas de salud en personas que padezcan ciertas enfermedades o que consuman con mucha frecuencia estos preparados. Uno de los riesgos más evidentes es la acumulación de oxalatos por un excesivo consumo de vegetales verdes que puede generar piedras en los riñones, anemia por déficit de hierro u osteoporosis”.
Para la doctora, la popularidad de estos productos se debe a un cúmulo de factores. “Por ejemplo, existe un sector de la población que idealiza las terapias naturales y demoniza lo químico, aunque esta distinción es absurda a la hora de valorar la eficacia y seguridad de un producto. Esto, unido a la entrada de pseudoterapias en España, puede haber influido en la difusión de la creencia sobre el detox. Además, actrices de Hollywood y otras personas famosas empezaron a promocionar estos productos hace unos cuantos años y les dieron un gran empuje internacional”.
Los productos detox se venden sin supervisión médica tanto en farmacias como en herbolarios y supermercados. Son, por lo tanto, de fácil acceso para la población general. “En mi opinión, puesto que estos productos no han demostrado ningún beneficio para la salud, no deberían encontrarse en las farmacias. Si el producto ha pasado por estudios de seguridad como alimento, vería bien que se vendiera en supermercados, pero sin ninguna publicidad engañosa alegando tener efectos positivos para la salud. Por otro lado, estaría bien que advirtieran del peligro que puede suponer algún producto para individuos concretos como, por ejemplo, las mujeres embarazadas”, expone la doctora.
Cuando lo detox ocupa toda la dieta
Imagen: Sean Haye
Pero la obsesión por lo detox se extiende a todo el menú. Las dietas desintoxicantes se han vuelto muy populares con la idea de limpiar el organismo, perder peso, favorecer la pérdida de líquidos o energizar el cuerpo. Aunque las hay de diferentes tipos, la mayoría combinan el ayuno con un régimen estricto a base de frutas y verduras enteras o licuadas (los batidos verdes son muy populares).
Habitualmente estas dietas se siguen durante un periodo de tiempo limitado que oscila entre los 3 a los 30 días. “Suelen ser programas de varios días consumiendo solo batidos o haciendo que sean parte esencial de la ingesta, lo que va a suponer tomar una cantidad muy pequeña de kilocalorías. Este tipo de dietas de muy bajo contenido calórico deben ser supervisadas por un profesional sanitario”, observa Robles.
Algunas dietas depurativas también sugieren tomar determinados productos o preparados de fitoterapia (plantas medicinales) de manera complementaria o exclusiva. En cualquier caso, según alerta la dietista-nutricionista, estos regímenes “pueden poner en peligro nuestra salud porque son muy restrictivos, con muy bajo contenido calórico, pueden presentar interacciones con medicamentos, además de las razones mencionadas por la EFSA”.
Luis Frechoso, miembro del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas (CGCODN) y presidente del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas del Principado de Asturias, se pronuncia abiertamente contrario a este tipo de dietas. “Son propuestas restrictivas, con un corto plazo de tiempo y que no aseguran ningún tipo de adherencia ni educación en salud. Además, y esto es muy importante, hay que tener presente que estas recomendaciones o malos consejos perpetúan la asociación entre salud y peso corporal y la idea o necesidad de compensar acciones relacionadas con la alimentación. Aspectos peligrosos que pueden llevar a alteraciones del mismo comportamiento alimentario”, valora.
“El organismo del ser humano no se intoxica en las formas referidas derivadas de la alimentación, por muy desordenada o no saludable que esta sea. Es una falacia”, considera Frechoso. “Atribuir labores de detoxificación del organismo por la toma de una serie de productos u alimentos carece de sentido, es demasiado simplista y no tiene ningún respaldo científico demostrado”, sentencia. Para el experto, ninguna persona debería seguir este tipo de dietas y mucho menos aquellas con alguna patología.
Los partidarios de las dietas detox también recurren frecuentemente a enemas y laxantes como parte de los rituales de desintoxicación del organismo de las sustancias nocivas. “Su uso debería estar indicado solamente bajo prescripción médica a través de un especialista de digestivo para el tratamiento de alteraciones en el tracto digestivo inferior, con el único fin de solucionar de forma aguda el problema. El uso continuado no supone ningún beneficio, es poner un parche al problema de base que pueda estar ocurriendo, además de una irresponsabilidad, como cualquier automedicación. Por desgracia es una moda cada vez más asentada”, dilucida Frechoso.
El representante del CGCODN recalca que seguir estas dietas es perjudicial para el organismo. “Ningún profesional sanitario y mucho menos un dietista-nutricionista titulado recomendaría estas pautas”, manifiesta. Frechoso considera que no suponen ningún beneficio “más que para la persona que recibe una retribución de su venta o publicidad”. Por ello anima a denunciar este tipo de acciones, incluso si son recomendadas por un colegiado, al correspondiente colegio profesional.
El efecto placebo de los productos detox
A pesar de no tener respaldo científico, algunas personas aseguran que tras seguir una dieta detox experimentan una sensible mejora en su salud y se encuentran revitalizadas y cargadas de energía. “Esto sencillamente ocurre porque se deja de comer determinados alimentos insanos que sí pueden estar perjudicando la salud”, sugiere la dietista-nutricionista Beatriz Robles.
La doctora Samper va más allá y opina que en estos casos casi siempre se trata de un efecto placebo. “La creencia de que estás tomando algo beneficioso para la salud, cuando en realidad no tiene ningún efecto, puede producir en algunas personas mejorías en su estado casi siempre subjetivas. En otras ocasiones, lo que ocurre es autoengaño puro y duro. Es decir, el individuo sigue objetivamente igual de salud, pero percibe que se encuentra mejor. También puede pasar que justo el consumo del producto depurativo coincida en el tiempo con la resolución natural de la enfermedad o problema de salud o con una mejoría temporal y parcial (un concepto conocido como ‘regresión a la media’). Todas estas experiencias llevan al ‘a mí me funciona’, que es una puerta abierta para muchos engaños”.
Este parecer es compartido por Frechoso: “Hay que tener claro que las sensaciones o vivencias particulares no pueden ser tomadas en ningún caso como prueba sólida de evidencia científica, ya que para nada se puede demostrar a qué es debida esa supuesta mejoría”.