La avellana es el fruto del avellano y su consumo se hace cuando el fruto está seco. Es en los meses de otoño cuando se recoge este fruto y se deja secar de un año para otro, por lo que se puede consumir al año siguiente.
En el mercado encontramos avellanas con cáscara, descascarada, entera, pelada o sin pelar, troceada y molida. En España, la variedad más conocida y con denominación de origen es la avellana de Reus.
Para su conservación debemos aislar las avellanas de la humedad y conservarlas en un tarro de cristal, en un lugar fresco y sin luz.
Más que un sabroso aperitivo
Su consumo habitualmente es como aperitivo, pero tiene otros usos. La avellana tostada y troceada se utiliza para la elaboración de helados, turrones, chocolates, así como en repostería en general. Otra de las utilidades más conocidas de este fruto seco es elaborar licor de avellanas.
En la cocina su uso más habitual es para la elaboración de salsas frías y como acompañamiento de salsas calientes como salsa de tomate, salsa vizcaínas y hasta en salsa marineras.
También la podemos encontrar como un elemento de las ensaladas y como acompañamiento de verduras cocidas como las espinacas, pencas de acelgas, etc.
En la elaboración de salsas frías se utilizan las avellanas picadas en un batidor eléctrico o en un mortero, majándolas y añadiendo el aceite y demás ingredientes de la salsa fría como si fuese una mayonesa.
Un truco para pelarlas fácilmente es mantenerlas en un lugar frío unas dos horas (en frigorífico o al aire frío).