Imagen: Benny MazurSon muchas las personas que se dan ‘atracones alimentarios’ de vez en cuando. Casi siempre son acciones inconscientes llevadas a cabo para calmar, con alimentos, un estado de ansiedad o de euforia mal canalizados. Una situación especial de nervios, un cambio importante en la vida, una desgracia o la celebración de algo importante son, entre otras, condiciones que generan la excitación suficiente para buscar en la comida el placer esperado y deseado.
No hay que darle más importancia si se trata de una conducta esporádica y pasajera que responde a circunstancias personales concretas, aunque después del exceso sí que se siente el malestar provocado por la ingesta exagerada y simultánea de comida. Esta conducta se transforma en un trastorno de la alimentación con mayúsculas cuando se llega a perder el control y ocurre a menudo. Es en estos casos cuando la persona afectada ingiere de forma incontrolada grandes cantidades de comida, generalmente en menos de dos horas, pudiendo llegar a tomar en una sola ingesta más calorías de las que necesita para todo un día.
Mujeres y dietas restrictivas
Las mujeres son el grupo de población que parece tener más episodios de atracón. En la mayoría de los casos, el descontrol por la comida es pasajero y no genera más preocupación en quien lo siente. De hecho, y en términos generales, es la mujer la que se preocupa con mayor frecuencia por su peso corporal. Asimismo, presenta mayor tendencia que los hombres a seguir dietas y otras estrategias que le ayuden a controlar su imagen y a perder peso. Esta preocupación excesiva contribuye a distorsionar su propia percepción del hambre y de la saciedad, y le lleva a caer en la tentación de comer de manera más compulsiva.
En el caso del trastorno por atracón patológico, que requiere el asesoramiento experto de psiquiatras y psicólogos, el retrato más común es el de una mujer de mediana edad, con cierta preocupación por su figura y que durante su vida ha hecho dietas de adelgazamiento en diversas ocasiones, aunque no siempre ha recibido un buen asesoramiento por parte de especialistas. Muchas de estas dietas llevadas a cabo son consideradas como dietas milagro.
Existe una relación directa entre las dietas de adelgazamiento y la aparición de atracones
Ser mujer y padecer sobrepeso u obesidad, junto a una historia de importantes fluctuaciones en el peso, son factores de riesgo muy significativos. El exceso de grasa corporal puede convertirse en parte de la causa y, a la vez, en una consecuencia común de este síndrome.
Aprender a comer
El hecho de comer demasiado y sin control puede darse como consecuencia de restricciones prolongadas de alimentos o en cualquier situación estresante, de angustia o simplemente en momentos de aburrimiento o tristeza. El caso es que se empieza por un dulce y, cuando la persona se da cuenta, es muy posible que haya acabado el paquete de galletas o la caja de bombones. Como es lógico, estos atracones llevan consigo consecuencias físicas y emocionales. Provocan desazón y plenitud en el estómago, así como tristeza y malestar por no haber dejado de comer a tiempo. En cierta medida, se come sin pensar siquiera lo que se está comiendo; es más gula que necesidad.
Aunque los episodios de falta de control con la comida no sean frecuentes, si alguien se siente identificado con la descripción descrita, le podría servir de gran ayuda el asesoramiento de un dietista. Así, un hecho pasajero no se convertiría en una obsesión. La reeducación alimentaria por parte del dietista se basa en enseñar a comer sana y equilibradamente. Esto conlleva un aprendizaje de cómo funciona el organismo, cómo se gestiona la energía proveniente de los alimentos, cómo están compuestos los distintos grupos alimentarios y cómo afecta la dieta a la salud y, en definitiva, a la calidad de vida. En resumen, el objetivo principal del apoyo dietético es proporcionar un eje dietético de coordenadas que guíe a la persona en sus elecciones alimentarias y que sirva como base del cuidado del cuerpo, tan necesario para la salud física y mental.
Las pautas dietéticas son básicas para que las personas con tendencia a comer desaforadamente conozcan la importante implicación entre la realización de las dietas de adelgazamiento (muchas de ellas consideradas milagrosas) y lo que significa darse un atracón. De hecho, la inmensa mayoría de las dietas destinadas a perder peso, difundidas y comercializadas a través de distintos medios, son rechazables por los riesgos que entrañan para la salud física y mental.
La reeducación alimentaria por parte del dietista se basa en enseñar a comer sana y equilibradamente
Ingesta desproporcionada
Es evidente que la desproporción de calorías, grasas y azúcares que acompañan a los atracones son importantes. Por ejemplo, las 1.200 kilocalorías que puede aportar media caja de bombones cubren la mitad de las necesidades energéticas de una persona adulta sana. Si se han comido en una misma tarde seis pasteles, las calorías llegarían a las 1.300, es decir, en una ingesta se habría ingerido más del 60% de la energía necesaria para una mujer en un día. Además, es una ingesta principalmente elaborada a base de grasas y azúcares.
Las grasas son los nutrientes con menor poder saciante. Por este motivo es más fácil comer una mayor cantidad de alimentos grasos, ya que la sensación de estómago lleno llega más tarde. Es más, probablemente se siente antes el malestar de la indigestión, las náuseas e, incluso, las ganas de vomitar por haber comido demasiado.
Imagen: Frank K.La epidemia de obesidad que amenaza el mundo occidental trae consigo nuevos problemas de la conducta alimentaria. Uno de ellos es el trastorno por atracón o ‘Binge Eating’ que, según una encuesta estadounidense reciente elaborada por científicos de la Universidad de Harvard y publicada este año en la revista ‘Biologycal Psychiatry’, ya es más predominante que la anorexia y la bulimia nerviosas.
Desde 1994, la Asociación Americana de Psiquiatria incluye este trastorno en el ‘Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales’ (DSM-IV). Establece también el protocolo que se debe seguir para hacer el diagnóstico de trastorno por atracón. Para que así sea, la persona debe manifestar, al menos, dos de estos cinco síntomas: deglución mucho más rápida de lo normal, comer hasta sentirse desagradablemente lleno, ingestión de grandes cantidades de comida pese a no tener hambre, comer a solas para esconder la voracidad y, por último, sentimiento de culpabilidad después del episodio, así como malestar al recordarlo.
En España, según Isabel Zamarrón, de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el trastorno por atracón afecta al 2-3% de la población adulta y lo hace por igual, independientemente del sexo y el peso corporal.
Este trastorno alimentario se caracteriza por atracones recurrentes en ausencia de conductas purgativas típicas de la bulimia nerviosa, como por ejemplo la autoinducción del vómito, el abuso de laxantes u otros fármacos o el ayuno y el ejercicio físico excesivo. Es por este motivo que, aunque el diagnóstico sea psiquiátrico, el tratamiento debe combinar componentes psicoterapéuticos, psicoeducativos, psicofarmacológicos y, por supuesto, dietéticos.