¿Blanco y en botella? Piénsalo antes de responder: de un tiempo a esta parte no es solo igual a leche. Los supermercados se han inundado de bebidas que se parecen al producto lácteo por antonomasia, pero que no lo son. De hecho, no proceden de ningún animal. Son bebidas vegetales: de soja, de almendra, de avena, de arroz… «Suspensiones de material vegetal disuelto y desintegrado en agua, cuya apariencia es similar a la de la leche de vaca», como las define un estudio de 2017 realizado por científicos de la Universidad de Cork (Irlanda). Para evitar confusiones -y llamar a las cosas por su nombre-, en 2017 el Tribunal de Justicia de la Unión Europea decretó que los productos estrictamente vegetales no podían comercializarse bajo la denominación de «leche». Y es que son distintos. ¿En qué? Lo explicamos.
Su creciente atractivo para un amplio sector de la población queda patente al observar que cada vez se venden más bebidas vegetales y menos leche. En España, el descenso del consumo de lácteos ha sido del 20 % en las últimas dos décadas (de cuatro millones de toneladas en el año 2000 a menos de 3,2 en 2017), mientras que las bebidas vegetales han llegado a las 164.000 toneladas. Las ventas de estas últimas ya han superado los 14.000 millones de euros en todo el mundo, según la empresa de investigación de mercados Innova Market Insights. En 2017, las ventas de las bebidas de almendra aumentaron un 38,9 % en nuestro país, y las de avena, un 31,8 %, según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Propiedades muy distintas
¿Por qué un número creciente de personas las prefiere a la leche? La falsa creencia popular de que las bebidas vegetales engordan menos, se digieren mejor -cuando no hay una intolerancia a la lactosa diagnosticada- y que son más saludables o mejores para el medio ambiente, ha hecho que se sustituya la ingesta de leche por la de estos productos.
Detrás de esos parámetros subyace una equiparación, pero «no son productos comparables ni nutricional ni organolépticamente«, sostiene Nerea Segura, del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas del País Vasco (Codine-Edineo). «En general, las bebidas vegetales aportan menos proteínas, grasa, vitamina D, hierro y calcio, y no contienen colesterol ni lactosa«. Eso en su conjunto, puesto que, como advierte Segura, «nada tiene que ver el líquido extraído del cereal con el del fruto seco, la fruta o la semilla. Se trata de alimentos con propiedades diferentes y, por tanto, los nutrientes suspendidos en el agua son muy diversos dependiendo del tipo de vegetal».
¿Qué pasa con el calcio?
La leche constituye una de las principales fuentes de calcio, importante en todas las etapas de la vida para tener huesos y dientes fuertes. Aunque este micronutriente puede obtenerse de otros alimentos (pequeños pescados si los comemos con espina, legumbres, frutos secos, semillas o verduras de hoja verde), el calcio de un vaso de leche equivale a dos platos de garbanzos y seis cucharillas de sésamo.
Es, además, rica en proteínas, en una cantidad que solo la bebida de soja puede igualar; y contiene abundante suero y caseína que, tras el ejercicio, por ejemplo, estimulan el crecimiento muscular. La vitamina D (que favorece la salud ósea) es otro aporte de los lácteos, junto con minerales como hierro, potasio y calcio: «Tiene mayor contenido y biodisponibilidad, es decir, se aprovecha mejor», aclara la nutricionista.
La leche aporta grasa de origen animal, peor para el colesterol; no obstante, no es lo mismo la grasa de la leche de una vaca que pasta al aire libre (con un mejor perfil graso) que la de aquella que vive encerrada en un establo y se alimenta a base de pienso.
Las bebidas vegetales ¿son menos indigestas?
En cuanto a la idea de que las bebidas vegetales se digieren mejor, «no existe evidencia de que la leche sea indigesta», según Segura. «Claro que, como las bebidas vegetales son prácticamente agua, no necesitan mucha digestión». En cualquier caso, la digestibilidad es muy variable y depende de con qué otros alimentos hayamos acompañado su consumo (no es lo mismo combinarlo con una galleta -un producto graso-, que con chía -uno fibroso-).
En caso de intolerancia (diagnosticada debidamente por un médico), la nutricionista aboga por optar por una leche sin lactosa, pues mantiene el resto de nutrientes de la leche.
Alimentos complementarios
A grandes rasgos, y dado que «no existen alimentos imprescindibles, a excepción del agua y aquellos esenciales en la lactancia», y que los nutrientes pueden obtenerse de una amplia gama de productos (siempre que sepamos de cuáles y cómo combinarlos de modo correcto), lo lógico sería decantarnos por aquella bebida que más nos guste. Como indica Nerea Segura, «las bebidas vegetales (sin azúcares añadidos) pueden ayudarnos a completar nuestra alimentación, pero si no tienes ninguna restricción, la leche supone un alimento nutritivo que nos aporta nutrientes de buena calidad y su biodisponibilidad es muy buena». Y si procede de animales de pastoreo y es pasteurizada, mucho mejor, añade. Por otra parte, alimentos como la quinoa, la avellana o el coco se hayan en un porcentaje tan pequeño en estas bebidas vegetales que las convierten en «prescindibles».