La sensación de ardor junto a dolor en el estómago y el esófago, que incluso puede alcanzar la garganta, el exceso de gases, las náuseas o la sensación de pesadez, son distintos y variados síntomas con los que se manifiesta la acidez o pirosis. A pesar de que el uso de bicarbonato sódico está muy extendido, hay recomendaciones dietéticas que no hay que olvidar. Y si todo ello no da resultado, lo mejor es consultar con un especialista.
Imagen: Antonio Jiménez Alonso
El bicarbonato sódico es uno de los antiácidos más conocidos y empleados para calmar la acidez que sucede a una comida copiosa demasiado grasienta o muy condimentada. Se trata de una sustancia eficaz dado que su acción neutralizadora de la acidez es fuerte y rápida. Sin embargo, esta acción no dura mucho tiempo, lo que hace que en muchos casos las cantidades ingeridas para tal fin resulten demasiado elevadas.
Estas cantidades excesivas de bicarbonato sódico y su utilización durante largos periodos de tiempo pueden provocar un efecto «rebote». El estómago produce una mayor cantidad de ácido para compensar el que ha sido neutralizado por una sustancia básica, por lo que se puede provocar el efecto contrario al esperado. El bicarbonato, además, dado su contenido en sodio, ha de tomarse con precaución en caso de que tener hipertensión arterial, problemas de retención de líquidos o renales.
La acidez se reconoce por una sensación de ardor en la boca del estómago. Esta acidez, llamada pirosis, aparece como consecuencia de la salida del ácido que se encuentra en el estómago hacia el esófago, debido a un mal funcionamiento del cardias (válvula que comunica el esófago con el estómago). El esófago, por tanto, se irrita y provoca esta sensación de acidez. Suele aparecer una hora después de comer, aunque las molestias pueden durar varias horas.
La clave: cuidar la dieta
Una alimentación adecuada puede evitar algunos episodios de acidez
La ingesta de antiácidos no deberá ser ni el primer remedio ni el único para compensar la acidez. Hay diferentes modos de evitar o prevenir la aparición de este malestar. Uno de ellos es la dieta: existen alimentos irritantes de la mucosa gástrica que están contraindicados. Este es el caso de cualquier bebida alcohólica incluidas las de baja graduación como el vino, la cerveza o la sidra; el té, el café (aunque sea descafeinado), las bebidas con gas y los alimentos ácidos como el tomate, los cítricos, la mostaza o el vinagre, entre otros.
Todos los alimentos picantes o elaborados con muchas especias también pueden resultar irritantes, así como los muy fríos o muy calientes. Tampoco conviene realizar comidas copiosas. Lo saludable es tomar pequeñas cantidades de alimento de forma frecuente, siempre masticando bien y comiendo sin prisas. No conviene ingerir alimentos grasos ni verduras flatulentas, como coles o legumbres. Siguiendo una alimentación adecuada es posible evitar que aparezcan episodios de acidez. Es importante elegir de manera cuidadosa los alimentos que se vayan a ingerir ya que, aunque los antiácidos como el bicarbonato sódico solucionan el problema en el momento, pueden producir un efecto rebote e incluso interferir en la absorción de algunas vitaminas.
Por ejemplo, son alimentos recomendables para calmar las molestias, la patata y la zanahoria (neutralizan la acidez), el arroz y la manzana (desinflaman la mucosa digestiva), la avena en copos (contiene mucílagos, un tipo de fibra soluble con efecto suavizante de la mucosa gástrica). Para aderezar los platos, en lugar de vinagre de vino se puede emplear zumo de limón y vinagre de manzana. Aunque ambos alimentos también son ácidos, se toleran mejor, aunque dependerá de cada individuo.
Si a pesar de seguir estas recomendaciones la acidez no cesa, conviene consultarlo con el médico para que, en caso de que sea necesario, recomiende el medicamento más adecuado.
Algunas de las infusiones más adecuadas son las que se preparan con manzanilla, melisa, espino albar, tila y regaliz, entre otras. La manzanilla es la solución de urgencia ante una indigestión, y tomarla en infusión después de comer resulta aliviante. La melisa tiene la particularidad de ser digestiva, antiespasmódica y colerética, es decir, que estimula la producción y secreción de bilis.
El espino albar, combinado con plantas relajantes como la valeriana y la tila, actúa de manera eficaz contra el estrés, la ansiedad y otros trastornos nerviosos que pueden generar más acidez. De igual forma resulta útil en el tratamiento de los síntomas que acompañan a la úlcera péptica provocada por estrés.
El regaliz tiene un componente, la glicirrina, con propiedades antiácidas y antiinflamatorias de la mucosa gástrica, que hacen que esta planta esté recomendada como tratamiento complementario de alteraciones digestivas como la pirosis o acidez, la gastritis e incluso la úlcera. El té suave y reposado también se considera beneficioso dada su riqueza en taninos, compuestos que ayudan a desinflamar la mucosa gástrica.