Numerosas investigaciones surgen de la relación inversa entre el consumo de café y la aparición de cirrosis hepática. Una de las más relevantes en este sentido se ha hecho desde el Divisions of Research and Gastroenterology, Department of Medicine, Kaiser Permanent Medical Care Program, en Oakland (California). Los investigadores aseguran que hay uno o más componentes del café capaces de disminuir hasta un 22% el riesgo de que el hígado enferme gravemente. De hecho, los bebedores de café con antecedentes cirróticos en la familia presentan bajos niveles de enzimas hepáticas (transaminasas), respecto a los que no toman café. ¿Es la cafeína la responsable? ¿Existe algún otro compuesto que produzca este efecto protector?
Café, hígado y cirrosis
La cirrosis es la consecuencia final de muchas enfermedades hepáticas crónicas. En el caso de la producida por el alcohol, el consumo de bebidas alcohólicas es lo que lleva a la pérdida de la arquitectura normal del hígado. Las células hepáticas se van muriendo e inmediatamente son sustituidas por un tejido fibroso (parecido a una cicatriz) que da lugar a la disminución progresiva de las funciones del órgano. El hígado es esencial para el cuerpo; elimina o neutraliza sustancias tóxicas de la sangre, produce agentes inmunitarios para controlar las infecciones y elimina gérmenes y bacterias de la sangre. Asimismo, fabrica proteínas que regulan la coagulación sanguínea y produce bilis para ayudar a absorber las grasas y las vitaminas solubles en grasa.Según Alexandra Tavani, del Instituto Farmacológico Mario Negri, cuanto mayor es el consumo de café menor es la presencia de la enzima gamma-glutamil-transpeptidasa (GGT) en la sangre, uno de los biomarcadores que se utilizan como indicador de la cirrosis. Los bebedores de alcohol que consumen cuatro o más tazas de café al día tienen un riesgo de que su hígado enferme cinco veces menor que los bebedores que no toman café. En el Norwegian Institute of Public Health han estudiado más de 51.000 individuos durante 17 años en busca de evidencias en este sentido. El fruto de esta investigación fue encontrar que los que consumieron como mínimo dos tazas de café diarias presentaron un riesgo de muerte por cirrosis alcohólica un 40% menor que los que no tomaron café nunca.
El papel de la cafeína
Todo parece apuntar a que no es la cafeína la única sustancia responsable. El equipo Klanzy, del Kaiser Permanent Medical Care Program, no identificó qué componente del café estaría jugando este papel protector observado en sus investigaciones.Con el objetivo de disipar esta duda, el Departamento de Estadística del Chair of Statistics in Medicine and Epidemiology, University of Milan-Bicocca, se ha propuesto evaluar los efectos del consumo de distintas bebidas que contengan cafeína sobre el riesgo de padecer cirrosis hepática. Sus conclusiones apuntan a que únicamente el café es el que presenta esta característica protectora y no el té u otras bebidas con cafeína. Como una de las bebidas naturales más consumidas alrededor del mundo, el café es una mezcla de muchas sustancias químicas; carbohidratos, lípidos, aminoácidos, vitaminas, minerales, alcaloides y otros componentes bioactivos como la cafeína, los diterpenos y el ácido clorogénico con actividad antioxidante. Este último se ha relacionado junto con la cafeína con la inhibición de la generación de cáncer en el hígado de animales de laboratorio.
No obstante, los investigadores creen que podría haber otras moléculas protectoras todavía por identificar. Pese a la cantidad de evidencias observadas, los expertos insisten en la necesidad de no abusar de esta bebida, al tiempo que subrayan que las sustancias contenidas en ésta podrían convertirse en la base de nuevos fármacos y terapias en un futuro no muy lejano.
Los investigadores no recomiendan confiar en esta bebida para prevenir la cirrosis, ya que la mejor estrategia para mantener un hígado sano es no beber alcohol en exceso y alimentarse correctamente. Debido a que los estudios son «observacionales», argumentan que no se pueden tomar como prueba para aplicar tratamientos o dar recomendaciones oficiales a la población. De hecho, todavía falta por dilucidar si los potenciales efectos del café sobre el hígado se mantienen después de añadir leche, nata, azúcar u otras sustancias que tan habitualmente se toman junto al café.
La innegable presencia de algún factor protector en el café ha llevado a los investigadores a ir más allá. Han tratado de buscar la relación entre el consumo de esta infusión con una de las formas más frecuentes de cáncer de hígado, el hepatocarcinoma, que es casi siempre la consecuencia de una enfermedad hepática de larga evolución, que en la mayoría de los casos es una hepatitis crónica. Existen algunos estudios significativos realizados en Europa y en Japón. En ellos se describe una relación inversa entre el consumo de café y la disminución del riesgo de sufrir cáncer de hígado, independientemente de la causa que lo provoque (virus, tóxicos o alcohol, entre otros).