El cáncer de páncreas se acompaña con frecuencia de una alteración intensa del estado nutricional del paciente, que se manifiesta a través de la pérdida de peso y la anorexia. La desnutrición puede deteriorar la capacidad funcional y la calidad de vida de la persona enferma: produce sensación de cansancio y de apatía e interfiere en la evolución y respuesta al tratamiento oncológico.
Una intervención nutricional precoz y sostenida en el tiempo puede ayudar a prevenir esta desnutrición y pérdida de peso. También contribuye a preservar la masa muscular y evitar déficits nutricionales. La suma de todas estas circunstancias repercutirá positivamente en el bienestar del paciente y en su tolerancia al tratamiento del cáncer.
La Asociación Cáncer de Páncreas (ACANPAN) y la Fundación MÁS QUE IDEAS han presentado la segunda edición de la guía ‘Cáncer de páncreas: alimentación y calidad de vida’. El objetivo de esta publicación es que tanto pacientes como cuidadores tengan a su disposición una práctica herramienta que les permita tomar decisiones orientadas a mejorar su calidad de vida en cada fase de la enfermedad.
«Desde el diagnóstico los pacientes se enfrentan a múltiples cambios y enormes dudas y confusión sobre lo que ellos pueden hacer para cuidarse y les resulta muy difícil encontrar la información adecuada y específica para esta enfermedad», explica Cristina Sandín, presidenta de ACANPAN.
En la elaboración de la guía han participado altruistamente 15 autores de diferentes disciplinas sanitarias. La publicación es gratuita y puede solicitarse en formato físico o descargarse online a través de ACANPAN y la Fundación MÁS QUE IDEAS.
¿Cómo afecta el cáncer de páncreas a la alimentación?
«El cáncer de páncreas y los tratamientos oncológicos pueden afectar en todos los aspectos relacionados con el proceso de alimentación y nutrición de la persona afectada», expone Alicia Calleja, dietista-nutricionista, doctora en Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) y coautora de la guía.
«Puede condicionar el rechazo de algunos alimentos y técnicas culinarias empleadas en su preparación, alterar la percepción de los olores y los sabores de los alimentos, dificultar el simple hecho de masticar y tragar (por la inflamación de las encías y de la boca de forma general) y alterar el proceso de digestión y de absorción, originando episodios de náuseas, vómitos y diarrea», resume.
Hay tres factores que hacen sospechar que una persona con cáncer está en riesgo de desnutrición:
- el bajo peso.
- una pérdida de peso acusada en los últimos meses de forma no intencionada.
- sufrir una enfermedad que quita el apetito (como el cáncer de páncreas) o prever que va a ocurrir algo (como una operación o un tratamiento complejo) que impedirá alimentarse con normalidad.
«La desnutrición puede y debe ser detectada lo antes posible, para que pueda ser tratada con el consejo dietético que se requiera y con el soporte nutricional más adecuado», advierte la especialista. Y añade que «es muy importante que el paciente y sus familiares transmitan los cambios en la ingesta, la pérdida de peso, las molestias gastrointestinales, al personal médico y de enfermería de los Servicios de Oncología. Ellos podrán contactar con las Unidades de Nutrición y, desde allí, comenzarán a trabajar en el tratamiento dietético nutricional que requiera».
Alimentación adaptada al cáncer de páncreas
Un paciente de cáncer de páncreas pasa por distintas fases durante la enfermedad y, en todas, la alimentación influye y se ve afectada. Adaptar distintos modelos en función del momento en el que se encuentre la persona es fundamental.
Como recalca Calleja, «durante todas las etapas del proceso oncológico la correcta alimentación adquiere un papel fundamental en varios aspectos: para cubrir las necesidades nutricionales y favorecer un correcto estado nutricional, para potenciar una mejor tolerancia a los tratamientos oncológicos y para seguir disfrutando de los aspectos sociales y sensoriales de la comida en la mesa».
Aumentar el aporte energético y proteico, controlar la ingesta de grasas, favorecer el control glucémico o el control la diarrea son algunos de las recomendaciones de la dietista-nutricionista. «En esta guía facilitamos los diferentes planteamientos alimentarios que acompañarán a los diversos escenarios que puedan plantearse a lo largo del proceso oncológico», señala.
🔴 Menús para todas las situaciones
Conscientes de las individualidades alimentarias de cada paciente, en la guía se dan consejos nutricionales y menús ajustados a distintas situaciones. Por ejemplo, si el paciente tiene poco apetito se recomienda hacer comidas frecuentes, no muy abundantes, que incluyan alimentos que aporten mucha energía y nutrientes en poco volumen. También se han contemplado los cambios en las tendencias nutricionales: las dietas ovolactovegetarianas o aquellas que no incluyen lácteos cuentan con diversas propuestas de menús.
La doctora explica que pueden realizarse todas las adaptaciones que sean necesarias. «No se trata de engordar al paciente, sino de nutrirlo de forma adecuada. Hay que proporcionar el soporte nutricional de acuerdo con la clínica de cada persona».
🔴 Recetas para todos los gustos
Alimentarse no es solo nutrirse, también es disfrutar de la comida y saborear los ingredientes y, si es posible, en familia. «Comemos con nuestros sentidos: el aspecto y la presentación del plato, los olores que emite, los sabores que estimula y la textura que ofrece, van a condicionar que se ingiera o no. Así que resulta imprescindible cuidar todos estos aspectos en la preparación de los platos que se vayan a ingerir», afirma Calleja.
Para facilitar a pacientes y cuidadores la elaboración de comidas, la guía incluye unas prácticas, saludables y sabrosas recetas. Están adaptadas a las diferentes etapas por las que pasa en enfermo de cáncer de páncreas. Han sido elaboradas por la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla con las pautas de la dietista-nutricionista.