Las cerezas, que anuncian la proximidad del verano, tienen cualidades beneficiosas para la salud que van más allá de su aportación en vitaminas, oligoelementos y fibra. Son buenas contra la hiperuricemia y la gota, ya que reducen el ácido úrico y alivian el dolor asociado a la artritis gotosa. Es momento de consumir cerezas, ahora que comienzan a llenar de color los escaparates de las fruterías. Su pronunciado y dulce sabor y su crujiente textura y jugosidad invitan a deleitarse con esta recién llegada fruta de temporada.
Las cerezas son aptas para dietas de control de peso, ya que tan solo aportan 48 calorías (un bol con 20 cerezas), y en caso de diabetes, a pesar de ser dulces. También destacan por su variedad y cantidad de antioxidantes de efectos preventivos en enfermedades crónicas y degenerativas, son idóneas para las embarazadas por su riqueza en folatos y muy aconsejables si se tiene hipertensión por su abundancia en potasio. Además, recientes investigaciones revelan que en la composición de las cerezas se han identificado compuestos con un potencial efecto reductor del ácido úrico, lo que las convierte en frutas óptimas para consumir en caso de hiperuricemia y gota.
Cerezas contra la hiperuricemia y la gota
Los resultados de diversos ensayos clínicos informan de que el consumo de cerezas es positivo para reducir el ácido úrico en caso de hiperuricemia, prevenir el ataque de gota y aliviar el dolor asociado a la artritis. Los hidroxicinamatos (catequina, epicatequina y ácido gálico) son la clase más abundante de compuestos fenólicos en las cerezas -representan un 42% del total-, seguidos de las antocianinas (23%). A estos compuestos se les adjudican efectos antiinflamatorios y depurativos, como la reducción significativa de la concentración de urato sérico en las cinco horas siguientes al consumo de cerezas.
La reducción de urato sérico tras el consumo de cerezas no sucede con la ingesta de la misma cantidad de uvas, fresas o kiwi
En el mismo ensayo se comprobó que con dosis similares de otras frutas (uvas, fresas y kiwi), ni las concentraciones plasmáticas ni urinarias de ácido úrico se modificaron. Esto explica que las cerezas contienen fitoquímicos, ausentes en las otras frutas, al menos en las mismas cantidades que en las cerezas, con cualidades beneficiosas en caso de hiperuricemia.
No obstante, no se encuentra en la bibliografía científica una explicación clara al mecanismo por el cual se reduce la concentración plasmática de ácido úrico ni al efecto antiinflamatorio contra la gota detectado en individuos tras el consumo de cerezas. Un consejo saludable es aprovechar la corta temporada natural de recogida de cerezas para comerlas como un buen hábito alimenticio que, además, mejora la condición de salud de las personas que están en riesgo o que padecen gota y artritis.
Cerezas: más que vitaminas, minerales y fibra
Las cerezas, además de proporcionar nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra dietética, proveen de fitoquímicos que ayudan a disminuir el riesgo de enfermedades crónicas y degenerativas como el cáncer y las enfermedades del corazón. Tanto en las dulces cerezas como en las guindas, de sabor más agrio, se han identificado antioxidantes, entre los cuales destacan las antocianinas (responsables del color rojo intenso de su piel y de su carne), catequinas, ácido clorogénico, glucósidos y melatonina.
En ensayos en los que se han aislado las antocianinas de las cerezas y las guindas, se ha comprobado que estos compuestos inhiben la oxidación del LDL colesterol (malo). De ahí que se promocione el consumo de estas frutas entre los hábitos dietéticos saludables para la prevención y tratamiento de las dislipemias. Estos y otros fitoquímicos, a su vez, demuestran propiedades antiinflamatorias a través de la inhibición de la actividad de la enzima ciclooxigenasa y de la enzima que metaboliza el ácido nítrico, una acción biológica que explica en parte su rol protector de las enfermedades cardiovasculares.
No es fácil dejar de comer cerezas una vez que se empieza. Su intenso y nada empalagoso sabor dulce y su crujiente textura las convierten en una de las frutas más apetecibles de la temporada. Las cerezas se mezclan con el colorido de otras frutas en una macedonia servida en un vaso o recipiente original. Si apetece comenzar el día con algo dulce, una propuesta consiste en tostar unas rebanadas de pan de pueblo o de pan de semillas y untarlas con mermelada de cerezas, con una sabrosa compota (se puede prescindir del toque de licor que propone la receta) o bien acompañarlas de un poco de requesón con cerezas confitadas.
Entre horas, un yogur con muesli y cerezas es un buen aperitivo para calmar el apetito. Como bebida dulce y refrescante, se puede probar el zumo de naranja con frambuesa y cerezas. Para comer, es posible sorprender a los comensales con un rico gazpacho de cerezas. Para deleitarse con los postres, se proponen dos deliciosas recetas: una sabrosa tarta de cerezas o, si la comida ya ha sido contundente, el sorbete helado de cerezas, más ligero.