Chile, un país alargado, pespunteado por la cordillera andina, y que muere en el Mediodía que se llama Patagonia. Los sabores únicos de sus platos se mezclan con sus increíbles parajes. Lagos, ríos y arroyos con aguas de incomparable pureza, extensos campos de hielo, glaciares… Cualquier rincón quedará grabado en la memoria del visitante, junto al sabor de alimentos que solo se pueden degustar en este lugar del Planeta.
Los regalos del mar
Uno de los alimentos que no hay que dejar de probar en la Patagonia chilena es el pescado. Su frescura y la pureza de las aguas en las que habita hacen que con un simple hervido; congrios, merluzas y lubinas, se conviertan en todo un manjar.
El marisco es otro de los productos que destaca en la cocina de esta región. La centolla de los canales patagónicos o los ostiones -similares a las ostras-, se suelen preparar «al pilpil» salteándolos en aceite, ajo y «ají cacho de cabra», un tipo de pimiento picante; o a la parmesana, añadiéndoles una crema de mantequilla y queso parmesano para gratinarlos a continuación.
Carnes con tradición
Las carnes también tienen su lugar en la cocina del sur de Chile, si bien su presencia no es fácil de identificar en los menús pues es probable que el visitante no haya oído nunca nombres como caiquén, guanaco o ñandú. El caiquén es un ganso y normalmente se prepara acompañado de patatas, verduras y calafate, una fruta típica de la región. El guanaco, un animal parecido a la llama y alimento predilecto de los indígenas, es una especie protegida en algunas zonas de los Andes, pues la calidad de su piel, su lana y el sabor intenso de su carne, lo han convertido en un ejemplar muy codiciado. Tanto la carne de guanaco como la de ñandú, un ave semejante al avestruz, se preparan principalmente estofadas o a la brasa.
El asado al palo es una de las preparaciones que merece la pena probar y contemplar. Para elaborarlo, se ensarta un cordero de corta edad en un palo de aproximadamente un metro de altura y en su base se prepara una fogata con la que se asa lentamente la carne. Su sabor y jugosidad, además de su llamativa preparación, convierten el asado al palo en una de las especialidades preferidas por los visitantes.
Frutas sin imitación
No hay otro lugar en el mundo que pueda presumir de calafates y ruibarbos tan sabrosos como los de la Patagonia chilena. El calafate es una baya de color violeta casi negro y sabor dulce, que se emplea como ingrediente de un buen número de preparaciones, por lo que su sabor puede estar presente en entrantes, segundos platos y postres. Además, este fruto da nombre a una de las regiones más conocidas de esta zona del país, pues desde ella parten las rutas de los glaciares en las que se contemplan, entre otros, el famoso glaciar Perito Moreno.
El ruibarbo es otro de los frutos apreciados de la zona. En realidad el ruibarbo es una planta cuya única parte comestible, el tallo, se consume como fruta. Su sabor es bastante ácido, por lo que se suele tomar con azúcar o formando parte de zumos y mermeladas en combinación con el calafate.
Después de cualquiera de estas ricas frutas, llega el momento del «ona-crema», una bebida elaborada con licor de café, coñac y crema chantilly, una crema dulce perfumada con vainilla, que ayuda a entrar en calor en el frío clima de la Patagonia.
Disfrute del viaje y ¡buen provecho!