El chocolate con churros es una receta típica de nuestra gastronomía, una combinación tradicional y, al mismo tiempo, versátil. A diferencia de otras preparaciones, es muy fácil imaginarla en distintos escenarios: un alegre desayuno, un tentempié de media tarde, una merienda deliciosa y hasta como potente “regenerador” tras una larga noche de fiesta. El chocolate con churros es una receta con “nombre y apellido”, difícil de separar, idónea para el invierno y muy apreciada por adultos y niños. Además, es económica. En el siguiente reportaje se ofrecen trucos y consejos para preparar este manjar en casa.
Churros caseros, consejos prácticos
Si queremos preparar un delicioso chocolate con churros, tendremos que empezar por estos últimos, ya que la masa se debe elaborar con un poco de antelación. Además de tener a mano la receta de los churros, conviene recordar algunas cuestiones.
La masa
Para elaborar la masa de los churros deberemos utilizar una cazuela amplia, alta y, a ser posible, de acero inoxidable. En ella pondremos a hervir agua con una pizca de sal. Cuando el agua empiece a hervir, se agrega la harina y, si queremos, un poco de levadura (así es como se cocinan en Andalucía, donde los churros se comen un poco más esponjosos). Lo siguiente es remover la mezcla de manera enérgica, hasta que la pasta se despegue de las paredes de la cazuela, y ¡listo! La masa de los churros no ofrece mayor dificultad, aunque sí algún secreto. Si queremos que queden más crujientes, el truco es agregar un huevo a la masa. Es preferible añadirlo batido y poco a poco.
La churrera
Una vez que la masa esté lista, debemos cargarla en un aparato llamado churrera. Puestos a elegir, la mejor es la de rosca, que permite que salga la masa con muy poco esfuerzo. La churrera no es un capricho: si optamos por no usarla, y recurrir a una manga pastelera, la masa puede quedar con burbujas en su interior al salir por la punta. Estas burbujas de aire encapsulado, al entrar en contacto con el aceite, causarán pequeñas explosiones. Por ello es mejor la churrera, ya que la masa resultante será mucho más compacta.
La fritura
La fritura de los churros es una parte fundamental en su elaboración.
Lo adecuado es freírlos en una sartén honda – conocida como «sartén parisina» – en abundante aceite de oliva caliente. Es importante que el aceite no llegue a humear, para que no se queme la grasa, pero que tenga la suficiente temperatura como para que, al añadir los churros, estos floten y se frían sin hundirse en el fondo.
- Si no disponemos de una «sartén parisina», nos puede servir una freidora con aceite limpio, una cazuela alta o, como último recurso, una sartén con cierta altura llena de aceite hasta las 2/3 partes de su capacidad, para que no rebose en el momento de agregar los churros para su fritura.
La clásica forma de lazo que suelen tener los churros se la daremos en el momento en que caigan de la churrera al aceite: cuando cortamos la masa, unimos los dos extremos.
No deben freírse muchos churros a la vez y hay que voltearles con la espumadera para que se cocinen por ambos lados. Cuando estén fritos y dorados, se colocan en un escurridor para que eliminen el exceso de grasa de la fritura.
Una vez escurridos, y aún muy calientes, se sirven en una fuente. Se espolvorean con azúcar blanquilla y se llevan a la mesa, junto con el chocolate a la taza caliente.
Chocolate a la taza casero, trucos para recordar
El chocolate también tiene sus trucos. Quizá el más importante es elegir bien el chocolate de base, ya que no todos sirven para esta receta. En las etiquetas, por lo general, puede leerse «chocolate para hacer», pero en ocasiones estos productos contienen una mezcla de cacao en polvo, harina y azúcar, si bien el cacao se emplea para preparar bebidas, pero no para repostería.
El chocolate a la taza original se elabora con agua, aunque también se puede hacer con leche. Con agua se le denomina «Chocolate a la española» y con leche, «Chocolate a la francesa». Para prepararlo, calentamos el agua o la leche en una cazuela. Cuando está bien caliente, retiramos del fuego e introducimos en ella el chocolate para que se disuelva. Si somos muy golosos, también puede añadirse un poco de azúcar.
Después, llevamos de nuevo al fuego hasta que hierva. Cuando comience a hervir, retiramos del fuego hasta que la mezcla deje de burbujear. Entonces se pone en el fuego de nuevo para que vuelva a hervir. Esta operación se repite tres veces para que el chocolate quede más denso. Con una cuchara de madera, se remueve el preparado hasta obtener el chocolate, que debe quedar completamente disuelto y, si se hace con agua, con una textura más ligera que si se hace con leche.
El último paso es llevarlo a la mesa para disfrutar de la combinación de ambas recetas: el chocolate con churros.