Los profesionales de la cocina siguen unas normas de fácil aplicación que permiten obtener una pasta al dente, que es la forma tradicional de consumir este alimento.
Recomiendan cocer la pasta en 1 litro de agua por cada 100 g de alimento. Al agua de cocción, se le añade un chorro de aceite de oliva y cuando rompe a hervir, un puñado de sal. Cuando alcanza el punto de ebullición, se añade la pasta y se remueve de vez en cuando para que no se apelmace. La pasta está «al dente» cuando está cocida en el exterior, pero en el interior queda un pequeño hilo de pasta cruda. En ese momento, se saca del fuego y se escurre. Si se va a consumir en el momento no es preciso refrescar la pasta, pero si no se consume al instante, se pasa por agua fría, se escurre y se unta con un poco de aceite de oliva para que no se apelmace.