Las ancas de rana con su carne delicada y pequeño tamaño son muy apropiadas para figurar como entrantes en cualquier comida que queramos hacer un poco vistosa. Las ancas son la única parte comestible de las ranas. Generalmente en el mercado nos las encontramos congeladas, aunque podemos encontrarlas frescas en pescaderías especializadas. Ya sean frescas o congeladas se comercializan peladas y limpias. La carne que queda es tierna y el tiempo de cocción que necesitan es muy pequeño. Se suele realzar su sabor suave añadiéndoles un elemento de sabor pronunciado y bien definido como el ajo o el limón.
Cocinar ancas de rana Las dos formas más habituales de preparar las ancas de rana son al horno o en fritura. En cualquier caso, media hora antes de introducirlas al horno o de rebozarlas y freírlas, se suelen marinar con un poco de zumo de limón y aceite, y posteriormente se cocinan.
Ancas al horno: Picamos perejil, ajo y mezclamos con pan rallado. Con esta mezcla embadurnamos las ancas de rana previamente marinadas. Colocamos las ancas empanadas en una fuente de horno y horneamos hasta que se gratine la parte superior de las ancas.
Ancas fritas: Una vez sacadas las ancas del marinado las pasamos por harina y posteriormente por huevo batido y las freímos ligeramente en una sartén con aceite caliente. Cuando las ancas estén doradas las sacamos de la sartén y las espolvoreamos con un poco de perejil picado.
Lo habitual es preparar 4 pares de ancas por persona, es un entrante fácil de preparar y además no necesita cubiertos para su consumo ya que este plato es más sabroso comido con los dedos (depende del protocolo de la mesa).