Más allá del aceite de oliva y de los vegetales protectores típicos de la dieta mediterránea, hay alimentos como los huevos y las carnes que reivindican su aportación a esta saludable manera de alimentarse. Su riqueza en un nutriente esencial, la colina, con demostradas propiedades antiinflamatorias, al igual que su derivado, la betaína, contribuye a exaltar las virtudes de un estilo alimentario muy nuestro.
De la colina a la betaína
Ningún alimento natural es «bueno» o «malo», se trata de aprender a comer bien cuando se come mal. El exceso en el consumo de carnes, lácteos y huevos puede provocar enfermedades, sobre todo por el tipo de grasas que contienen, pero su aporte en la justa medida puede ofrecer ventajas nutricionales, precisamente en la prevención de problemas de salud.Los procesos inflamatorios crónicos están implicados en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, degeneración cognitiva como la demencia tipo Alzheimer o la diabetes tipo 2. Investigadores de la Universidad Harokopio de Atenas han demostrado que la ingesta de colina y su derivado, la betaína, puede reducir la inflamación y, por tanto, el riesgo de enfermar. No obstante, los mismos investigadores advierten de la necesidad de más estudios para confirmar o refutar sus interesantes resultados, de manera que se pueda hablar con solidez de evidencia científica y no solamente de sugerencias científicas.
La colina se encuentra de forma natural en vegetales como las espinacas, las legumbres y también en el pescado
La colina está considerada como un nutriente esencial, es decir, nuestro organismo la sintetiza en cantidades insuficientes, por lo que hay que consumirla a través de alimentos como la yema de huevo, el hígado, la soja, la carne, la leche y los cacahuetes. También se encuentra en cantidades más pequeñas en verduras como la lechuga y las coles. El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA, en sus siglas inglesas) ha desarrollado una base de datos con la concentración en nutrientes de los distintos alimentos, y en la lista se incluyen los más ricos en colina.
En nuestro cuerpo la colina está presente en las membranas celulares en forma de fosfatidilcolina (también llamada lecitina), sustancia que juega un papel importante en el metabolismo de las grasas, ya que facilita su transporte desde el hígado a las células. Así mismo forma parte de otros compuestos de gran importancia funcional como la acetilcolina, un neurotransmisor esencial para el buen funcionamiento del sistema nervioso.
La colina está estrechamente ligada con la betaína. La diferencia reside en su composición química; la colina se compone de cuatro grupos metilo unidos y, cuando dona uno de estos grupos a otra molécula, se convierte en betaína. Esta sustancia es muy importante para el funcionamiento del hígado, la reproducción de las células y los procesos de desintoxicación. Se encuentra de forma natural en vegetales como las espinacas, las legumbres y también en el pescado.
El nexo de unión: la homocisteína
Desde el Harvard Medical School se ha investigado que la colina y la betaína son capaces de reducir los niveles de homocisteína, una sustancia íntimamente relacionada con los procesos de inflamación y la aparición de enfermedades. En el estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, los investigadores utilizaron los datos alimentarios y bioquímicos de 1960 voluntarios. Las personas que ingirieron más colina en su dieta diaria (401 miligramos/día) presentaron una concentración un 9% inferior de homocisteína en plasma que los que tomaron menos colina con sus alimentos (234 miligramos/día).En cuanto a la ingesta de betaína los resultados fueron parecidos, los miembros del grupo que tomaron una media de 689 miligramos diarios tuvieron un nivel un 9,2% menor de homocisteína que los que tomaron unos 383 miligramos diarios.
Parece ser que el mecanismo que hay detrás de los resultados observados es que la colina y la betaína se oxidan y le dan uno de sus grupos metilos a la homocisteina, que entonces se convierte en otro aminoácido (metionina) y pierde así su capacidad inflamatoria. Todo esto ocurre, según los propios investigadores, en el hígado y en los riñones. De todos modos se necesitan aún más investigaciones para llegar a conocer a fondo la actuación de estas sustancias en el organismo y, por lo tanto, poder establecer dosis óptimas para prevenir enfermedades o ayudar a curarlas.
¿Bajas recomendaciones?
Las dosis diarias recomendadas de colina fueron establecidas en el año 1998 por la Food and Nutrition Board en 550 miligramos al día para hombres y 425 miligramos para mujeres. Aun así, en el estudio de Harvard la media de ingesta calculada fue de 313 miligramos al día, lo que indicó que es posible que la población general esté tomando menos cantidad que la necesaria recomendada. Otros estudios recientes como el de la University of North Carolina y la University of Colorado Health Sciences Center (Denver), publicado también en «American Journal of Clinical Nutrition», apuntan que se necesita más investigación que determine los niveles necesarios de colina en personas adultas como los hombres en general o las mujeres en la post-menopausia, que es posible que necesiten mayores cantidades que las que se recomiendan en la actualidad.Por otro lado, altas dosis de colina (10-16 gramos/día), normalmente producidas a través de la toma de suplementos o complementos dietéticos, han sido asociadas con vómitos, sialorrea (excesiva producción de saliva) e incremento de la sudoración. También aparece relacionado un excesivo olor corporal a pescado, resultado de la excreción de trimetilamina, que es un producto final derivado de la colina, y que sirve para medir la frescura y calidad del pescado. Parece ser que dosis de 7,5 g de colina diarios tienen un efecto hipotensivo, disminuyen la presión sanguínea y pueden provocar mareos y malestar general.
Pacientes con enfermedad de Parkinson, depresión o con un trastorno genético conocido como trimetilaminuria o síndrome de olor a pescado pueden sufrir más efectos adversos derivados de la ingesta de colina incluso en dosis menores a las recomendadas.
La homocisteína es un aminoácido no esencial. Los niveles plasmáticos elevados de homocisteína parecen estar relacionados con trastornos inflamatorios y vasculares, incluidos la aterosclerosis, el lupus, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoide. Respecto a la aterosclerosis, la homocisteína es una molécula inflamatoria que induce daño endotelial, deterioro de la dilatación arterial e inflamación vascular, independiente de otros factores dietéticos de deterioro arterial como el exceso de grasa saturada y de colesterol.
Para la enfermedad arterial coronaria, niveles elevados de homocisteína en sangre (hiperhomocisteinemia) se asocian a un riesgo similar al del tabaquismo o al de la hiperlipidemia (niveles elevados de colesterol y/o triglicéridos en sangre). Por otra parte, varios estudios han informado del incremento de los niveles de homocisteína en la circulación y en la capa interna del intestino de los pacientes con enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa. Sin embargo, la contribución de la homocisteína al desarrollo o empeoramiento de la enfermedad inflamatoria intestinal aún está por determinar.