Las enfermedades crónicas, también denominadas “enfermedades no transmisibles”, son dolencias de larga duración que se desarrollan de forma lenta, a medida que pasan los años. Los cuatro tipos principales son, según la Organización Mundial de la Salud, las patologías cardiovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes. Suponen una auténtica pandemia, ya que generan el 63% de todas las muertes anuales en el mundo, una cifra que en España no es muy diferente (un 60%). Por ello, el Ministerio de Sanidad publicó un informe en diciembre de 2013 en el que valora la evolución de los factores más implicados en la génesis de dichas enfermedades: el tabaquismo, la inactividad física, la obesidad, el consumo insuficiente de frutas y verduras y el consumo de alcohol. El siguiente artículo profundiza en estos aspectos, muchos de los cuales están ligados con la alimentación.
Enfermedades crónicas: los cinco factores de riesgo, al detalle
El informe del Ministerio de Sanidad, titulado ‘Tendencia de los principales factores de riesgo de enfermedades crónicas’, se basa en las Encuestas Nacionales de Salud. Tras monitorizar a muestras representativas de la población española mayor de 16 años en los años 2001, 2003, 2006, 2009, 2011 y 2012, el Ministerio publicó este documento, con la evolución de la prevalencia de los citados factores de riesgo. Supone un muy buen punto de partida para abordar la prevención y el control de las enfermedades crónicas mediante líneas de acción eficaces.- 1. Tabaquismo. Aunque la proporción de fumadores en España sigue siendo alta, esta ha disminuido, tanto en hombres como en mujeres. En 2001 había un 34,5% de fumadores, mientras que en 2011/12 la cifra era de un 27,1%. No obstante, en el grupo de mujeres de entre 45 y 64 años la tendencia fue ascendente. También disminuyó el porcentaje de grandes fumadores (20 o más cigarrillos al día), que pasó de un 11% a un 8,3%. Es más frecuente que fumen los varones que tienen menores niveles de estudios. En mujeres, el patrón es diferente, ya que depende de la edad: en las menores de 45 años, el porcentaje de fumadoras más bajo se observa en las que tienen más estudios, mientras que en las mayores de 45 años sucede al revés.
- 2. Inactividad física. La inactividad física tiene muy preocupados a los responsables sanitarios, ya que supone el cuarto factor de riesgo de mortalidad, por detrás del tabaquismo, la hipertensión arterial y el exceso de azúcar en la sangre. El informe revela un dato nada esperanzador: más del 40% de la población adulta española (39% en hombres y 49,9% en mujeres) se declara inactiva en su tiempo libre, algo que es más frecuente en individuos con menor nivel de estudios. La tendencia de la inactividad física en la década estudiada fue desigual, ya que aumentó entre 2001 y 2003, se redujo hasta 2006 y volvió a aumentar desde entonces hasta 2011 y 2012.
- 3. Obesidad. No menos preocupante resulta la obesidad. Se estima que al menos una de cada 13 muertes podría estar asociada con el exceso de peso. El informe indica que «la obesidad es responsable del 80% de los casos de diabetes del adulto, del 55% de los de hipertensión arterial en adultos y del 35% de los casos de la enfermedad coronaria«. En España, la frecuencia de la obesidad en adultos aumentó en términos absolutos un 3,8% en todos los grupos de edad y sexo estudiados, salvo en las mujeres de 45 a 63 años, en las que la obesidad se redujo un 2,6%. El exceso de peso es más frecuente en personas con un menor nivel de estudios.
- 4. Consumo insuficiente de frutas y verduras. Cada vez más estudios de investigación muestran, según el informe, que el consumo de frutas y verduras podría reducir el riesgo de algunas las principales enfermedades crónicas. De hecho, se indica que la ingesta diaria de 5 o más raciones de frutas y verduras (que corresponde a unos 400 gramos) reduciría el riesgo de enfermedad coronaria en un 17%. Se detalla que la relación entre un mayor consumo de frutas y verduras y la reducción del riesgo de cáncer de boca, faringe, esófago, colon y recto es «probable». Sin embargo, el informe no aporta buenas noticias: casi tres de cada diez españoles (el 28,6% de la población adulta del país) presentan un consumo insuficiente de frutas y verduras, una cifra que arroja pocas variaciones en el decurso de la década analizada por los investigadores. Es más frecuente que los hombres tomen menos frutas y verduras que las mujeres. Como sucede con otros hábitos de salud, el escaso consumo de frutas y verduras es mayor en individuos con menores niveles de estudios.
- 5. Consumo arriesgado de alcohol. Europa es, según la OMS, una de las zonas del mundo con mayores niveles de consumo de alcohol y de daños relacionados con su ingesta. El consumo de alcohol se asocia con diversos riesgos para la salud. El informe detalla que, además de generar diversas enfermedades (el 3% de las muertes por cáncer están relacionadas con el alcohol), tomar alcohol se relaciona con diversos «daños colaterales». Así, entre un 30% y un 50% de los accidentes de tráfico son atribuibles al alcohol, por no hablar del perjuicio que puede ejercer en las personas del entorno del bebedor, ya sea a través de la violencia en la calle, la violencia doméstica o mediante el uso de recursos públicos (se incrementan los costos de la atención sanitaria y de hacer frente a la delincuencia y el desorden). En este caso, el informe revela datos esperanzadores, ya que el porcentaje de consumidores de una cantidad de alcohol que supone un riesgo crónico para la salud ha disminuido: era del 4,1% en 2003, mientras que en 2011 y 2012 se situó en un 1,2%. En cuanto a la relación con niveles de estudios, se observa que en hombres existe una relación inversa (a mayores niveles de estudios, menor consumo arriesgado de alcohol), algo que no se observa en mujeres (no parece haber una asociación).
Controlar los factores de riesgo para prevenir las enfermedades crónicas
Para la OMS, la prevención y el control de los factores de riesgo antes detallados, así como de las enfermedades crónicas que genera, requiere un enfoque integral que fuerce a todos los sectores a impulsar actuaciones eficaces. Ello incluye no solo a los sectores sanitarios, también a los de finanzas, asuntos exteriores, educación, agricultura y planificación. La propia OMS tiene un Plan de acción en el que propone promover intervenciones para reducir los principales factores de riesgo de enfermedades no transmisibles.
Sea como fuere, aunque los responsables sanitarios tienen mucho que decir, no hay duda de que los principales «secretos» de una buena salud no se esconden en las pastillas de vitaminas, en los famosos antioxidantes, en estrafalarios quemagrasas, en complementos dietéticos o en seguir dietas «depurativas» ni dietas «milagrosas», sino que están detrás de los cinco factores detallados en el presente texto y sobre los que, a nivel individual, podemos actuar.