Las personas que siguen una dieta hipocalórica para adelgazar e incluyen el pan en su alimentación diaria registran una mayor adherencia a este régimen y son capaces de prolongarlo más tiempo. Además de reducir los mismos kilogramos que aquellos que han excluido este alimento, el consumo de pan mejora sus marcadores antropométricos, bioquímicos e inflamatorios.
Ésta es la conclusión principal del estudio «Comparación de la utilidad de dos dietas hipocalóricas equilibradas con inclusión versus exclusión de pan en el tratamiento de pacientes con sobrepeso y obesidad», presentado en Madrid con el objetivo de analizar si el pan es un alimento prohibido en la dieta de adelgazamiento.
De las 104 mujeres -122 iniciales- que finalizaron el estudio clínico durante las 16 semanas que duró, se detectaron mejores resultados en quienes incluyeron el pan en su dieta diaria, entre quienes el abandono fue menor (56 frente a 48) y la adherencia al tratamiento mayor, mientras que la bajada de peso fue la misma en ambos grupos (pan y no pan). «La ausencia de pan desequilibra la dieta. No hay evidencia científica de que el pan se asocie a la obesidad. Por tanto, su exclusión no está justificada de ninguna manera», destacó la jefa de la unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital La Paz y directora del estudio, la doctora Carmen Gómez.
Además, el seguimiento ha constatado cómo quienes comían pan se sentían más saciados a los 60 y 90 minutos de la ingesta, mejoraron sus niveles calóricos, el aporte de carbohidratos y aumentaron el número de comidas al día. No obstante, el fin del tratamiento era también enseñarles a llevar una buena alimentación y a incluir el ejercicio físico -caminar a buen ritmo tres veces por semana- en su vida diaria. «La actividad física no es esencial para bajar de peso sino para no recuperarlo con tanta facilidad cuando se abandona la dieta», explicó Gómez.
En cuanto a las dosis de pan recomendadas, la doctora indicó que la cantidad media son entre 200 y 250 g al día, cifra que se reduce si se realiza una dieta hipocalórica (100-180 gramos) o se aumenta si la persona se somete a mucha actividad física. Gómez incidió en las diferentes clases de pan, ante lo que aseguró que aunque el «pan blanco y el negro» tienen las mismas calorías, es mejor el segundo por su alto aporte en fibra. Por lo que se refiere al pan de molde, afirmó que «no es el pan de cada día», ya que incluye grasas vegetales. Respecto al «mito» de que el pan tostado «no engorda», señaló que no es así, ya que «al ser un pan deshidratado, tiene las mismas calorías aunque con los nutrientes más concentrados».