La Academia Americana de Pediatría (AAP), preocupada por las elevadas tasas de obesidad infantil en Estados Unidos, ha aconsejado muchas veces cómo mejorar la nutrición de los niños en diversos ámbitos, entre ellos, la escuela. En respuesta a la insistencia de entidades como la AAP, el gobierno estadounidense ha implementado desde 2004 una serie de políticas encaminadas a mejorar la nutrición de los escolares, como el control de los alimentos que hay en las máquinas expendedoras. No obstante, una revisión del Comité de Nutrición de la AAP ha descubierto que el acceso de los menores a alimentos superfluos, con mucha energía pero pocos nutrientes, sigue siendo alto. El presente artículo detalla el porqué de este hallazgo y qué medidas tomar al respecto.
Primer paso: limitar la disponibilidad de alimentos insanos
El exceso de peso en la infancia, tal como recoge el artículo ‘Diez consejos para prevenir la obesidad infantil‘, es hoy por hoy una auténtica crisis de salud pública. En nuestro país, el 10% de los niños padece obesidad y el 20% tiene sobrepeso, según la Encuesta Nacional de Salud más reciente. Son cifras, además, que no parecen mejorar con el paso de los años, más bien lo contrario.
Existen diversas medidas para tener en cuenta con el fin de abordar esta crisis, como la restricción de la publicidad de alimentos insanos, promocionar el ejemplo de los padres o seguir los consejos del «programa 5210«. Sin duda, un paso necesario e ineludible es limitar el acceso a los escolares a alimentos superfluos, como los que muchas veces están en las máquinas expendedoras.
No obstante, no es menos crucial concienciar a adultos y pequeños de la importancia de una alimentación saludable. Es lo que se desprende del último análisis en relación a la alimentación de los menores llevado a cabo por el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría (AAP), recogido en la edición de marzo de 2015 de la revista Pediatrics. En él se lee que la nutrición escolar ha mejorado de forma sustancial desde que se han implementado los programas que controlan la disponibilidad de alimentos superfluos (como las bebidas azucaradas) en los comedores, en las tiendas o en las máquinas expendedoras de los colegios. Pero su análisis revela algo preocupante: el acceso regular a alimentos insanos es todavía elevado, a causa de la calidad nutricional de los alimentos que traen al centro educativo los niños, los padres o el personal del colegio.
Los entornos informales aportan muchas calorías vacías a los niños
Los menores pueden acceder a la comida en la escuela a través de tres vías: la comida que se ofrece en el centro (comedor), la que encuentran en máquinas expendedoras o tiendas escolares y la que proviene de «innumerables entornos informales», en palabras de la AAP. Ejemplos de tales entornos son la comida que trae el propio niño al colegio, la que proviene de eventos para recaudación de fondos (como los viajes de fin de curso) o la que siempre hay en cumpleaños u otras muchas celebraciones escolares. Las «calorías vacías» que proceden de estos ámbitos informales aportan buena parte de la energía que consumen los pequeños, según este nuevo informe, y contribuyen a la epidemia de obesidad infantil.
El control de esta entrada de alimentos, que no está regulado, «representa un reto importante para la mejora de la nutrición en las escuelas», según declaró el 1 de marzo el doctor Robert Murray, primer firmante del consenso de la AAP, para la revista AAP News. En el documento aparece que la mala calidad de los alimentos de estos entornos informales «es en gran parte atribuible a los estudiantes, a los padres y al personal del centro escolar».
Nueva meta: educar a niños y adultos para comer mejor
Por todo lo anterior, además del imprescindible control de los alimentos que existen en comedores, locales de venta de alimentos y bebidas o máquinas expendedoras, es preciso enfocar las políticas alimentarias para que mejoren los conocimientos de niños, padres y educadores con respecto a los productos que consumen los menores en los entornos informales de la escuela.
Las recomendaciones de la AAP para abordar esta situación son las siguientes:
- En primer lugar, se debe elogiar el trabajo del personal responsable de cualquier mejora en las comidas escolares o en los alimentos que se venden en los centros educativos.
- Además, hay que apoyar los esfuerzos de las autoridades sanitarias para garantizar la adecuación nutricional de los pequeños en edad escolar.
- Conviene informar a estudiantes, padres y autoridades del colegio para que entiendan que debe reducirse el exceso de calorías, de grasas sólidas, de azúcares añadidos y de sodio y fomentarse el consumo de una alimentación saludable.
- Se debe aconsejar a las familias y al personal de la escuela sobre cómo mejorar la calidad nutricional de los alimentos que niños o adultos traen al centro en los «entornos informales» antes citados.
Una importante manera mejorar la alimentación de los menores es la participación en los consejos u otros órganos escolares de pediatras, dietistas-nutricionistas, enfermeros y responsables de los servicios de alimentación de los colegios. En palabras de la AAP, «el desarrollo de prácticas y políticas con la participación de los estudiantes y del personal escolar puede ser una forma potente de educar en relación a la calidad nutricional».