Comida orgánica, ¿más nutritiva?

Dos trabajos publicados recientemente alimentan el debate sobre si son más saludables los alimentos orgánicos que los convencionales
Por Mercè Fernández 2 de agosto de 2007

Algunos consumidores pueden creer que está fuera de toda duda la superioridad nutricional de la comida orgánica frente a la convencional, pero lo cierto es que no es así. Hasta ahora, los resultados de diferentes estudios no han sido ni concluyentes ni concordantes aunque sí han evidenciado la necesidad de nuevas investigaciones que esclarezcan la incógnita. Para alimentar el debate, dos trabajos publicados este mes aportan nuevos datos. Uno de ellos es de las universidades de California-Davis y de Minnesota (EEUU) y se acaba de publicar en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry. El estudio sugiere que los tomates orgánicos podrían ser más saludables porque contienen más flavonoides, en concreto quercetina y kaemferol.

Como otros flavonoides, la quercetina y el kaemferol son antioxidantes y se hallan en diferentes vegetales y frutas. El trabajo de los estadounidenses afirma que los tomates orgánicos que han analizado contienen entre un 70% y un 97% más cantidad de estos flavonoides que los tomates cultivados de forma convencional. El incremento no es poca cosa pero, aun así, algunos expertos apuntan que no demostraría la superioridad nutricional de los tomates orgánicos. Un mayor nivel de flavonoides no quiere decir que la comida sea necesariamente mejor porque dependería, entre otras cosas, no sólo de lo relevante o lo activo que es ese flavonoide en el metabolismo humano, sino también del propio alimento.

El ketchup, apunta un científico de la Agencia de Seguridad Alimentaria británica (FSA, en sus siglas inglesas), tiene mayores niveles de licopeno que cualquier tomate, orgánico o convencional. Eso, sin embargo, no lo convertiría en mejor alimento que el tomate. Por otro lado, no está claro que la quercetina y el kaemferol sean flavonoides más relevantes para nuestro metabolismo que otros. Otra cosa diferente es explicar porqué hay menos flavonoides en los tomates convencionales. La razón, explican los autores, es la sobrefertilización de las plantas convencionales. Los flavonoides son producidos por las plantas como un mecanismo de defensa frente al déficit nutricional. Eso no quiere decir tampoco que con suelos empobrecidos se consigan más flavonoides sino que parece ser mejor no fertilizar demasiado. En el cultivo orgánico no se recurre a fertilizaciones químicas y el incremento de flavonoides, dicen los autores, se corresponde con la disminución de materia orgánica acumulada en los campos de cultivo orgánico y con una menor aplicación de estiércol, una vez que la tierra ya ha conseguido un cierto equilibrio de nutrientes.

Leche orgánica versus convencional

Un mayor nivel de flavonoides no quiere decir que la comida sea necesariamente mejor

El segundo trabajo es el que afirma que la carne y los lácteos orgánicos hacen que las madres tengan mejor calidad en los lípidos de su leche materna. Publicado en la revista British Journal of Nutrition, el estudio ha comparado la alimentación y la leche del pecho de 312 madres en periodo de lactación. Según los autores, las mujeres que tomaban más carne y lácteos de origen orgánico tenían en su leche mayor cantidad de ácido linoleico conjugado.

El ácido linoleico conjugado es un ácido graso muy frecuente en los aceites vegetales que se puede presentar en la forma de diferentes moléculas. También se encuentra en la grasa animal (en la carne de rumiantes y en su leche), como ácido ruménico. En los últimos años ha despertado mucho interés porque algunos estudios muestran que podría tener beneficios sobre el sistema inmunitario, tener efectos antioxidantes y reducir los niveles de colesterol y de triglicéridos.

Los investigadores, un equipo de varias universidades y centros dirigido por Lukas Rist, del Hospital Paracelsus Richterswill en Suiza, han hallado que el ácido ruménico (el ácido linoleico conjugado más habitual) se incrementaba en la leche materna hasta llegar a una concentración de 0,34% en peso cuando en la dieta, hasta un 90% de la carne y los lácteos eran de origen orgánico, frente al 0,25% en peso de ácido ruménico cuando la dieta no incorpora ningún producto orgánico. Los incrementos también se daban en el caso del ácido transvaccénico -que también se considera de la familia del ácido linoleico conjugado porque el aumento de uno va parejo del aumento de otro. En este caso, los incrementos pasaban de 0,48% en peso cuando la dieta no incorporaba alimentos orgánicos a un 0,59.

Ello, no obstante, no sería concluyente sobre un mayor beneficio de la alimentación porque los efectos de estos ácidos en los bebés son, dicen los autores, todavía desconocidos. «Sin embargo, hay estudios prometedores en modelos animales y en estudios clínicos con humanos adultos». El estudio tampoco esclarece si esos incrementos, que a nivel de cifras no parecen muy acentuados, realmente significarían algo sobre la salud. Lo que sí hace el estudio es confirmar otros resultados anteriores en los que se apuntaba que los perfiles de lípidos en la leche cambiaban si la granja era de producción orgánica.

Omega 3

Así, un trabajo del Centro Federal para Investigación en Nutrición y Alimentación de Kiel (Alemania), dado a conocer el pasado mes de mayo, mostraba que la leche de producción orgánica tenia porcentajes más altos de ácidos grasos omega 3 (hasta 56%) que la convencional (hasta 0,53%). El trabajo, dicho sea de paso, no tenía una orientación nutricional sino que se trataba de establecer un método para identificar y certificar que la leche es efectivamente de producción orgánica. Y parece ser que el perfil de lípidos es un buen candidato.

No es la primera vez que se apuntan resultados sobre los ácidos grasos omega 3 de la leche orgánica. Algunas administraciones, sobre todo en países que tienen muchos más consumidores vegetarianos y orgánicos que en España, se están dando cuenta del riesgo que implica si los consumidores no están bien informados en este tema. Por si acaso, la FSA ha advertido a los consumidores que recuerden que los omega 3 de la leche orgánica (ácido alfa-linoleico) no son los omega 3 del pescado (el ácido eicosapentanoico y, sobretodo, el ácido docosahexanoico), por lo cual no deberían prescindir de este último.

DIFERENCIAS, PERO NO SUFICIENTES

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¿Hay diferencias entre los alimentos orgánicos y los convencionales? Sí, apuntan todos los estudios, pero no son suficientes como para decir que sean mejores nutricionalmente. Además, una dieta bien equilibrada puede aportar tantos o más beneficios que el hecho de que los alimentos sean orgánicos o no. Las diferencias halladas hasta ahora son, por ejemplo, un mayor contenido de ácido ascórbico en vegetales de hoja y en patatas orgánicas. También una concentración menor de proteína en cereales y algunos vegetales orgánicos, pero de mejor calidad. Así lo apuntaba un trabajo de la Universidad de Harokopio, en Atenas, publicado en 2003. Para el resto de nutrientes, decían los autores, las evidencias son insuficientes para extraer conclusiones.

Más recientemente, en 2006, el mismo equipo griego afirmaba que los vegetales orgánicos parecen tener menos nitratos que los convencionales aunque, de nuevo la incerteza, no está claro si los niveles de los vegetales convencionales suponen una amenaza para la salud o no. Los alimentos orgánicos son una opción sostenible, más ecológica y respetuosa con el medio ambiente y de la cual se espera que sus productos contengan menos residuos fitoquímicos que los convencionales -aunque los orgánicos, apuntan algunos trabajos, pueden tener un mayor riesgo de presencia de microorganismos patogénicos. Pero en términos de nutrición y seguridad, hasta ahora nadie ha podido establecer que hayan diferencias significativas que hagan a los unos superiores a los otros.

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