De entre los numerosos mitos que existen alrededor de la lactancia materna, varios tienen que ver con el sabor de la leche. ¿Hay alimentos que hacen que la leche sepa peor y le guste menos al bebé? O, por el contrario, si la madre aumenta el consumo de determinados alimentos, ¿estará su leche más rica y el niño beberá más? Si la mujer toma una gran variedad de alimentos, ¿su hijo aceptará mejor los nuevos sabores cuando empiece a comer otros alimentos? En el siguiente artículo se aborda qué compuestos modifican el sabor de la leche y cómo influye la leche materna en la alimentación posterior del niño.
Compuestos que modifican el sabor de la leche
La leche humana no es un fluido que sea siempre idéntico ni homogéneo. La composición de la leche materna varía constantemente, adaptándose a las necesidades del bebé. Pero ¿su sabor es siempre el mismo? No, el sabor de la leche materna tiene fluctuaciones atribuibles a esos cambios de composición (con más o menos grasa, más o menos concentrada…) y también a los compuestos responsables del sabor presentes en la dieta de la madre, como los terpenos contenidos en muchas frutas y hortalizas o las especias. También la cantidad de lactosa está muy vinculada al sabor más o menos dulce de la leche y la presencia de compuestos amargos como la urea.
Por tanto, los compuestos volátiles que aportan sabor y aroma a los alimentos pueden pasar a leche materna, pero de manera selectiva y en cantidades muy bajas y, además, con una importante variación de una mujer a otra.
Hay trabajos científicos curiosos, como un estudio antiguo de 1993, que concluía que cuando se daba a las madres cápsulas de ajo, los bebés mamaban más. Pero, de nuevo, hay que recordar las variaciones entre las personas, como indica una investigación reciente que analiza la presencia de los metabolitos de ajo en la leche materna, antes de hacer de ello una recomendación del tipo «toma ajo para que tu bebé mame más cantidad». La recomendación, por tanto, es prudencia.
Al parecer, también las crucíferas (coles, brócoli, coliflores, etc.), la cebolla, el chocolate y los espárragos pueden saborizar la leche, pero no se tiene constancia de que ello influya en su aceptación por parte del pequeño. En cambio, sí pueden afectar a algunos niños con la aparición de cólicos.
Cómo influye la leche materna en la alimentación posterior
La leche humana contiene partículas que producen efectos químico-sensoriales en los bebés y que, además, se relacionan con su aceptación posterior de nuevos alimentos. Lo interesante es que esto no solo sucede con sabores habituales en la dieta de la madre, que podría hacer pensar que el niño los acepta mejor cuando empieza la alimentación complementaria, porque ya había estado expuesto a esos sabores y, por tanto, no le resultan extraños. Los bebés alimentados con lactancia materna aceptan mejor incluso sabores de alimentos que la madre no consumía. Los pequeños alimentados con leche de fórmula, en cambio, no experimentan esas variaciones de sabor, textura y composición durante el periodo de lactancia exclusiva, su alimento es siempre igual y no tienen, en consecuencia, esa ventaja adaptativa.
Así pues, aunque la dieta de la madre varía el sabor de la leche (ya que hay compuestos responsables del sabor y del aroma que llegan a ella), no es posible establecer un patrón claro dieta-sabor. Además de las variaciones individuales de cada mujer, esto depende de más factores, como la cantidad de alimento consumido, el resto de la dieta, la composición nutricional de la leche en ese momento, etc. Por esta razón, no hay motivo para dar consejo dietético a las mujeres lactantes en función de que su ingesta afectará o no al sabor de la leche y a su aceptación por parte del bebé.
Eso sí, siempre es buena idea alentar a que se siga una dieta saludable, no ya por lo que influya este factor en el sabor y composición de la leche, sino por el ejemplo que los hábitos de la madre y el padre puedan transmitir a los hijos y sus repercusiones en su salud futura. Por supuesto, es importante recordar una vez más que la lactancia materna es siempre la mejor opción y debería ser exclusiva hasta los seis meses.