Los alimentos funcionales tienen, supuestamente, un efecto positivo sobre alguna función de nuestro cuerpo o reducen el riesgo de enfermedad. Es decir, como define la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, proporcionan un beneficio para la salud superior al que aportan los nutrientes que contienen. Aunque por lo general se cree que este tipo de productos están enriquecidos con algún tipo de nutriente, existen cinco métodos principales para elaborarlos. Los explica José Manuel López Nicolás, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Murcia y uno de los mayores expertos en alimentos funcionales de España.
- 1. Eliminando un componente que cause unefecto perjudicial al consumidor en general o a un determinado grupo de consumidores. Un claro ejemplo lo tenemos en los lácteos sin lactosa, para los intolerantes a ella, o en los productos sin gluten destinados a la población celiaca.
- 2. Aumentando la concentración de uncomponente que ya poseía previamente elalimento convencional. Es el caso de los famosos productos lácteos enriquecidos en calcio o los zumos de frutas enriquecidos en vitamina C.
Imagen: alicepaipai
- 3. Suplementando un alimento con uningrediente que no poseía originalmente.Un ejemplo es el Actimel, una leche fermentada enriquecida con lactobacilos. También es el caso de buena parte de los alimentos enriquecidos con ácidos grasos omega 3.
- 4. Sustituyendo un componente con efectosperjudiciales o nocivos sobre la salud porotro que posea efectos neutros o positivos.Así, por ejemplo, podemos encontrar en el mercado productos en los que se sustituye la sacarosa por fructosa o helados en los que se han sustituido grasas saturadas por hidratos de carbono no solubles.
- 5. Alterando la biodisponibilidad [cantidad de una sustancia que llega a la sangre] dealguno de los nutrientes con el fin de obtenerun efecto positivo sobre la salud. Esta alteración puede realizarse mejorando la absorción de los compuestos que producen efectos beneficiosos o dificultando la absorción de componentes perjudiciales. Un ejemplo son las leches fermentadas, como Danacol o Benecol, y la margarina Flora Pro Activ, que prometen reducir el colesterol.