La denominación latina del kiwi, Actinidia chinensis deliciosa, da dos pistas sobre su origen (familia de las actinidiáceas y procedente de China) y otra sobre su sabor: delicioso. Pero hay bastante más que contar sobre esta refrescante fruta, porque si se examina de cerca, no solo su sabor sino también sus propiedades nutricionales o saludables, se ve que se está ante un alimento que vale la pena tener en la despensa. En este artículo se revisan dichas propiedades y se cuestiona sobre si es más conveniente añadir frutas o más bien disminuir el consumo de alimentos superfluos para beneficiar a la salud.
Breve (e interesante) historia del kiwi
El kiwi no empezó a cultivarse hasta hace unos 300 años, pese a que en China, de donde es originaria esta fruta, crecía de forma silvestre miles de años antes. Esto diferencia al kiwi de otras frutas, como la manzana, que ya se cultivaba en el Cáucaso hace 6.000 años, según se lee en el ‘Diccionario de frutas‘ de 5 al día, la Asoicación para la Promoción del Consumo de Frutas y Hortalizas. En el mismo diccionario se detalla que a principios de 1900 se desarrollaron, en Nueva Zelanda, las técnicas que permitieron producir el kiwi tal y como se conoce en la actualidad, es decir, un fruto grande, con una pulpa jugosa y agradable. Desde entonces hasta ahora, la popularidad de esta fruta en el mundo no ha dejado de aumentar.
Una curiosidad para destacar es que el kiwi es una de las pocas frutas que mantiene su color verde incluso cuando está madura. Esto se debe a su elevado contenido en clorofila que, a diferencia de lo que ocurre con otras frutas, no desaparece en el proceso de maduración. En cuanto al color amarillo, naranja o incluso rojo que se puede observar en algunas variedades de kiwis, se justifica por su alto contenido en unos pigmentos que enmascaran el verde de la clorofila: carotenoides y antocianinas.
Kiwi: sabrosa nutrición
Para conocer el valor nutricional de un alimento, los expertos en nutrición recurren a las llamadas «Tablas de composición nutricional», de las que se trata en el artículo ‘Cinco herramientas para conocer la composición de los alimentos‘.
Una de las más fiables es la base de datos de composición de los alimentos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos. La valoración completa del kiwi se encuentra en una ficha denominada «Kiwifruit, green, raw» (kiwi, verde, crudo). De la larga lista de datos nutricionales que aparecen en ella es preciso saber varias cosas:
- La primera tiene que ver con el 9% de azúcares que tiene el kiwi: la ingesta de los azúcares de las frutas enteras no eleva el riesgo de caries, obesidad u otras enfermedades relacionadas con la obesidad, como la diabetes tipo 2. Así lo indica la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su última guía relacionada con esta cuestión. De hecho, la OMS insistió en ello en su cuenta de Twitter el 18 de julio de 2015: «Las directrices sobre la ingesta diaria de azúcares libres no se refieren a los azúcares de las frutas y verduras, ni a los azúcares presentes de forma natural en la leche». Para esta entidad, los azúcares que hay que limitar («azúcares libres») son los añadidos a los alimentos o a las bebidas por el fabricante, cocinero o consumidor, además de los azúcares «naturalmente presentes en la miel, jarabes, zumos de frutas y zumos concentrados de frutas».
- Del resto de nutrientes es imprescindible citar la elevada cantidad de vitamina C del kiwi, similar o superior a la de los cítricos. De hecho, muchas personas toman esta fruta atraídas por la alta cantidad de vitamina C que contiene. No obstante, en contra de lo que piensa la mayoría de la población, hay pocas pruebas que sustenten que esta vitamina sea efectiva para prevenir o tratar el constipado, tal y como mostraron los doctores Michael Allan y Bruce Arroll en febrero de 2014 en la revista científica Canadian Medical Association Journal. En realidad, la gran mayoría de los españoles toman una suficiente cantidad de vitamina C, según la encuesta ENIDE (Encuesta Nacional de Ingesta Dietética).
- Conviene destacar, en cualquier caso, el contenido en fibra del kiwi. Si se revisa al reglamento 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos, se constata que, al menos desde un punto de vista legal, un alimento es «rico en fibra» si aporta 3 gramos de fibra, o más, por cada 100 kilocalorías. El kiwi contiene 5 gramos de fibra en cada 100 kilocalorías, por lo que no extraña que el ‘Diccionario de frutas’ indique que sea «un alimento recomendable para la prevención y el tratamiento del estreñimiento«.
Estudios controlados sobre kiwi y salud
Existen investigaciones que muestran que el consumo regular de kiwi podría disminuir el riesgo cardiovascular. Duttaroy y Jørgensen, científicos de la Universidad de Olso (Noruega), publicaron en agosto de 2004, en la revista Platelets, un trabajo que observó que consumir de dos a tres kiwis al día durante 28 días puede reducir de forma considerable diversos marcadores del riesgo cardiovascular. A modo de ejemplo, los niveles de triglicéridos disminuyeron un 15% más en el grupo que tomó kiwis que en el que no los tomó. Constató un efecto similar un estudio publicado en mayo de 2011 en la revista Nutrition Journal.
Pero la comunidad científica es cada vez más partidaria de enfocar los beneficios para la salud de la alimentación en función no tanto de lo que se ingiere, sino más bien de lo que no. En el caso del kiwi, es posible preguntarse si las mejoras que se observan en la salud de los consumidores se pueden atribuir a las propiedades antioxidantes del kiwi (por poner un ejemplo), o al hecho de que la ingesta de esta fruta ha desplazado el consumo de productos insanos, muy frecuentes en la dieta occidental.
Y es que mientras que existe discusión sobre qué justifica los beneficios del consumo de productos vegetales poco procesados, no la hay sobre los perjuicios de los alimentos «malsanos», como los denomina la OMS. Profundizó en esta cuestión el artículo del dietista-nutricionista Julio Basulto titulado ‘La mala alimentación supera nuestro consumo de alimentos sanos‘.