¿Tienes un parque cerca de casa? ¿Duermes bien por las noches? ¿Te gusta tu trabajo? ¿Qué tal la relación con los vecinos? Si te preocupa lo que marca la báscula, deberías revisar estas cuestiones porque la obesidad no solo depende de lo que comemos. El entorno, las costumbres, el descanso y el estrés también influyen en el peso corporal.
La dieta y el ejercicio son la estrategia más conocida para adelgazar, pero si lo que queremos es estar sanos y mantener un peso adecuado, no basta con comer menos y moverse más. Es necesario revisar nuestro estilo de vida al completo. ¿Sabías que dormir pocas horas o tener sueño de mala calidad, pasar muchas horas sentados, experimentar ansiedad o vivir en tensión emocional son otras causas del sobrepeso? Así lo señala la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), que añade estas circunstancias a la más conocida: la falta de ejercicio y la mala dieta.
Cuatro factores que también influyen en el aumento de peso
- La falta de sueño es una causa fundamental. Diversos estudios indican que dormir poco o dormir mal nos hace propensos a engordar: en parte, porque las hormonas que se liberan durante el sueño controlan el apetito; y, en parte, porque mientras dormimos no comemos. Los problemas de sueño, por tanto, afectan a esos dos factores. Además, los trastornos del sueño pueden provocar alteraciones hormonales y favorecen la aparición de otros problemas serios de salud, como la diabetes tipo 2.
- El entorno también resulta clave. No tener cerca de casa parques o lugares donde hacer ejercicio de manera regular, estar rodeados por ofertas de alimentos insanos o no tener acceso a alimentos saludables conforman lo que los expertos denominan un «ambiente obesogénico»; es decir, un contexto que facilita una vida sedentaria y una mala alimentación. Esto explica que las personas con menos recursos económicos presenten mayores tasas de sobrepeso y obesidad, como detalla el dietista-nutricionista Aitor Sánchez García en este artículo.
- Las relaciones sociales no son inocuas. Distintas investigaciones han mostrado que las personas tienden a ganar kilos cuando sus amigos tienen sobrepeso, y que son más propensas a adelgazar si sus amigos están delgados. La obesidad no es contagiosa, pero los estilos de vida y los patrones de normalidad, sí. Es más fácil comer sano si nuestros amigos y familiares lo hacen de manera habitual.
- El estrés, el aburrimiento, la ansiedad o la depresión influyen en nuestra forma de comer. Una persona que está bajo presión, que tiene problemas familiares o que sufre demasiado estrés en el trabajo tiene más probabilidades: de comer más cantidad, de hacerlo de un modo más desordenado y de elegir productos de peor calidad nutricional, que son los más palatables y, por tanto, placenteros. «La palatabilidad (lo grato que resulta un alimento al paladar) influye muchísimo en nuestras preferencias alimentarias. Cuanto más placenteros sean los alimentos, mayor será nuestra ingesta, en ocasiones por encima del apetito», indica el dietista-nutricionista Julio Basulto. Si lo que buscamos es compensar con la comida un mal día, es probable que no elijamos la más saludable.