Un «exceso de información» sobre los aditivos alimentarios contrasta con la «nula formación» que los consumidores tienen sobre estos productos, según han señalado desde la Asociación de Fabricantes y Comercializadores de Aditivos y Complementos Alimentarios (AFCA). «Los aditivos se utilizan bien», apunta esta organización, aunque destaca que «los consumidores no sabemos lo suficiente para poder interpretar una etiqueta».
El presidente de la AFCA, que integra a unos 110 fabricantes (lo que supone alrededor del 85 por ciento de este mercado en España), explicó que la industria necesita estas sustancias «para ofrecer esta presentación tan extraordinaria de variedades de alimentos, que no se había dado en toda la historia de la humanidad».
La AFCA ha informado de que en este momento «no hay ninguna compañía, aunque se trate de una poderosa multinacional, que esté investigando un aditivo sintético nuevo, porque es un proceso muy largo y muy caro». Asimismo han añadido que por este motivo las empresas buscan aditivos naturales. «La palabra ‘natural’ le encanta al consumidor», según esta asociación, porque «le da la sensación de que lo natural es lo más sano, lo más noble, lo más bueno de todo, cosa que es una falacia, porque los venenos más terribles son naturales: la ‘amanita phalloides’, la belladona o la cicuta».
Para la AFCA, las empresas integradas en la asociación «han tenido que retirar sólo tres sustancias en setenta años», los aditivos naturales deberían superar las mismas pruebas toxicológicas que los puramente sintéticos. Respecto a las listas de aditivos supuestamente cancerígenos que llegan a manos de los consumidores, han destacado que «si el consumidor se molestara en llamar, por ejemplo, al hospital de Majadahonda, cuyo membrete figura en estas listas, descubriría que en Majadahonda no hay ningún hospital, si acaso una clínica, que encima está especializada en psiquiatría».
Por último desde AFCA han informado de que hasta ahora sólo se ha demostrado que algunos aditivos pueden producir determinadas alergias, «en cualquier caso mucho menos graves que las que ocasionan productos naturales como el polen».