La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) estima que 400 mg al día (de cuatro a cinco tazas de café) no tiene efectos negativos para la población general (200 mg/día en el caso de mujeres embarazadas o lactantes), pero todo depende de la sensibilidad de cada persona. Más aún cuando se trata de un alcaloide que genera tolerancia, es decir, advertimos menos sus efectos si lo consumimos habitualmente.
☕ ¿Cuánta cafeína hay en un café?
La cafeína no solo está presente en el café. También podemos encontrarla —incluso en cantidades superiores— en otras bebidas de consumo habitual. Estos son algunos ejemplos:
- Cafeína en un refresco de cola (lata de 330 ml): 35 miligramos
- Cafeína en una taza de té (240 ml): entre 30 y 50 miligramos
- Cafeína en una taza de café (200 ml): entre 80 y 100 miligramos
- Cafeína en una bebida «energética» (500 ml): 150 miligramos
¿Y cuánta cafeína hay en los cafés listos para tomar?
¿Y qué pasa con los cafés preparados, listos para tomar, que se han puesto tan de moda? ¿Cuánta cafeína contienen? Todos los productos que analizamos en nuestra Guía de Compra indican la cantidad en la que se encuentra, excepto los de Nescafé y Mocay.
Los valores más altos corresponden a los cafés espresso, como Kaiku (51,3 mg/100 ml) y Eroski (47 mg/100 ml), mientras que los más bajos corresponden a Kaiku Avena y Kaiku Cappuccino, con 38,7 y 36,6 mg/100 ml. Esto supone que en un vaso de los primeros hallamos unos 119 mg de cafeína, mientras que en un vaso de los segundos hay unos 84-89 mg.
Esta información debemos tenerla en cuenta si consumimos mucho café, porque para alcanzar 400 mg de cafeína bastarían apenas tres vasos de café espresso, mientras que con las otras preparaciones podríamos tomar casi hasta cinco.
¿Cómo se conservan los cafés listos para tomar?
El café es lo que imprime sabor y matices a estas bebidas, pero el ingrediente principal es la leche. No solo porque aporta consistencia e incide en su perfil nutricional, sino también porque requiere prestar atención a la conservación de estos productos.
Para conseguir que estas bebidas se conserven en buenas condiciones hasta el momento de su consumo, se aplica un tratamiento térmico durante la elaboración. Se trata de someter el alimento a un calentamiento para eliminar los microorganismos patógenos y alterantes, que podrían causarnos enfermedades y deteriorar el alimento.
Para ello se pueden emplear diferentes combinaciones de temperatura y tiempo:
📍 Pasteurización
Se aplican temperaturas elevadas, pero inferiores a 100 ºC durante un determinado periodo de tiempo (por ejemplo, 71-74 ºC durante 15-40 segundos). Así se eliminan las bacterias en forma vegetativa –es decir, en su “estado natural”–, aunque no se destruyen las formas esporuladas (estructuras mucho más resistentes al calor).
Por eso la duración de estos productos es más corta —su vida útil es de pocas semanas— y deben mantenerse a temperaturas de refrigeración. Pero tienen la ventaja de que, como durante el calentamiento no se alcanzan temperaturas muy elevadas, se mantienen los matices de aroma y sabor del producto. Son más apreciados y, generalmente, más caros.
📍 UHT
Se aplican temperaturas superiores a 100 ºC durante un periodo mucho más corto de tiempo que en el caso anterior (por ejemplo, 140-150 ºC durante 2-4 segundos). De este modo se eliminan todas las bacterias presentes, tanto las que están en forma vegetativa como las que se encuentran en forma esporulada.
Eso hace que la vida útil de los productos sea muy larga (varios meses) y, por lo general, puedan almacenarse a temperatura ambiente, aunque en la etiqueta de algunos de estos productos se recomienda mantener en refrigeración. El inconveniente es que al alcanzarse temperaturas tan elevadas, se pierden algunos matices de aroma y sabor. Por eso estos productos son menos apreciados que los anteriores.