El mangostán madura todo el año, por lo que podemos disfrutar de él en cualquier época. El inconveniente, su elevado precio.
El contenido de agua del mangostán es alto. No obstante, contiene hidratos de carbono en cantidad moderada por lo que su valor calórico es elevado en comparación con otras frutas. En lo que se refiere a su contenido mineral, es rico en potasio. Así mismo aporta fibra, que mejora el tránsito intestinal.
Hay que tener sumo cuidado al partir esta fruta porque la cáscara contiene una savia resinosa (el tanino) que puede causar manchas en la ropa de color vino muy difíciles de quitar. Esta sustancia confiere a su corteza la cualidad de emplearse como materia prima para tintes comerciales.
Aunque acompaña muy bien a las ensaladas y los sorbetes, el mangostán se consume sobre todo al natural. Para comerlo fresco, se debe cortar la piel por la mitad y quitarla como si se estuviese pelando un huevo duro. Una buena opción es servir la pulpa muy fría con helado o nata.