¿La dieta basada en el grupo sanguíneo es eficaz?
No hay evidencia científica que valide la idea de que nuestra dieta tenga que adaptarse al grupo sanguíneo. El planteamiento parte de un libro del doctor en naturopatía (considerada una pseudoterapia) Peter D’Adamo que, como otras propuestas sin fundamento, ha alcanzado un gran éxito porque propone dar soluciones simples a problemas complejos.
Esta dieta se basa en la presencia en los alimentos de lectinas —compuestos que aparecen de forma natural y que se califican como antinutrientes— que pueden dañarnos en función de su afinidad por los antígenos que se expresan en los glóbulos rojos y que determinan el grupo sanguíneo.
Así, se propone una lista cerrada de alimentos que pueden consumirse según el grupo al que se pertenezca. De no hacerlo se incrementa el riesgo de padecer patologías no transmisibles, como cáncer o enfermedad cardiovascular. Además, recomienda complementos alimenticios y consumir alimentos ecológicos, lo que la hace más inaccesible económicamente. No solo carece de evidencia, sino que es difícil de seguir por sus restricciones alimentarias.
¿Es malo beber agua después de comer cerezas?
Es un mito. Su origen parece estar en la idea de que el agua podía diluir los jugos gástricos y hacer que el pH del estómago fuese menos ácido, con lo que los microorganismos de las cerezas podrían sobrevivir y fermentar la fruta en el estómago, lo que supondría la aparición de gas y dolor abdominal. La creencia se ve reforzada porque las cerezas tienen un contenido elevado de azúcares, que servirían de sustrato para esa fermentación.
Sin embargo, la acidez del estómago sigue siendo muy elevada incluso tras la ingesta de alimentos y agua, lo que limita la multiplicación de microorganismos y, además, la fruta no pasa tanto tiempo en el estómago para que pueda fermentar.
¿Todos los huevos llevan el serigrafiado en la cáscara?
No es obligatorio marcar los huevos que se venden en el lugar en el que están las gallinas, a domicilio en la misma región del lugar de producción o en un mercado situado en el mismo territorio en el que se producen. En este último caso, el productor no puede tener más de 50 gallinas ponedoras y en el punto de venta debe especificarse el nombre y dirección del productor.
¿Comer rápido puede hacernos engordar?
Numerosas investigaciones muestran que comer deprisa es un factor de riesgo para sufrir obesidad, por lo que reducir la velocidad de la ingesta puede ser una estrategia positiva para ayudarnos a mantener el peso corporal. Esto se explica porque al comer rápido no hay tiempo para que lleguen las señales de saciedad que nos hacen seguir comiendo o parar. Estas señales se producen por la distensión del estómago, la absorción de nutrientes y la liberación de hormonas intestinales que regulan la ingesta.
Las personas que dedican poco tiempo a comer mastican menos, y la masticación es la primera acción relacionada con la saciedad, ya que la presencia de los alimentos en la boca produce una estimulación oral que es el pistoletazo de salida de toda la cascada de señales. Para comer lento se recomienda masticar bien cada alimento, introducir pausas o reducir la cantidad de comida en cada bocado.
¿Las bebidas isotónicas provocan acné?
La creencia de que las bebidas isotónicas empeoran el acné se debe a su alto índice glucémico: el 75 % de la energía que aportan (entre 80 y 350 kcal/l) proceden de hidratos de carbono que elevan rápidamente la glucosa en sangre.
La relación entre el índice glucémico y el acné no está clara y, en todo caso, ocurriría lo mismo con cualquier bebida con gran cantidad de azúcares libres, como los refrescos azucarados o los zumos.
¿Qué es la sensibilidad al gluten no celiaca?
Esta reacción se manifiesta con síntomas tanto digestivos (dolor abdominal, diarrea, estreñimiento o vómitos) como extradigestivos (dolor de cabeza, ansiedad o dolor articular, entre otros) que aparecen cuando se consume gluten o trigo, y remiten cuando se retira. A diferencia de la celiaquía, en esta patología no se produce daño en la mucosa intestinal y no aparecen en sangre los anticuerpos específicos del gluten.
También se conoce como sensibilidad al trigo no celiaca porque no está claro que sea el gluten el responsable de los síntomas y se está estudiando la posibilidad de que la reacción se desencadene por la presencia otros compuestos del trigo, como unas proteínas llamadas inhibidores de alfa-amilasa-tripsina o los hidratos de carbono fermentables.
La forma de diagnosticarlo es por descarte: si un paciente no presenta otras condiciones relacionadas con la ingesta de cereales, como enfermedad celíaca o alergia al trigo, se comprueba si los síntomas desaparecen al retirar el gluten y reaparecen al reintroducirlo. Este procedimiento debe realizarlo un médico. El único tratamiento es seguir una dieta sin gluten.
¿Hay más intoxicaciones por el cambio climático?
Un estudio de la Universidad de Surrey (Reino Unido) ha analizado un millón de casos de campilobacteriosis en 20 años comparándolos con los datos meteorológicos y ha encontrado que los casos se disparaban a temperaturas entre 8 ºC y 15 ºC. Según los investigadores, el calentamiento global puede ayudar a diseminar estas infecciones.