La amenorrea es la falta de la menstruación durante un tiempo prolongado, y puede originarse por motivos anatómicos, neuroendocrinos (mecanismo hormonal) o genéticos. Puede ser un trastorno primario, cuando la menstruación no se ha producido antes de los 16 años de edad, o secundario, si el flujo menstrual desaparece en una mujer que antes lo tenía de forma regular. Esto último es lo que suele acontecer en el embarazo, en las mujeres que presentan alteraciones de la conducta alimentaria o en aquellas que practican deporte.
Aparición de la amenorrea deportiva
Diversos estudios asocian la amenorrea deportiva a una alimentación desordenada y a un mayor riesgo de osteoporosis. Es lo que en clínica se conoce como tríada de la deportista. Aunque las verdaderas causas de la amenorrea en las deportistas no están bien definidas, existen diversas teorías que podrían explicar esta disfunción.
Por una parte, se relaciona la falta de la menstruación con un entrenamiento intenso y prolongado, asociado también a un incremento del estrés. El Centro Médico British Olympic indica, en este sentido, que el desequilibrio hormonal sucede hasta en el 20% de las mujeres que corren 20 millas por semana (unos 32 kilómetros), frente al 50% de las atletas que entrenan a un ritmo de 80 millas por semana (130 kilómetros). De hecho, un elevado porcentaje de las deportistas de elite experimentan amenorrea a lo largo de su carrera deportiva, aunque también se ha detectado en deportistas amateur y en otras que practican deporte de manera ocasional.
También se observa una estrecha relación entre la amenorrea y la disminución de la grasa corporal. Esta situación la encontramos, por ejemplo, en las mujeres con anorexia y en las deportistas que deben cuidar su peso como gimnastas y bailarinas (que constituyen uno de los grupos de riesgo más importantes).
El efecto combinado de estos trastornos es perjudicial para el rendimiento y para la salud. Aumenta el riesgo de infertilidad, de fracturas, de trastornos de la alimentación y de osteoporosis. Muchos de estos problemas pueden prevenirse, sin embargo, mediante una planificación cuidadosa de la dieta.
La dieta más aconsejable
Una dieta rica en calcio contrarrestará los efectos sobre el hueso que produce la falta de la menstruación
Cuando se observa una pérdida de la menstruación por un largo periodo de tiempo, y desde el punto de vista dietético, se aconseja una ingesta calórica adecuada a las necesidades de cada persona y deporte (según la duración y la intensidad del mismo), de manera que el peso se mantenga en unos límites saludables. Asimismo, la dieta debe ser rica en calcio para contrarrestar los efectos negativos sobre el hueso que produce la falta de la menstruación. Las adolescentes necesitan alrededor de 1200 mg de calcio por día, y las mujeres adultas deportistas 1000 mg. Estas cantidades son fáciles de conseguir si se incluyen en la dieta diaria productos lácteos (leche, queso, yogur), pescados pequeños que se consumen con las espinas (anchoas o sardinas en lata), legumbres y frutos secos.
Para que el calcio se fije correctamente en los huesos, necesita la presencia de vitamina D, por lo que además de tomar alimentos ricos en este mineral se aconseja ingerir una cantidad adecuada de dicha vitamina a través de pescados azules, huevos, margarina o lácteos.
Según un artículo publicado en la revista médica ‘Canadian Family Physician’, la principal consecuencia de una amenorrea prolongada es la pérdida de masa ósea, que podría conllevar a largo plazo el desarrollo de osteoporosis.
La disminución de la masa grasa, que podría explicar la aparición de la amenorrea, afecta a la producción de estrógenos. Estas hormonas sexuales femeninas desempeñan una función importante en el metabolismo de los huesos y son esenciales para alcanzar un equilibrio adecuado de calcio en el organismo de la mujer. La menor concentración plasmática de estas hormonas femeninas origina un balance negativo de este mineral, lo que acelera la desmineralización de los huesos.
Cuanto más duradera sea la amenorrea, mayor será la pérdida de masa ósea y más difícil será su recuperación. Sumado este problema a largo plazo, las deportistas que no mantienen un ciclo menstrual normal son más propensas a sufrir lesiones musculares que otras que sí lo conservan.