La reducción de las grasas saturadas y su sustitución por grasas mono y poliinsaturadas, como las contenidas en los aceites, el pescado azul, el aguacate y los frutos secos, contribuye a reducir en un 42% el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. Este dato se desprende de un estudio publicado en «Current Opinion in Lipidology».
La investigación destaca que una alimentación cardiosaludable debe ser rica en fibra, para lo cual debe incluir frutas y verduras, cereales, legumbres y frutos secos. El objetivo es conseguir un balance positivo de grasas insaturadas frente a las saturadas y trans. Sus autores insisten en que el efecto de los esteroles vegetales y las proteínas provenientes de la soja o las isoflavonas son fundamentales para mantener una buena salud cardiovascular. La aplicación de estas recomendaciones en la alimentación ha mostrado ser beneficiosa también en el control de la hipertensión y la diabetes, aseguran.
Los esteroles son ingredientes de origen vegetal presentes en pequeñas cantidades en aceites de semillas (maíz o girasol), frutas y verduras, legumbres y algunos frutos secos que, según la evidencia científica, actúan con una reducción del colesterol LDL. Su consumo diario reduce entre un 7% y un 10% el colesterol LDL en dos o tres semanas, en el contexto de una alimentación variada y equilibrada, afirman desde la Unión Europea (UE).