Los guisantes frescos son un producto estacional, típico de primavera, cuando brotan. Muy apreciados por los gastrónomos, constituyen una auténtica delicia de sabor dulzón, tiernos y con un frescor inigualable. Se pueden consumir durante todo el año congelados, en conserva o embotados, una buena manera de disponer de este alimento hasta conseguirlos de nuevo frescos. Los platos que pueden prepararse con guisantes son numerosos, más allá de las típicas guarniciones.
Los guisantes admiten multitud de usos en la cocina, aunque en ocasiones se considere que se agregan a ciertos platos sin criterio alguno, solo con una finalidad estética: aportar colorido. Sin embargo, son numerosas las recetas que pueden prepararse con esta rica verdura, con resultados inmejorables. En platos de arroz tipo paella, en recetas de guisados de carne o de ave y en pescado en salsa verde, su papel es sobre todo conseguir un contraste de color. Pero hay otras opciones.
Múltiples opciones en la cocina
Si se confiere un tratamiento individualizado a este producto, es posible obtener platos exquisitos. Algunos son muy típicos, como los bacón. Prepararlos es muy sencillo, ya sean frescos o congelados, puesto que solo se debe preparar un refrito de cebolla y ajo con unos trocitos de jamón serrano y de bacón.
Los guisantes pueden utilizarse para elaborar platos como caldos o guarnición de otras recetas
Una vez preparado el sofrito, se vierten los guisantes -frescos o congelados- y se remueven unos instantes, se tapan y se dejan cocinar durante dos minutos, (si son congelados se cocinarán de cuatro a cinco minutos). Al sacarlos del fuego estarán listos para consumir. Este mismo plato se puede acompañar de una salsa que se ligará al sofrito con un poco de harina, vino blanco y lago de caldo de verduras, de manera que se obtenga una salsa melosa pero no muy espesa.
También se puede elaborar una sopa con guisantes. Solo se deben cocer, durante unos 4 o 5 minutos, 500 g de guisantes con un litro y medio de agua y dos dientes de ajos pelados y troceados. Una vez cocidos, se ponen a punto de sal, se agrega aceite de oliva, se tritura con la ayuda de una batidora y se pasa por un colador chino y otro de rejilla. Este caldo de guisantes se puede servir acompañado de unos trocitos de jamón de pato salteados y unos costrones de pan frito.
Otra forma de consumir los guisantes es como guarnición de ciertos platos de carne, ave o arroces. En estos casos, debe tenerse en cuenta que no solo ejercen un papel decorativo o cromático, sino que deben tratarse acorde a su delicadeza y punto de cocción.
El punto justo de cocción
El tiempo de cocción de los guisantes oscila de dos a cinco minutos como máximo. Por tanto, se añaden a cualquier guiso en el último instante, durante el último hervor. Si se quieren cocer para servir como guarnición aparte del guiso, se cocerán a la inglesa, es decir, se introducen en una cazuela con agua hirviendo y una pizca de sal.
Cuando el agua recupere el hervor, los guisantes frescos se dejan durante dos minutos y los congelados, de cinco a ocho minutos, en función de la cantidad. Una vez cocidos, se escurren y refrescan durante unos minutos en agua helada con hielo para «fijar» su color verde característico. Pueden aliñarse con un poco de aceite de oliva.