El aumento de las alergias alimentarias en niños en los últimos años responde a un mejor diagnóstico y no ya tanto a una mayor incidencia de casos, explican los alergólogos reunidos estos días en el XXXVI Congreso de la Sociedad Española de Inmunología Clínica y Alergia Pediátrica (SEICAP), que se celebra en Cádiz.
En este sentido, el doctor Javier Boné, alergólogo pediátrico del Hospital Miguel Servet de Zaragoza y componente del Grupo de Trabajo de Alergia Alimentaria de la SEICAP, ha señalado que la prevalencia de alergia a alimentos en general y a vegetales en particular ha sufrido un aumento en los últimos años, debido, sobre todo, «a un mayor acierto del alergólogo pediátrico en el diagnóstico». «No se trata tanto de un incremento de la incidencia como de la detección, que ha mejorado gracias a los servicios de alergología pediátrica», ha declarado este médico, para quien la eliminación del alimento alergénico de la dieta no es fácil de realizar y puede provocar problemas nutricionales.
Boné ha estimado que uno de cada 50 niños sufre alergia a los alimentos vegetales, si bien muchos de ellos están expuestos a sufrir reacciones alérgicas debido a una indebida falta de control de la dieta. El doctor Juan Enrique Sancha, alergólogo pediátrico también del Hospital Virgen del Camino de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), ha alertado de que «hay ocasiones en las que el niño sufre problemas psicológicos, fobias y frustraciones alimentarias, hasta sentirse excluido de su entorno social y deteriorar su calidad de vida y la de su familia». Por este motivo, los alergólogos pediátricos advierten de la necesidad de contar con un diagnóstico preciso y de detallar la composición de los alimentos de los menús escolares.
Los frutos secos y la fruta son el principal motivo de alergia alimentaria en niños de entre cinco y 15 años, aunque suele persistir hasta la edad adulta. «La mayor parte de las reacciones alérgicas por estos alimentos se deben a las frutas pertenecientes a la familia de las rosáceas como el melocotón, la manzana y la pera», ha precisado Boné.
En cuanto a la situación de los comedores escolares, han recordado que están obligados por ley a adaptar sus menús para niños que requieren dietas especiales, como los alérgicos, e informar cada mes de los mismos a los padres. Sin embargo, no se les obliga a detallar la composición de todos los alimentos ni a seguir procedimientos que eviten la aparición de trazas alimenticias.
La toma de alimentos a los que se tiene alergia, incluso en trazas, puede provocar en el niño reacciones como urticaria, angioedema, asma, rinitis, conjuntivitis, síntomas digestivos o reacciones de anafilaxia. «En ese caso, si no se actúa a tiempo con medidas de rescate se puede poner en peligro la vida del niño», ha asegurado Sancha.