El buen gusto de París

Uno de los motivos para viajar a la ciudad de la luz es visitar sus excelentes restaurantes
Por EROSKI Consumer 23 de julio de 2004

Francia y en concreto París, se considera la cuna de la alta cocina. En sus numerosos establecimientos se puede degustar cualquier plato típico de la comida regional francesa, si bien París pone a nuestro alcance un amplio número de locales en los que es posible disfrutar de las cocinas internacionales más representativas.

Dos tipos de gastronomía

La gastronomía francesa se caracteriza en gran parte por la exclusividad de su cocina. Ésta es la alta cocina francesa nacida en los años 70, en la que los chefs renuevan los platos clásicos de la antigua aristocracia, dándoles un toque moderno y ligero, y preocupándose por el aspecto nutricional. Este tipo de gastronomía ofrece auténticas «delicatessen», platos que en general se caracterizan por contener pequeñas raciones de alimentos cuidadosamente elaborados. Este tipo de cocina exige un esfuerzo considerable para el bolsillo de los turistas, si bien actualmente existen restaurantes de estas características, en los que se puede comer a precios bastante asequibles.

Por otro lado existe un tipo de gastronomía más regional y típica. Es un tipo de cocina «de todos los días» que antiguamente se consumía en las zonas rurales de Francia. Uno de los platos más sabrosos y populares de esta gastronomía es la sopa de cebolla, que ningún turista ha de olvidar probar si visita esta ciudad.

Gracias a la gran oferta de restaurantes existente en París, el turista puede elegir tanto un tipo de gastronomía como la otra, y disfrutar plenamente de la cultura culinaria francesa.

Panes, quesos, postres y vinos: sencillamente exquisitos

La variedad de panes que París ofrece a sus turistas es inmensa. Se puede encontrar desde la típica «baguette», muy popular en nuestro país desde hace un tiempo, hasta los panes más gruesos conocidos con el nombre de «pains», pasando por los típicos brioches. Resulta prácticamente imposible visitar París y no probar alguno de sus excelentes panes, ya que en esta ciudad existen más de 350.000 panaderías.

Nada mejor que acompañar uno de estos exquisitos y tradicionales panes con un queso de calidad. La cantidad de quesos franceses a probar es tan extensa, que seguro que alguno de ellos se adapta incluso al paladar más exigente. Uno de los que destaca entre esta amplia variedad es el Camembert, un queso que se caracteriza por su intenso sabor y suave textura.

La pastelería es sin duda otro de los puntos fuertes de la comida francesa. Todo chef francés que se precie, ha de ser también un buen repostero, por lo que la calidad de los postres, así como su exquisita y cuidada presentación hacen de estos verdaderos manjares. La variedad de pasteles es enorme, y entre ellos no se puede dejar de probar los «pettits fours», los merengues o los típicos buñuelos.

Otro de los productos esenciales en la gastronomía francesa es sin duda el vino. Destacan entre otros el Borgoña, el Coñac y por supuesto el Champagne. Si bien, cada región de Francia tiene su propio vino, siendo por ejemplo los de la zona de Provenza, unos de los más suaves y ligeros. Existe también una serie de vinos que se engloban dentro del grupo de los «Vin de table», que resultan bastante más económicos y de una calidad nada despreciable.

Diferentes culturas

Si se realiza un viaje a París, está claro que no se puede abandonar la ciudad sin haber conocido su excelente gastronomía, pero esta ciudad también ofrece al viajero otras muchas ofertas culinarias procedentes de diferentes partes del mundo, y de notable calidad. Existen estupendos restaurantes chinos, italianos y griegos, estos últimos mayormente concentrados en el barrio Latino. Pero además resulta muy gratificante probar la comida procedente de los países que han tenido relación con Francia a lo largo de la historia, como son África o Vietnam, ya que su oferta gastronómica puede resultar realmente sorprendente.

Para que la visita a París resulte inolvidable, nada mejor que terminar el viaje con una cena en el restaurante del segundo piso de la famosa Torre Eiffel, de fama internacional.

 

 

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