La remolacha contiene en su composición un pigmento denominado betacianina que le confiere el color rojo característico. Este pigmento se metaboliza en el intestino. Ciertas personas carecen de la enzima que lo metaboliza, es decir, pasa a través del tubo digestivo sin experimentar ningún cambio, siendo excretado tal cual. Es por ello, que tras el consumo de remolacha la orina y las heces adquieren un color rojizo.