Los adultos mayores con una alimentación elevada en sal correrían más riesgo de padecer un accidente cerebrovascular (ACV), según un estudio sobre más de 2.000 personas realizado en Estados Unidos. Aunque es bien sabido que a medida que se incrementa el consumo de sal también es probable que aumente la presión sanguínea, está menos claro si una dieta salada finalmente generaría mayores riesgos de ACV y ataque cardíaco.
Sin embargo, los investigadores del nuevo estudio, cuyos resultados se publicaron en la revista «Stroke», han apuntado que de los casi 2.700 adultos mayores estudiados, aquellos que consumían mucho más sodio del recomendado eran casi tres veces más propensos a sufrir un ACV en 10 años que quienes cumplían con lo aconsejado por la Asociación Estadounidense del Corazón. «La ingesta elevada de sodio fue prevalente y estuvo asociada con un mayor riesgo de ACV independientemente de los factores de riesgo vasculares», escribe Hannah Gardener, experta de la Escuela de Medicina de la University of Miami, directora del estudio. A diferencia de la presión sanguínea, que cambia de manera rápida, el ACV y la enfermedad cardíaca son complicaciones de largo plazo, por lo que estudiar la relación entre el consumo de sodio de las personas y su riesgo de sufrir problemas cardíacos y ACV es más difícil.
La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) sugiere que las personas limiten su ingesta de sodio a no más de 1.500 miligramos diarios. Eso es un poco más estricto que otras recomendaciones. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, aconseja un límite de 2.000 mg. Pero las personas incluidas en el nuevo estudio, fundamentalmente negros e hispanos neoyorquinos, consumían de forma habitual cantidades muy por encima de esas recomendaciones, en torno a los 3.031 mg de sodio por día.
Los resultados se basaron en 2.657 adultos a los que se entrevistó sobre su salud y estilo de vida, y que completaron cuestionarios sobre alimentación. Tenían, en promedio, 69 años al inicio de la investigación. En los siguientes 10 años se registraron 235 ACV en el grupo. Las personas que ingerían al menos 4.000 mg de sodio al día hacia el final del estudio eran casi tres veces más proclives a padecer un ACV que aquellos que mantenían el consumo diario de sodio por debajo de los 1.500 mg. Entre las 558 personas cuyo consumo de sodio alcanzó los 4.000 mg por día, hubo 66 ACV, frente a los 24 ACV entre las 320 personas que cumplían con las guías de la AHA.
Gardener advierte de que no pueden sacar conclusiones definitivas sobre la relación causa-efecto, dado que las personas que mantenían su consumo de sal a raya probablemente también serían más saludables en otros aspectos. No obstante, la autora y su equipo tuvieron en cuenta los hábitos tabáquicos, el ejercicio, la educación y otras condiciones de salud que pueden contribuir a los ACV. A pesar de ello, hubo una fuerte correlación entre el sodio y el riesgo de ACV.