Empezar una dieta para adelgazar es aceptar un compromiso. En ocasiones, es el médico quien pauta la necesidad de perder peso para ganar salud, pero otras veces es la propia persona quien decide mejorar su bienestar. Para lograr el éxito, que no es fácil, lo apropiado es acudir a un profesional, un dietista-nutricionista colegiado. Dado que muchas veces no se hace, es conveniente -y muy necesario- destruir mitos y malos consejos, esas mentiras elevadas a categoría de verdad científica. Uno de ellos, que está tomando fuerza esta primavera, es el que sostiene que saltarse la dieta un día, al menos en una comida, fortalece las posibilidades de continuar con el régimen después y perder peso. Se llama, de forma coloquial, el “día trampa” en la dieta. En este artículo se analiza esta propuesta y se exponen sus consecuencias.
Las dietas y las trampas al solitario
Perder peso no es fácil, pero es posible. Para lograrlo hay que cambiar los hábitos, pero no hay que dejar de comer. Y eso requiere esfuerzos; es necesario ser riguroso. Todo esto ya se sabe. Pero cuando se trata de adelgazar, muchas personas muy sensatas están dispuestas a hacer un hueco a lo menos obvio o lo más extravagante, como hacerse trampas al solitario, o dicho de otro modo, saltarse la dieta para seguir la dieta.
La Asociación Americana de Dietistas considera que el día trampa, como concepto, es falso y que nos aleja de una buena dieta
Pero para perder peso, en un régimen de adelgazamiento las reglas son las que son para conseguir un objetivo. Estas reglas pueden ser modificadas y adaptadas en el transcurso del proceso; de hecho, una dieta bien pautada es una dieta particular y no extrapolable a otra persona, ya que atiende a la respuesta de su organismo, de su bienestar, de su eficacia, de sus circunstancias (tiempos, habilidades culinarias, ritmo de ejercicio, vida social…) y de su estado de ánimo. Pero en este proceso no tiene cabida poner como norma dejar de lado las pautas nutricionales, ni por un día, ni por un momento.
Al margen de que uno de los objetivos principales que se buscan con una dieta de adelgazamiento es aprender a comer, apartarse de lo correcto para poder soportarlo es, sin duda, incoherente. Tener que recurrir a este «día trampa» es una evidencia de que la dieta no está siendo buena. Es más, la necesidad de abandonarla es una señal de alerta. Se trata de una dieta de adelgazamiento, no de llevar una dieta equilibrada, consciente y saludable en la que uno decide darse un capricho, incluso sabiendo que está incumpliendo el propósito de no engordar.
En la dieta, para perder peso hay que ser riguroso. Sin embargo, ese rigor no implica monotonía, ni mucho menos pasar hambre. A esto se le suma lograr controlar la ansiedad, abandonar malas costumbres y aprender a comer bien. Y, además, está la orden de practicar ejercicio de manera habitual para romper con la vida sedentaria. Muchas cosas y ninguna simple, pero todas posibles.
Dietas: el hambre y la ansiedad
La excusa del día tramposo, o el engaño circunstancial, tiene dos vértices: dejar de pasar hambre y evitar la ansiedad. Para lo primero habría que distinguir si lo que se siente es hambre o apetito; es decir, si es la desatención de una necesidad fisiológica o el abandono de darse placer con la gastronomía. En el primer caso, no hay duda: es necesario poner remedio revisando la dieta, y para ello está el nutricionista. En el segundo, si es apetito, es importante ser honesto y no querer hacerse trampas. Y es que en el otro vértice está la ansiedad. Adelgazar puede provocar ansiedad, algo que se debe tener en cuenta y, si es preciso, combatir de manera paralela. En cualquier caso, es necesario recordar que esta ansiedad no se vence por hacer trampas un día.
Dietas para adelgazar: mentira contra verdad
La Asociación Americana de Dietistas (ADA), alertada por la proliferación de mitos nutricionales, decidió condensar en un enunciado de «verdad o mentira» algunas reglas que promueven modos malsanos y frustrantes para la pérdida de peso. No admiten la idea de que el día trampa tenga sentido; insisten en que, como concepto, es falso, y que nos aleja de una buena dieta:
- «Si como un alimento o un menú fuera de la dieta, mejor abandono». Mentira. Un error no descarrilla el plan de adelgazamiento, lo ralentiza, pero no frena tanto la pérdida de peso como el hábito y el aprendizaje que lleva pareja la dieta.
- «O lo hago todo o no hago nada». Mentira. Al final de semana, cuando se suba al peso, el cómputo de la pérdida será el resultado de los nuevos hábitos alimentarios y de ejercicio.
- «Elijo grasa porque llena más». Mentira. Si bien la grasa tarda más tiempo en ser digerida, no quita más el hambre. Las verduras y las frutas llenan más, así como los cereales integrales.
- «Fuera el pan, es lo que más engorda». Mentira. En la medida justa que indique la dieta de adelgazamiento, el pan engorda y nutre como otro alimento con el mismo número de calorías.
- «No a los hidratos, son malos». Mentira. En esta segunda década del siglo les ha tocado a los carbohidratos cargar con el peso de la prohibición, hasta el punto de que se prescinde de una guarnición de arroz y se elige una porción de queso para limitar calorías.
- «Light o bajos en grasas son aliados». Mentira. Se trata de limitar la cantidad y aumentar de heterogeneidad de todos los alimentos, no de aumentar los bajos en grasa que gustan.
- «A mayor restricción más peso se pierde». Mentira. Los estudios demuestran que las dietas restrictivas son mucho más susceptibles de ser abandonadas. Las dietas de adelgazamiento tienen que ayudar a vivir, y conquistar y convencer a quien la realiza, y eso solo se logra si es satisfactoria.
Desde 1909, hace ya más de un siglo, el 6 de julio se celebra el Día Internacional Sin Dietas (No Diet Day). El concepto surgió cuando la feminista británica Mary Evans Young decidió luchar contra la industria de productos dietéticos y alertar al mundo sobre los peligros de la anorexia nerviosa y otros desórdenes alimenticios. También consiste en una jornada que quiere poner de manifiesto la necesidad de combatir los falsos mitos ligados a la alimentación, como el que anima a hacerse trampas una jornada para aguantar la dieta.
Este Día Internacional quiere llegar más allá y aprovechar la jornada para denunciar:
- La idea única de belleza corporal, como denuncia Rosa María Raich, doctora en Psicología y catedrática de la UAB.
- La discriminación por razón de peso; erradicar la gordofobia (obesophobia) y contemplar que un obeso puede estar sano, tal y como desvela la ciencia.
- Resaltar la ineficacia de muchos productos de adelgazamiento y el fraude de las dietas comerciales y no sanitarias (esto es, las “dietas milagro”).
- La necesidad de recordar a las personas víctimas de desórdenes alimenticios y de cirugías para perder peso: liposucción, abdominoplastia y cirugía bariátrica (muertas o enfermas).