La fibra vegetal forma parte de cualquier esquema dietético encaminado a un bienestar óptimo. Sus virtudes tanto en la prevención de cánceres como de enfermedad cardiovascular y trastornos digestivos han quedado dilucidadas en múltiples ensayos clínicos, por más que abusar de lo integral se ha visto que puede acarrear también complicaciones de salud.
La tesis hipocrática de recurrir siempre a los alimentos que poseen capacidad de curar tiene en la fibra vegetal a su mejor aliado. No en vano, varias investigaciones encaminadas a la prevención del cáncer de colon dan por sentado que mediante el empleo de la fibra va a poder conseguirse dicha prevención. Al parecer, sin embargo, no todas las fibras hacen gala de una misma capacidad para combatir la enfermedad, ni tan sólo actúan en el organismo del mismo modo. Los ensayos clínicos reconocen efectos contradictorios sobre la prevención del cáncer por parte de los diferentes tipos de fibra ensayados. Lo que sí tienen las fibras en común es la capacidad de hacer proliferar el butirato, y los ensayos han demostrado que los ácidos grasos de cadena corta como el butirato proporcionan un efecto protector frente al cáncer de colon.
Adoptar una dieta rica en frutas, verduras, cereales y legumbres, de forma que dichos apartados supongan más del 60% de la energía consumida, constituye un pilar fundamental en la prevención de ciertos tipos de cáncer, fundamentalmente el colorrectal. Las frutas contienen sustancias antioxidantes que inhiben la proliferación de células transformadas y carcinógenos, toda vez que la fibra aumenta el volumen fecal, diluye los carcinógenos digeridos, disminuye el tiempo de tránsito intestinal y, en consecuencia, el tiempo que los carcinógenos están en contacto con la pared del intestino.
Según la oncóloga Graciela García Alvarez, coordinadora nacional del programa Alimentación y Cáncer, de la Asociación Española contra el Cáncer, «la fibra, y particularmente la soluble, además de su acción directa ejerce otro efecto indirecto que consiste en aumentar la microflora intestinal, favoreciendo la producción de ácidos grasos de cadena corta, disminuyendo el pH local y la producción de sustancias carcinógenas». García Álvarez añade que tales ácidos grasos pueden llegar a inducir una apoptosis de células premalignas.
Cereales integrales
No todas las fibras actúan en el organismo del mismo modoUno de los estudios científicos de mayor tamaño llevado a cabo hasta la fecha con fibra es el que David Jacobs y colaboradores firmaron hace cinco años en el Journal of Clinical Nutrition. Estos investigadores de la Universidad de Minnesota (EEUU) siguieron de cerca la salud de nada menos que 34.000 adultos sanos adscritos a una dieta con cereales integrales y demostraron que en dicha población el riesgo de muerte por cáncer disminuía un 21% y el de muerte por episodio cardiovascular, un 23%.
Aun reconociendo que «las personas que sustituyen los cereales refinados por cereales integrales demuestran una mayor preocupación por la salud, que podría haber influido también en la disminución de mortalidades», Jacobs prodigó en su momento su certidumbre acerca de la bondad de la fibra.
Enfermedad diverticular
Cánceres e infartos al margen, la fibra (o, mejor dicho, el déficit de fibra en la dieta) se ha relacionado asimismo con enfermedades del tracto gastrointestinal. Los coloproctólogos subrayan con cierta inquietud que el porcentaje de pacientes con enfermedad diverticular se incrementa exponencialmente a medida que aumenta la edad. Dos terceras partes de la población, advierten, padecerá dicha enfermedad al alcanzar la séptima década de vida, y el 80% lo hará en la octava.«La presencia de enfermedad diverticular no significa necesariamente que los pacientes tengan problemas», asegura el coloproctólogo estadounidense Philip Gordon, «aunque buena parte de estos pacientes deberá intervenirse quirúrgicamente, puesto que los episodios diverticulares repetidos se acaban convirtiendo en complicaciones graves como como perforaciones, abscesos, obstrucciones o dolor abdominal intenso». Tenemos un aparato digestivo originalmente diseñado para consumir vegetales, y la enfermedad diverticular es una malformación de la pared del intestino grueso que aparece con el tiempo por no consumir la necesaria fibra vegetal; la pared forma pliegues que crecen hasta formar auténticos «compartimentos sellados» o divertículos que dificultan el tránsito intestinal. La solución no puede ser más simple: «Basta con acomodarse a una dieta rica en fibra o consumir suplementos de fibra para evitar la enfermedad», sostiene Gordon.
Colitis ulcerosa
Otro estudio, éste con carácter experimental, dirigido por el catedrático de Farmacología de la Facultad de Farmacia de Granada, Antonio Zarzuelo, ha demostrado que la administración de suplementos de fibra dietética en ratas colíticas facilita su recuperación de lesiones colónicas inducidas artificialmente con ácido trinitobenzenosulfónico (TNBS). Una semana después de la inducción de la colitis, las ratas que recibieron la dieta suplementada con fibra aparentaron estar más sanas. ¿Por qué? Los autores apuntan a una mejoría del estrés oxidativo colónico e inhibición de la producción y/o liberación de TNF-alfa, una de las principales citocinas proinflamatorias implicadas en la enfermedad inflamatoria intestinal.El beneficio de la fibra, pese a lo escrito, sí tiene límites. A esta conclusión ha llegado un equipo de investigadores de la Universidad de Georgia (EEUU) tras averiguar que la fibra puede dañar las células epiteliales de la mucosa gastrointestinal. Dichas células segregan un moco que facilita el tránsito del bolo alimenticio a través de los intestinos y, a la vez, evita que los tóxicos con efecto carcinogénico consumidos con la dieta puedan ser absorbidos.
Las células epiteliales de la mucosa gastrointestinal sufren un bombardeo constante de agentes cáusticos, que rompen su estructura defensiva y ocasionan una irritación o ulceración del tejido. La mucosa se reactiva cuando las células indemnes alcanzan una concentración intracelular de calcio tan elevada que compromete la misma supervivencia celular; entonces el moco se encarga de regenerar la pared mucosa y restablecer la barrera protectora. Sin embargo, los autores estadounidenses, capitaneados por Paul McNeil, hallaron que la fibra altera las células de tal modo que son incapaces de reconocer el exceso de calcio intracelular y reactivar las defensas epiteliales.
Esta particularidad cobra aún mayor importancia si se considera que un error en este sistema de señalización celular puede acarrear la aparición de enfermedades tales como la distrofia muscular. Lejos de haber dado con una relación de causa-efecto entre el consumo desmesurado de fibra vegetal y la distrofia muscular, los científicos hacen un llamamiento para moderar el consumo de fibra a unos niveles suficientes como para garantizar el beneficio deseado.