Los betaglucanos son un tipo de fibra soluble que abunda de manera natural en cereales como la avena y la cebada. Diversas investigaciones recientes asocian el consumo de este tipo de fibra con una mejoría en la regulación de la glucemia (glucosa en sangre) y de los niveles de lípidos plasmáticos, como el colesterol. Este efecto podría ser interesante para el tratamiento dietético de la diabetes y de las dislipemias, de ahí que la industria alimentaria se adelante y comience a ofrecer alimentos enriquecidos en estos compuestos químicos.
Control de los azúcares
La capacidad de los betaglucanos para atenuar el aumento postprandial de la glucemia, es decir, la subida de los niveles de glucosa en sangre después de las comidas, o incluso para reducir la glucemia como factor preventivo del riesgo de diabetes tipo 2 se está estudiando a fondo desde hace más de una década. En todos estos años son diversos los estudios controlados con placebo llevados a cabo desde diversas instituciones y universidades.El índice glicémico de productos enriquecidos con betaglucano es significativamente más bajo que el resto, según un estudio
Uno de los más interesantes lo ha elaborado un grupo de expertos del Centro de Nutrición Clínica y Control de Factores de Riesgo del Hospital Sant Michael en Toronto (Canadá) y del Departamento de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Toronto. En la investigación, publicada en 2002 en «European Journal of Clinical Nutrition«, los expertos trataron de analizar varios aspectos: el índice glicémico de los productos enriquecidos con betaglucanos; si la adición de determinada cantidad de fibra afectaba a la palatabilidad y el gusto de los productos y el efecto de estos productos enriquecidos en betaglucanos sobre la glucemia en personas con diabetes tipo 2.
A los voluntarios, todos ellos con diabetes tipo 2, se les dio en ayunas una bebida endulzada con fructosa y 50 g de hidratos de carbono en forma de distintas porciones de alimentos; pan blanco, cereales de desayuno con salvado de avena (con un 4,4% de betaglucano), un prototipo de cereales de desayuno y de barrita de cereales, ambos enriquecidos con betaglucano, en una proporción de 8,1% y 6,5%, respectivamente.
Se observó cómo el índice glicémico de los prototipos de productos enriquecidos con betaglucano fue significativamente más bajo que el resto (los cereales con salvado de avena y el pan blanco). Los alimentos con menor índice glicémico tuvieron mejor efecto en la reducción de la glucemia postprandial a los 60, 90 y 120 minutos, momentos en los que se tomaron muestras de sangre para evaluar tal efecto.
Betaglucanos e índice glicémico
El índice glicémico de los alimentos es un parámetro que informa sobre el ritmo de absorción intestinal de los azúcares que componen los distintos alimentos. Este índice es importante en caso de diabetes, enfermedad en la que se deben evitar aquellos alimentos dulces o ricos en carbohidratos cuyo consumo provoca subidas bruscas de glucosa en sangre.Cuando tomamos cualquier alimento rico en glúcidos o carbohidratos, los niveles de glucosa en sangre se incrementan progresivamente según se digieren y asimilan los almidones y azúcares que contienen. La velocidad a la que se absorben los glúcidos depende del tipo de nutrientes que componen el alimento, como puede ser la cantidad de fibra o de proteínas, la composición total de la comida durante la digestión, la cantidad de comida, así como el índice glicémico del alimento.
Comer alimentos de bajo índice glicémico, como los panes de centeno o de avena o las legumbres, entre otros, puede ser de ayuda en la prevención y el tratamiento dietético de la diabetes, ya que la absorción intestinal de sus carbohidratos es más lenta lo que conduce a una elevación mantenida y constante de la glucemia.
La avena, junto con la cebada, son dos de los cereales con mayor concentración de betaglucanos entre los distintos tipos de fibra de su composición. Son numerosos los ensayos clínicos que han comprobado que el consumo de avena, o de productos enriquecidos con avena, ayuda en el control de la glucemia y, en particular, en la reducción de los niveles de colesterol plasmáticos.
Esto ha conducido a la industria alimentaria a añadir salvado de avena en diversos productos como los copos de avena, el muesli y las harinas de cereales, que sirven para la elaboración de panes y galletas. El salvado de avena apenas tiene sabor y su textura es muy suave, por lo que suele pasar desapercibido y no plantea problemas para su consumo, a diferencia de otros tipos de salvado como el de trigo.
En 1999, el Departamento de Nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard (Boston), realizó un meta-análisis de 67 estudios controlados para cuantificar el efecto del betaglucano de la avena en la reducción de los niveles de colesterol. Los resultados demostraron que la ingesta diaria de tres g de fibra soluble de avena era eficaz para reducir un 5% los niveles de colesterol gracias a su alto contenido en betaglucano.
El Programa Nacional de Educación en Colesterol (NCEP, en sus siglas inglesas) y la Administración de Alimentos y Fármacos de EE.UU. (FDA) han incluido en sus recomendaciones el consumo de salvado de avena por su alto contenido en este tipo de fibra soluble.