El gusto personal de cada uno tiene mucho que decir en la elaboración de cualquier salsa. Más intensa o menos, más ligera o fuerte. Las formas de elaborar una salsa son numerosas, como lo son también las posibilidades de combinar los distintos ingredientes. Pero hay una manera muy sencilla de equilibrar estos y rectificar en caso de que predomine uno de ellos. En lugar de espolvorear la salsa y verter el aceite y el vinagre con posterioridad, es recomendable poner en un vaso tres cucharadas de aceite, una de vinagre y una pizca de sal.
Combinación perfecta
La combinación adecuada de sal, aceite y vinagre repercute en la salsa final
Estos tres ingredientes se remueven con la ayuda de un tenedor hasta conseguir una mezcla homogénea. El resultado es una salsa vinagreta equilibrada. La proporción sirve para una persona y se toma como base para el resto de cantidades. La referencia es: tres partes de aceite por una de vinagre y una pizca de sal.
Con este proceso es posible probar la intensidad del aliño antes de agregarlo a la ensalada y rectificar sobre matices, acidez o punto de sal. A partir de esta sencilla elaboración, se puede experimentar con diferentes tipos de aceite, aunque el más recomendado para aliñar es el aceite de oliva virgen extra.
Jugar con el aceite, el vinagre y la sal
Otra posibilidad es aprovechar la gran gama de vinagres, con los cuales se podrá dar al plato final toques más frutales con los vinagres de manzana, frambuesa y fresa, o los de Jerez o vino tinto, e incluso, las cremas de vinagre balsámicos de Módena, manzana o frambuesa.
El componente salado también puede ir más allá de la sal, que se puede sustituir por una pizca de salsa de soja, pasta de anchoas o hierbas aromáticas, como tomillo, comino y orégano, o especias como curry, cúrcuma o pimentón.