El mal de las «vacas locas», la fiebre aftosa, la peste porcina clásica o el aceite de orujo han sido algunas de las crisis alimentarias que han marcado la entrada del nuevo siglo y que han contribuido a debilitar la confianza del consumidor, tanto en los alimentos como en los organismos encargados de velar por su seguridad. Con el objetivo de devolver esta confianza se ha puesto en marcha la Autoridad Alimentaria Europea (AAE) y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que comenzará a funcionaren breve.
La aparición de los primeros casos de la variante humana del mal de las «vacas locas», conocida como enfermedad de Creuzfeld-Jacobs, disparó la alarma en varios países europeos sobre la seguridad de los alimentos y la necesidad de establecer un estricto control sobre ellos.
La nutrición es uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta durante toda la vida, ya que una mala alimentación puede derivar en la aparición de muchas enfermedades. Pero concienciar a la población para seguir dietas sanas es inútil si en su producción o elaboración el alimento sufre alteraciones o si, por un mal etiquetado, el consumidor no sabe con certeza lo que compra.
En España, tanto Gobierno como Parlamento, productores de alimentos o consumidores intentan establecer unos controles efectivos sobre la cadena alimentaria, poniendo en marcha unas medidas de seguridad acorde con sus posibilidades.
Una de estas medidas es la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, que de forma inminente va a crear el Gobierno con el apoyo de todos los grupos del Parlamento. Esta Agencia complementará la labor que a nivel del continente desarrollará la Autoridad Alimentaria Europea (AAE), que empezó a funcionar el lunes pasado tras ser aprobada por el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea.
La Agencia española, cuya entrada en funcionamiento estaba prevista para principios de año y cuyos estatutos están pendientes de aprobación, será un organismo independiente y transparente que tendrá como principal objetivo elevar la protección de la salud y devolver a los consumidores la confianza perdida tras las crisis alimentarias. Asimismo, se encargará de controlar la seguridad en todos los niveles de la cadena alimentaria.
Productores, comerciantes y consumidores colaborarán con la Agencia coordinando las alertas en situaciones de crisis o emergencia, además, ésta mantendrá un estrecho contacto e investigación conjunta con instituciones similares en el resto de Europa como la AAE.
«Pon de tu parte»
Fomentar la educación ciudadana, este es el objetivo de una campaña que bajo el lema «Pon de tu parte» está desarrollando el Consorcio para la Seguridad Alimentaria, formado por la Confederación Española de Asociaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU), la Unión de Consumidores de España (UCE), la Federación Unión Cívica Nacional de Consumidores y Amas de Hogar (UNAE) y la Federación Española de la Alimentación y Bebidas (FIAB).
Esta campaña, que cuenta con financiación de la Comisión Europea, pretende educar en hábitos de alimentación seguros y responsables, dando explicación a muchos conceptos nutricionales que no están nada claros para los consumidores, e informar sobre la legislación y control internacional que afectan a toda la cadena alimentaria desde la producción hasta el consumo, pasando por elaboración, envasado, almacenamiento, distribución o venta.
La campaña incide también en el conocimiento del etiquetado por parte del consumidor, tanto para comprender lo que compra como para detectar fraudes. Así, indica que tipo de información debe aparecer y cómo interpretarla, y explica otras garantías de seguridad existentes, como sellos de calidad o la «trazabilidad», un concepto que actualmente se exige en Europa y que no es más que el registro de todos los elementos referidos a la historia del animal, desde el nacimiento hasta el final de la cadena de comercialización de sus cortes. De esta forma, se puede saber de qué ternero procede una pieza de carne, la alimentación que recibió, dónde fue sacrificado o qué entidad lo comercializó.
La campaña del Consorcio también se encarga de desmentir y explicar muchas de las leyendas que se han extendido en la alimentación y que en su opinión no favorecen a la seguridad alimentaria, como los perjuicios que se atribuyen a los aditivos, cuando en realidad se trata de sustancias inocuas que al contrario de lo que piensan muchos consumidores no provocan cáncer, sino que ayudan a mantener o recuperar las cualidades de los alimentos.