Las ensaladas, en general, se asocian a los días de calor. Sus ingredientes son refrescantes y casi siempre se sirven fríos. Sin embargo, existe una amplísima gama de ensaladas que combinan texturas y temperaturas porque, además de los vegetales frescos, incluyen ingredientes templados. En estas ensaladas -muy apreciadas por el paladar, sobre todo en otoño e invierno-, las hortalizas son el elemento frío, mientras que otros vegetales, quesos, mariscos o pescados aportan el toque de calidez. En este artículo ofrecemos cinco ideas sencillas para elaborar ensaladas templadas en casa.
Cinco ensaladas templadas para todos los gustos
Las ensaladas, salvo las que llevan nombre propio y tienen una receta muy concreta, admiten muchas variantes. Ya sea por creatividad, por gustos personales o por la disponibilidad de ingredientes, no son pocas las ocasiones en las que personalizamos una receta de ensalada. Las siguientes propuestas, por tanto, admiten modificaciones, «experimentos culinarios» y fusiones entre sí -una ensalada con queso puede incorporar también unas setas, entre otros alimentos-. Eso sí, en todos los casos, es fundamental agregar el elemento tibio justo antes de servir. Si lo hiciéramos antes, las verduras crudas perderían su tersura y buen aspecto por efecto del calor. Sugerencias del día:
- 1. Ensalada templada con setas. Para los elementos frescos, necesitamos canónigos y rúcula (podemos comprarlos en las prácticas bolsitas) y alguna fruta que sea más ácida que dulce (como fresas, frambuesas o cerezas). En cuanto a las setas, que serviremos templadas, escogeremos boletus y níscalos (o las de nuestra preferencia, siempre que sean de variedades distintas). Usaremos también algunas nueces, para completar nuestra selección de «ingredientes del bosque». Colocamos la mezcla de canónigos y rúcula en el plato donde serviremos la ensalada. Limpiamos y troceamos las setas. Calentamos un poco de aceite de oliva en una sartén y las salteamos en ella, hasta que estén cocinadas. Reservamos y, en la misma sartén, con un poquito más de aceite, salteamos ligeramente las nueces, troceadas. Colocamos las setas (ya templadas) sobre el colchón de verduras, añadimos las nueces salteadas y damos un toque de color con la fruta. Para aliñar, bastará un poco de aceite de oliva y vinagre balsámico.
2. Ensalada templada con queso. El queso -en particular, el de cabra- da muy buenos resultados en las ensaladas templadas. Es vistoso, aporta textura y un sabor inconfundible y delicioso. La única precaución pasa por no excederse en la cantidad, ya que puede anular los demás sabores de la ensalada y, además, es un alimento calórico. Usaremos, para la base de este plato, una selección de lechugas variadas y unas espinacas, que también serviremos crudas. Elegiremos un queso en rulo, que será más fácil de cortar y presentar. Lo pasaremos por la plancha (o sartén antiadherente), vuelta y vuelta, a fuego suave, hasta que se dore la superficie por ambos lados. Colocaremos el queso (tibio) sobre las verduras frescas, añadiremos unas uvas pasas, para conseguir un contrapunto dulzón y, si nos gusta el bacon, podemos decorar con algunas virutas crujientes (pasándolo por la sartén, sin aceite, para que se cocine y se desgrase). El aliño: aceite de oliva y una crema de aceite balsámico, que realzará el aspecto de la ensalada y le dará un toque agridulce.
- 3. Ensalada templada con cebolla caramelizada. Usaremos unas lechugas variadas y algún otro elemento vegetal, como canónigos. También unos piñones y unas uvas pasas, que tostaremos en una sartén con un poquito de aceite de oliva (sin que lleguen a quemarse) y mezclaremos con las hortalizas frescas. Añadiremos unos tomates cherry, abiertos por la mitad y sazonados con una pizca de ajo en polvo. Cortaremos unas tiras de calabacín, las saltearemos y agregaremos a la ensalada. Finalmente, prepararemos la cebolla caramelizada, para lo que habremos escogido una cebolla dulce (las rojas). Limpiamos bien la cebolla y la cortamos en finas láminas. En una sartén antiadherente con tapa vertemos un poco de aceite de oliva o mantequilla, espolvoreamos con sal y colocamos las tiras de cebolla para que se cocinen a fuego suave. De esta manera, los jugos de la cebolla salen poco a poco y se produce la caramelización con la grasa del aceite o la mantequilla. Agregamos la cebolla a la ensalada y aliñamos con aceite de oliva y una pizca de sal.
4. Ensalada templada con marisco. Gulas, gambas, langostinos… Las opciones para aportar sabor marino a nuestra ensalada son muchas. En este caso, elegiremos unas gambas. Utilizaremos lechuga, rúcula y espinacas para la base fría, que acompañaremos con tomate (cortado en cubos) y un poco de puerro fresco fileteado (con forma de aritos). Salteamos las gambas peladas en una sartén con un poquito de aceite de oliva y un diente de ajo bien picado. Cuando estén hechas, ponemos a punto de sal y reservamos en la sartén (fuera del fuego), mientras preparamos una vinagreta para aliñar la ensalada. Mezclaremos, para ello, tres partes de aceite de oliva, una de vinagre de sidra, un poquito de sal y de pimienta molida. Colocamos las gambas templadas sobre la ensalada fresca, aliñamos y servimos.
- 5. Ensalada templada con pollo. El pollo es una carne magra que va muy bien en ensaladas y que puede ser muy sabrosa tanto fría como caliente. Prepararemos la base de esta ensalada con lechuga y remolacha (cortada en dados), uvas pasas y unas nueces (u otro fruto seco que nos guste). Cortamos una pechuga de pollo en tiras y las hacemos a la plancha, con un poquito de aceite de oliva y zumo de limón. Añadimos a la plancha una zanahoria rallada o cortada en tiras muy finas, para que se haga con rapidez, sin que se nos seque demasiado la carne. Colocamos el pollo y la zahanoria templado sobre el resto de los ingredientes, pero con cuidado y sin mezclarlos, para evitar que la remolacha los manche. Aliñamos con aceite de oliva y sal, espolvoreamos unas semillas de sésamo y añadimos algunos picatostes para que la textura tenga un contrapunto crocante.