En los últimos años los escoceses han aprendido a aprovechar de forma magistral la calidad de sus materias primas, lo que ha hecho que su cocina, durante mucho tiempo poco llamativa, se convierta en una de las más imaginativas del panorama europeo actual.
Las especialidades del país
En cualquier parte del país es posible degustar una variada oferta de los más tradicionales platos escoceses. Entre ellos cabe destacar los ahumados de Arbroath, las «bridies» de Forfar (unas exquisitas empanadas de carne de vacuno), el queso de las Orcadas, las «bannocks» (tortas elaboradas con avena) de Selkirk, la ternera de Aberdeen, el faisán o el «cook a leekie», un guiso de pollo acompañado con ciruelas y puerros.
Si bien, uno de las platos que más éxito tiene tanto entre los escoceses como entre los turistas es el «haggis». Este económico plato se compone de una serie de ingredientes, que según la tradición no han de conocerse hasta el momento de consumirlo, por lo que no es posible revelar su contenido. En realidad es una mezcla de deshechos cárnicos con especias envueltos en estómago de oveja o de cordero, que se sirve acompañado de un puré de boniato y patatas. Su aspecto dependerá de cada zona, así como la época del año en que se consuma, y aunque los hay recelosos a probarlo, es casi unánime la crítica positiva, si aparcamos la preocupación por el colesterol, por supuesto.
Aunque la mayor parte de los platos típicos de Escocia están elaborados a base de carne, no hay que olvidar la importancia del pescado en la gastronomía de este país. Los más consumidos son el salmón y el pejesapo, un tipo de pez también llamado pez rana con aspecto de globo hinchado. También se utilizan habitualmente las truchas y lo arenques con rebozado de avena, el modo más popular de cocinarlos.
Dentro de los postres conviene no dejar de probar dos de ellos. Estos son las «oatcakes», un plato de galletas acompañadas de queso, miel y frambuesas; y el «cranachan», un dulce elaborado con avena, nata y fresas.
Si el turista desea tomar una comida rápida para poder seguir disfrutando de los impresionantes paisajes que ofrece Escocia, puede entrar en algunos de los «pubs» donde también es posible degustar los mejores whiskys del mundo.
El «agua de vida»
El whisky es sin duda la bebida escocesa por excelencia. Su nombre viene del gaélico «uisge beatha», que significa agua de vida. Antiguamente era un signo de hospitalidad ofrecer una copa de whisky al recibir a alguien en casa, si bien esta tradición se ha ido perdiendo con el paso del tiempo.
Actualmente existen tres tipos de whisky, el de malta, el de grano o mezcla. El whisky de malta recibe este nombre porque se elabora con cebada malteada. El de grano, bastante menos consumido, se mezcla con el de malta para así obtener el whisky de mezcla.
Los escoceses nombraron al whisky bebida nacional, para lo que se aseguraron de que a la hora de aparecer la palabra «whisky» o «scotch» en una botella sea necesario que ese whisky se haya elaborado en tierras escocesas, convirtiendo a esta bebida en un símbolo de su cultura.