España se aleja cada vez más de la dieta mediterránea, ya que se consumen cada vez más grasas saturadas y azúcares refinados, según los primeros datos del estudio Clínico «Seguimiento de la Dieta Mediterránea y su relación con el Riesgo Cardiovascular en España» (DIMERICA), promovido por la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA) y la Asociación Española de Enfermería de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular (EHRICA).
El trabajo, presentado en la 17 Reunión Nacional de la SEH-LELHA, ha contado con 1.770 participantes, a través de los cuales se ha hecho un análisis de los hábitos alimentarios que actualmente tiene la población adulta en nuestro país, donde hay dos millones de personas con obesidad grave y por ello un alto riesgo cardiovascular. Entre los puntos positivos de la actual dieta de los españoles, según ha destacado el estudio, está el consumo de aceite de oliva, verduras y pescados.
«A pesar de este empobrecimiento, no se han detectado diferencias significativas en cuanto a mejores hábitos entre las distintas zonas de España, lo que viene a acabar con el mito de que las regiones costeras mediterráneas la seguían mejor», apunta uno de los autores, el doctor José Abellán, director de la Cátedra de Riesgo Cardiovascular de la Universidad Católica San Antonio de Murcia. A su juicio, «es necesario aplicar medidas correctoras en nuestro entorno». «Si partimos de la base de que la dieta mediterránea es buena para reducir el riesgo cardiovascular y que países ajenos a la cuenca del Mediterráneo la adoptan, es paradójico comprobar que en nuestro medio se abandona», subraya.
Abellán apuesta por «comenzar con la educación desde la escuela, trabajar con los más pequeños en la importancia de llevar un equilibrio en la alimentación, puesto que, de la buena mesa, el plato de cuchara y la copa de vino de nuestros padres, se ha pasado a la hamburguesa y los refrescos azucarados de nuestros hijos». «España es un país de bajo impacto en lo que se refiere a complicaciones coronarias, si lo comparamos con los países del norte de Europa», asegura.
«Tradicionalmente esta cardioprotección se ha relacionado con el seguimiento de una dieta mediterránea, además de factores genéticos protectores», explica. «Sin embargo, el futuro se nos presenta incierto, tanto por el incremento del sedentarismo, como por el abandono de la protección que nos ofertaba la tradicional dieta mediterránea de nuestros padres, o la incorporación de la mujer al hábito tabáquico», advierte.