Estonia está situado a orillas del Mar Báltico, al sur del Golfo de Finlandia. Es un país verde y llano, con escasa altitud, de hecho su cota máxima no supera los 318 metros. Cuenta con numerosos lagos, como el Peipus, el cuarto más grande de Europa que forma frontera natural con Rusia y en el que hay más de 1.500 pequeñas islas, entre las que destacan Saaremaa y Hiiumaa, situadas frente al golfo de Riga.
Este país ha sido capaz de hacer la transición del comunismo al capitalismo sin grandes conflictos y conquistó su independencia de la URSS con rapidez y estabilidad en 1991.
Un país de color verde
Estonia presume de un impresionante patrimonio natural lleno de verdes parajes, frondosos bosques, salpicado de fiordos y de islas que forman un paraíso de incomparable belleza. Las aldeas y los pueblos se desperdigan entre pinos y coníferas por sus pantanosas tierras. Una manera interesante de recorrer sus parajes es a golpe de pedal, ya que el cicloturismo es muy popular, como en todo el territorio del Báltico.
Un viaje en el tiempo
Su capital, Tallín, es escenario de multitud de festivales de todo tipo: musicales, teatrales, florales, etc. El casco viejo de esta ciudad está impregnado de un toque medieval de un gran interés histórico y artístico.
Una gastronomía muy variada
Entre los entrantes destacan las sopas y los potajes, recetas contundentes para hacer frente al frío y la humedad de este país. Las ensaladas contienen ingredientes crudos, vegetales o lácteos, troceados y se acompañan con salsas, similares a la mayonesa, pero elaborada con aceite vegetal.
El ingrediente principal de las recetas es el pescado. Se toma básicamente ahumado, y lo habitual es que se trate de trucha, arenque, anguila y platija. Se acompañan con purés de patata, cebolla o cebada.
En lo que concierne a los platos elaborados con base de carne, la más consumida es el cerdo, el pollo y la ternera, pero también la caza tiene una presencia importante en la gastronomía. En algunos lugares se puede comer reno y oso. Éste, aunque por esas latitudes no está en peligro de extinción, solo se pueden matar un límite de ejemplares al año, por lo que resulta difícil encontrarlo en las cartas de la mayoría de los restaurantes. Sí se encontrará siempre el típico el verevorst, un alimento parecido a las salchichas y elaborado con una mezcla de carne de cerdo y sangre.
Para terminar, los postres se elaboran a base de frutas silvestres, es muy popular el budín de pan de centeno, el ponche caliente y las galletas de jengibre.